jueves, 28 de septiembre de 2017

Carta a unos amigos de Punta Umbría sobre la independencia de Cataluña



Por Ignacio Villota Elejalde


Queridos amigos: hoy he visto un reportaje en no sé qué televisión en el que presenciábamos cómo ciudadanos de Huelva despedían enfervorizados con banderas rojigualdas al viento a guardias civiles y policías nacionales, mileuristas. Partían para Barcelona a defender la unidad de la Patria. Sí de la Patria, la que les duele a los incautos alienados o a los cínicos de la vida. La escena muy emotiva con el “a por ellos oé, a por ellos oé”. Desde Andalucía, una de las regiones históricamente más denostada y discriminada por el nacionalismo español, unos ciudadanos profundamente manipulados y manoseados por un patriotismo apolillado se lanzan a la calle a defender no sé qué ideas. Ellos tampoco.

No entro, por supuesto, en el intrincado problema de la soberanía, del derecho a decidir, de la democracia de España o la de Cataluña. A vosotros, onubenses, ¿qué os va en ello? Cuando he pasado temporadas en vuestro bello pueblo, he paseado por vuestras calles, he visto pobreza dolor, en algunos casos miserias… Espero que algo haya cambiado. Pero, a vosotros se os ha hecho salir a la calle desde un impulso vacuo de amor a la patria. Lo que se os debe a vosotros es mucho amor, y antes, justicia. Amor y justicia negados a los protagonistas de esa Patria que, en vuestro caso, son muchos y muy pobres.

Esto me recuerda, y estos días están poniendo una serie de Tv., la guerra de Marruecos. Allí eran desplazados soldados, hijos de las clases obreras. Los de las clases medias y acomodadas quedaban libres del servicio militar, eran los “soldados de cuota”. ¿A qué iban estos hombres a la guerra del Rif? Lisa y llanamente, a defender la Patria y el honor… y, de paso, las minas de hierro en las que personalidades españolas encabezadas por el Conde de Romanones, y varios magnates más tenían grandes intereses. Toda la aristocracia madrileña, capitaneada por la reina Victoria Eugenia, apadrinaba y se “volcaba” con aquellos mucho menos que mileuristas de la época. Todos conocemos cómo acabó aquello: el desastre de Annual con miles de soldados españoles muertos. Pero, murieron por España… y los intereses de la Compañía Española de Minas del Rif. S. A. A estos soldados se les despedía con bandas de música y grandes honores en la estación de Atocha, seguramente con la Marcha Real pues todavía no se había creado el “Yo soy español, español, español”. Igual que hoy en Huelva o cualquier ciudad española.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Demokrazia kontua / Cuestión de Democracia



KATALUNIA: DEMOKRAZIA KONTUA DA ETA ERAGIN EGITEN DIGU
Eutsi Berrituz, 2017-09-20


Kataluniako errealitate politikoa ikusirik, Estatu espainiarra harrapatzen duena, eta biziki eragiten digula pentsaturik, Eutsi Berrituzek bere iritzia adierazi nahi du Euskal Herrian Ebanjelioaren zerbitzuko Elizarekin konprometitutako Gipuzkoako kristau taldea izanik.

Ezer baino lehen arreta jarriko diogu Kataluniako gotzainek 1985ean esandakoari: “Kataluniako Elizako apezpikuak gara, hemengo herrian egindako Elizakoak, eta Kataluniaren errealitate nazionala aitortzen dugu, milurteko historian barrena hezur-mamitua”; herri eta nazioen “eskubideak gauzatzea bideragarria egingo duen egitura juridiko-politiko egokia behar du nazio katalanaren existentziak”; “Estatu batek lortu dezake, antolakuntza on batez, bere barruan nazio ezberdinak elkarrekin bizitzea eta aurrera egitea, inork beste batekin berdindu behar duela sentiarazi gabe”. Eta azkenik zioten: “norabide honetan aurreratu ahal izango da soilik Estatuak hartuko dituen forma politiko-administratiboek ez badute inoiz eragozten herri bakoitza berez garatzea, baizik eta, alderantziz, garapen hori aldezten eta eragiten badute”. Berriagoa da, 2011koa, gotzainen mezua: dagokien aldeen arteko “elkarrizketa eta elkar ulertzea akordio zuzen eta egonkorra iristeko” eta “aukera politiko guztiek dute zilegitasun morala pertsonen eta herrien duintasun ukaezinarekiko begirunean oinarritzen badira eta pazientziaz bakea eta justizia bilatzen badute”. 

