Después de 28 años de docencia en la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo, el profesor Mariano Delgado pronunció su lección de despedida el 6 de junio de 2025. Recibió un cálido homenaje de sus colegas, estudiantes y un amplio círculo de amigos.
Fuente: cath.ch
Por Maurice Page
08/06/2025
Español de pura cepa, aunque ahora de nacionalidad suiza, Mariano Delgado llegó a Friburgo en 1997, tras formarse en Austria y Alemania, como profesor asociado de historia eclesiástica medieval y moderna. Catedrático desde 2005, también fue decano de la Facultad de Teología en dos ocasiones.
Esto demuestra que sus 28 años de docencia han dejado una profunda huella en la alma máter de Friburgo. Hombre de intensa actividad, cuenta en su haber, además de su docencia, con más de mil publicaciones, la organización de numerosos congresos y viajes, y su participación en diversas asociaciones académicas internacionales.
De Bartolomé de Las Casas al Islam en Europa
Las principales áreas de investigación de Mariano Delgado son la historia de las misiones, especialmente en Latinoamérica, la historia de la cultura cristiana, los estudios sobre Bartolomé de Las Casas y Juan de la Cruz, las teologías políticas del siglo XVI y la historia de la teología germanófona del siglo XX. «Es un auténtico todoterreno», afirmó Joachim Negel, decano de la Facultad de Teología.
Además de su campo de estudio, la historia, Mariano Delgado fundó en 2008 el Instituto de Estudios Religiosos y Diálogo Interreligioso, del cual fue director. También contribuyó a la creación del Centro Suizo para el Islam y la Sociedad (CSIS). «Nos demostró que la teología no es solo un campo académico, sino que es capaz de aportar una contribución concreta a la vida social en un espíritu de diálogo e intercambio», señaló Hansjörg Schmid, director del CSIS.
Klaus Vellguth, del Instituto Internacional de Investigación Misionológica, destacó la capacidad docente de Mariano Delgado, quien se comunicaba con inteligencia y claridad sobre temas complejos. «Es un hombre abierto y abierto al intercambio entre generaciones, disciplinas y religiones».
sí lo demostraron las más de 200 personas que llenaron todas las filas del Auditorio C de la Universidad Miséricorde.
Un historiador comprometido
"¡Es más que un homenaje, es un obituario!", bromeó Mariano Delgado, recordando el adagio latino « De mortuis nihil nisi bonum» (de los muertos, solo bien). «La Iglesia es joven y está viva; no es un museo, ni siquiera cuando se la examina con la mirada de un historiador. Desde sus primeros discursos, el nuevo Papa León XIV invitó a la Iglesia a ser parte de la historia, dejándose interpelar por los desafíos contemporáneos», enfatizó el profesor.
Se presenta como la ilustración de esta historia: «Nací en un pueblo en el corazón de España durante la época de Franco, en una mentalidad marcada por el ultramontanismo y el antimodernismo heredados del Papa Pío IX del siglo XIX. Hice mi primera comunión con la misa en latín del rito tridentino al comienzo del Concilio Vaticano II. En aquel entonces, la unidad cristiana se concebía como el regreso al seno católico de los hermanos perdidos. Cuando llegué a Innsbruck, Austria, en 1976, todavía me preguntaba si tenía derecho a entrar en una iglesia evangélica».
Afortunadamente, el Concilio Vaticano II superó esta prueba, poniendo de nuevo en el centro cuestiones como la libertad religiosa, el ecumenismo, el lugar de los cristianos en el mundo, el papel de la misión, la teología, etc.
El joven estudiante comprendió rápidamente que recitar cuentos, poemas y mitos —y la Biblia y la teología están llenas de ellos— era diferente a escribir historia. Que las cosas debían mostrarse como son, no como deberían ser. Que la tarea del historiador es recordarle a la Iglesia que puede caer en la hybris, es decir, en los excesos asociados a una teología deficiente o a prácticas desviadas.
El profesor Delago concluye que la responsabilidad personal de Jesús y el mandamiento de amar siguen siendo fundamentales hoy en día. Esto abre la puerta a una relación con Jesús vivo y sienta las bases para la construcción del reino de Dios.
cath.ch/mp
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