Más de 400 personas sin hogar duermen cada noche en el aeropuerto más grande de España. Algunas trabajan, otras no; algunas están empadronadas, otras tampoco. Pero todas comparten una condición: no tienen dónde vivir. Las instituciones se culpan unas a otras y nadie asume la responsabilidad. Es una realidad que muchos no quieren -¿queremos?- ver.
Fuente: Alandar
Por María Ortas
29/05/2025
Cada noche, cuando los últimos vuelos despegan y la megafonía se silencia, el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas se transforma en un refugio de emergencia. Entre carritos de equipaje y luces de neón, centenares de personas sin hogar extienden mantas, colocan mochilas bajo la cabeza y se preparan para dormir en un lugar con techo, aunque sin intimidad -con todo el riesgo que eso conlleva, especialmente para las mujeres- ni descanso real.
Un censo elaborado entre marzo y abril de 2025 por la Mesa por la Hospitalidad identificó a 412 personas viviendo habitualmente en las terminales del aeropuerto. El informe reveló que el 38% trabaja, aunque sus ingresos no les permite alquilar una vivienda, el 13% está en situación irregular y más del 50% está empadronado en Madrid.
La realidad es que España es, hoy, el tercer país de la Unión Europea con mayor tasa de pobreza laboral, según datos de Intermón Oxfam. En 2024, el 11,6% de las personas con empleo seguía siendo pobre, es decir, sus ingresos no alcanzaban para cubrir lo básico. Entre los extranjeros extracomunitarios, la cifra se dispara hasta el 30%, una diferencia que no solo refleja desigualdad, sino un sistema estructuralmente excluyente.
Pero la pobreza ya no se mide solo en salarios, hoy se mide en techos y por eso la situación de quienes pernoctan en Barajas tiene un nombre claro: crisis habitacional. En Madrid el alquiler medio ha subido más de un 40% en apenas cinco años, mientras que los salarios se han estancado, y compartir piso no siempre es una opción viable.
La Comunidad de Madrid no alcanza ni el 2% de vivienda pública sobre el total del parque inmobiliario, muy por debajo de la media europea (en países como los Países Bajos o Austria el porcentaje supera el 20%). Acceder a un alquiler social en la capital es casi imposible, las listas de espera superan los cinco años, y los requisitos administrativos excluyen sistemáticamente a personas en situación de vulnerabilidad.
En barrios céntricos y periféricos, una habitación puede costar más de 600 euros, lo que convierte a Madrid en una ciudad inaccesible para quienes cobran el salario mínimo o, incluso, más. Un camarero, una empleada de limpieza, un repartidor… todas y todos podemos acabar en la calle o en Barajas.
“Nadie vive en el aeropuerto porque quiere, porque le resulte cómodo o porque entre dentro de sus planes vitales”, denuncian una serie de entidades sociales que trabajan con personas sin hogar .
“Hay personas que hacen turnos dobles y aun así no pueden pagar un cuarto. Viven en el aeropuerto no porque quieran, sino porque no pueden más”, explica en el mismo sentido Gaspar García, coordinador del proyecto ‘Despega’ de la Asociación Bokatas, una de estas entidades, que lleva más de una década acompañando a personas sin hogar en Madrid. No solo distribuyen alimentos o mantas, también mantienen una presencia continua basada en el respeto, la dignidad y la escucha. Barajas es el último refugio, “lo más duro no es la falta de cama, es la sensación de no existir”, explican, porque “esto no es de ahora”.
Pero sí, ahora AENA ya ha anunciado que se limitará el acceso a las terminales del aeropuerto a pasajeros y acompañantes en algunas franjas horarias, por lo que las personas sin techo tendrán que buscar otro sitio para pernoctar, aunque, como el cierre no será total, si entran antes de cierta hora, posiblemente no se les pedirá documentación.
¿Quién tiene que hacer qué?
Ante esta situación, la guerra de declaraciones entre las distintas administraciones y partidos políticos vuelve a ser ‘inhumana’ (en el sentido estricto de la palabra).
Desde el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 se ha reiterado que la atención a personas sin hogar es competencia autonómica y municipal. El Ministerio ha aclarado que no tiene competencias en atención directa a estas personas y que, según la Ley de Bases de Régimen Local, son las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos quienes deben gestionar estos casos. Además, se ha indicado que la atención a solicitantes de asilo corresponde al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que asegura no tener constancia de que haya solicitantes de asilo entre los afectados.
Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, calificó la situación de “inasumible” y señaló al Gobierno central como responsable. El consejero de Vivienda, Jorge Rodrigo, recalcó que Barajas es una infraestructura estatal gestionada por AENA, y que por tanto la respuesta debe venir del Ejecutivo nacional.
Desde el Ayuntamiento de Madrid, el alcalde José Luis Martínez-Almeida rechazó el requerimiento judicial de AENA, al considerar que judicializar esta situación es “inmisericorde” y supone ignorar a las personas afectadas.
Y acabamos la ronda con VOX, que ha acusado al bipartidismo de haber convertido Barajas en un “albergue forzoso” como resultado de políticas “buenistas”. Su portavoz nacional de Agenda España, Isabel Pérez, exigió priorizar servicios sociales para españoles sin recursos y pidió una actuación “contundente” frente a lo que considera permisividad institucional.
¿Falta de humanidad o simplemente interés político? Sea como sea, el Aeropuerto de Barajas no es un recurso social; es el síntoma del fracaso de todos los demás.
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