Apezpiku katalanen esanek oihartzun egiten dute aita santuen hitzetan. Joan Paulo II.a honela mintzo zen Europako Parlamentuaren aurrean: “europar herri batuek ez dute onartuko nazio batek edo kultura batek gainerakoak mendean edukitzea”; Frantzisko aita santuak beste hau dio: “munduko herriek beren etorkizunaren egile izan nahi dute. Bakean egin nahi dute justiziara daramatzan ibilbidea. Ez dute besteren begiradapean egon nahi ez besteren eskusartzerik nahi non indartsuenak ahulena azpian hartzen duen. Beren kultura, hizkuntza, gizarte-prozesuak eta ohitura erlijiosoak errespetatuak izan daitezen nahi dute”.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Una apuesta por el diálogo / Una aposta pel diàlec








Ante la escalada de tensión en Catalunya, una apuesta por el diálogo y por la garantía de los derechos fundamentales.

Cristianisme i Justícia (CJ) es un centro de estudios en Barcelona con presencia a través de sus publicaciones y actividades en 124 países de todo el mundo. CJ lo conforma un equipo de personas comprometidas con la erradicación de las injusticias desde la reflexión y el pensamiento crítico. Un equipo plural con personas de Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, etc.

La actualidad del conflicto político entre Catalunya y España y la escalada de tensión y actuaciones de los últimos días no nos permiten quedarnos en silencio. En Catalunya hemos vivido siete años de movilizaciones masivas y pacíficas por el derecho a decidir primero y por la independencia de Catalunya después. El detonante principal de este conflicto fue en 2010 la sentencia del Tribunal Constitucional de recorte de un Estatut de Catalunya aprobado sucesivamente por mayoría del Parlamento Catalán en 2006, posteriormente por mayoría del Parlamento Español y finalmente por referéndum en Catalunya. Un conjunto de políticas recentralizadoras y la desidia de un Gobierno Español completamente sordo a las demandas tanto de los diferentes gobiernos de Catalunya como de la ciudadanía han llevado a un aumento de los partidarios del “derecho a decidir” llegando a un 70-80% del apoyo ciudadano. La falta de iniciativa política y la incapacidad de diálogo ante una realidad política como la descrita nos ha llevado donde estamos. Todos deberíamos hacer autocrítica sobre nuestro grado de responsabilidad en la actual situación.

Somos conscientes de que digamos lo que digamos no será del agrado de todos, pues las posiciones en nuestro equipo son también dispares, pero hay unanimidad en los siguientes aspectos:

1. Como cristianos creemos que la fraternidad es el valor más universal y primario de la existencia humana. Una unidad impuesta contra la fraternidad es una unidad no cristiana. Y una libertad que se afirme negando la fraternidad, tampoco es una libertad verdaderamente humana. De aquí se sigue, como evidente, la necesidad de diálogo cuando surgen las diferencias y de respeto democrático de la voluntad de las minorías.

2. El ejercicio del poder sin política es autoritarismo. Se ha querido trasladar a los tribunales un trabajo que no les corresponde. Apostamos por la resolución política y negociada, y no judicial ni policial, del conflicto entre los gobiernos catalán y español. La doctrina social de la Iglesia afirma que “la comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, en último análisis, de las personas y de los grupos que la componen” (catecismo Iglesia Cat. n.1910). Por tanto, el poder debe escuchar constantemente el querer y sentir de la sociedad civil, para “fomentar el bien común del país, no sólo según las orientaciones de la mayoría, sino en la perspectiva del bien efectivo de todos los miembros de la comunidad civil, incluidas las minorías”. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, n.169)

lunes, 18 de septiembre de 2017

"El Obispo no es un padre-patrón que se deje aconsejar por los demás"




 Con esta broma inicial recibió el Papa a los 114 obispos nombrados a lo largo del último año.
  Posteriormente trazó los rasgos del obispo en la Iglesia de nuestros días.



El Papa ha recibido a los 114 obispos nombrados a lo largo de 2017. Y les ha trazado los perfiles del buen obispo:
·         Ojo con la tentación de la "inmovilidad""siempre se ha hecho así""tomemos tiempo".
  • "Las mismas soluciones no son válidas en todas partes".
  • No "resignarse a la repetición del pasado".
  • "Tener la valentía de preguntarse si las propuestas de ayer todavía son evangélicamente válidas".
  • «No se dejen aprisionar por la nostalgia de poder tener una sola respuesta que aplicar a todos los casos. Esto tal vez calmaría nuestra ansia de prestación, pero dejaría relegadas a los márgenes y “áridas” las vidas que necesitan ser regadas por la gracia que custodiamos».
  • «vivir el propio discernimiento de pastor como miembro del pueblo de Dios, en una dinámica siempre eclesial, al servicio de la “koinonía”». El obispo, de hecho, «no es el “padre-patrón”». Y su «misión» no consiste en «aportar ideas y proyectos propios, ni soluciones abstractamente pensadas por quienes consideran a la Iglesia un huerto de su casa», sino ofrecer «humildemente, sin protagonismos o narcisismos», el propio testimonio concreto de «unión con Dios, sirviendo el Evangelio que debe ser cultivado y ayudado a que crezca en esa situación específica».
  • «delicadeza especial con la cultura y la religiosidad del pueblo», que «no son algo que hay que tolerar, o meros instrumentos que manejar», ni mucho menos «una “cenicienta” que siempre hay que mantener oculta porque es indigna de acceder al salón noble de los conciertos y de las razones superiores de la fe».
  •  «humildad y obediencia». «Humildad con respecto a los propios proyectos», explicó Bergoglio; «obediencia con respecto al Evangelio, criterio último; al Magisterio, que lo custodia; a las normas de la Iglesia universal, que lo sirven; y a la situación concreta de las personas, para las cuales no se quiere nada más que sacar del tesoro de la Iglesia lo que sea más fecundo para el hoy de su salvación».
  • «gritando la necesidad de ser ayudado para afrontar las dramáticas cuestiones que lo asaltan, ser paternalmente guiado en el recorrido nada obvio de su desafío, ser iniciado en el misterio de la propia búsqueda de vida y de felicidad».
  • Pero «solamente quien es guiado por Dios tiene título y autoridad para ser propuesto como guía para los otros», afirmó el Pontífice. «Puede amaestrar y hacer crecer en el discernimiento solamente quien tiene confianza con este maestro interior que, como una brújula, ofrece los criterios para distinguir, para sí y para los otros, los tiempos de Dios y de su gracia».
  • «el discernimiento del obispo siempre es una acción comunitaria que no prescinde de la riqueza de la opinión de sus presbíteros y diáconos, del pueblo de Dios y de todos los que puedan ofrecerle una contribución útil, incluso mediante aportes concretos y no meramente formales»: Como decía Doroteo de Gaza, «cuando no se tiene en cuenta al hermano y nos consideramos superiores, acabamos por enorgullecerse incluso contra Dios mismo». 
  • instaurar un «diálogo sereno», sin el «miedo de compartir, y a veces modificar, el propio discernimiento con los demás». Con los hermanos en el episcopado, a los cuales el obispo está unido «sacramentalmente»; con los propios sacerdotes, de los cuales «es garante de esa unidad que no se impone con la fuerza, sino que se entreteje con la paciencia y la sabiduría de un artesano»; con los fieles laicos, porque «ellos conservan el “olfato” de la verdadera infalibilidad de la fe que reside en la Iglesia».
  •  invitó a todos a «cultivar una actitud de escucha, creciendo en la libertad de renunciar al propio punto de vista (cuando se revela parcial e insuficiente), para asumir el de Dios». Y también a no «dejarse condicionar por ojos ajenos», sino más bien comprometerse «para conocer con ojos propios los lugares y a las personas, la “tradición” espiritual y cultural de la diócesis que les han encomendado».
  • «Acuérdense —dijo el Papa Francisco— de que Dios ya estaba presente en sus diócesis cuando ustedes llegaron y seguirá estando cuando ustedes se hayan ido. Y, al final, todos seremos medidos no con respecto a la contabilidad de nuestras obras, sino con el crecimiento de la obra de Dios en el corazón del rebaño que custodiamos en nombre del “Pastor y custodio de nuestras almas”».
  • El Pontífice concluyó exhortando a los obispos recién nombrados a «crecer en un discernimiento encarnado e incluyente», porque «la actividad de discernir no está reservada a los sabios, a los perspicaces y a los perfectos», sino que debe ponerse en diálogo «con el conocimiento de los fieles» pues «debe ser formada y no sustituida», «en un proceso de acompañamiento paciente y valiente». Trasmitir la «verdad de Dios» a los fieles no es proclamar obviedades, sino introducir «a la experiencia de Dios que salva sosteniendo y guiando los pasos posibles que hay que dar», explicó el Papa.
  • El objetivo es hacer que madure «la capacidad de cada uno: fieles, familias, presbíteros, comunidades y sociedades»: todos están «llamados a progresar en la libertad de elegir y realizar el bien que Dios quiere», afirmó Bergoglio, en un proceso «siempre abierto y necesario, que puede ser completado y enriquecido» y que «no se reduce a la repetición de fórmulas que “como las nubes altas que mandan poca lluvia” al hombre concreto, que a menudo está inmerso en una realidad irreducible a lo blanco o negro».
  • Una vez más, el obispo de Roma pidió a los pastores que penetren «en los pliegues de lo real y tener en cuenta sus matices para hacer que surja todo lo que Dios quiere realizar en cada momento». Hay que «educarse a la paciencia de Dios y a sus tiempos, que nunca son los nuestros», recomendó. «A nosotros nos espera, cotidianamente, acoger de Dios la esperanza que nos salva de cualquier abstracción, porque nos permite descubrir la gracia oculta en el presente sin perder de vista» su «plan de amor». Plan que es mucho más grande que nosotros. 

jueves, 7 de septiembre de 2017

EL 'derecho a la blasfemia' en un estado moderno



JESÚS MARTÍNEZ GORDO. 
Catedrático de Teología 
(En DV, Sábado, 02/009/17)


La exposición pública de una composición «de imágenes blasfemas» de Jesús Crucificado titulada ‘Carnicería vaticana’ en una txosna del recinto festivo es, al decir del obispado de Bilbao, «una agresión que ofende sentimientos profundos y creencias arraigadas». Solicita, por ello, «el amparo» y la intervención de las instituciones públicas responsables con el fin de promover el «valor básico de la convivencia social en paz y armonía».

Hay quienes abordan el asunto en términos de confrontación formal entre libertad religiosa y libertad de expresión. No faltan quienes ven en ello una ‘boutade’ que, sumada a otras de parecido estilo, puede acabar cargando las pilas de una ultraderecha dormida y acabar arruinando la convivencia democrática. Más allá de estos y otros análisis, es una buena ocasión para refrescar el debate abierto el año 2015, con ocasión de los atentados terroristas contra los periodistas de ‘Charlie Hebdo’ sobre el supuesto ‘derecho a blasfemar’ y sobre el tratamiento legal de comportamientos de este estilo en un Estado moderno.

En los códigos penales de los países europeos se encuentran tres diferentes maneras de abordar la blasfemia: su penalización directa, su evolución hacia el insulto o difamación por motivos religiosos y la persecución de lo que se entiende como incitación al odio (’hate speech’).

La blasfemia como delito es definida como una ofensa contra Dios, los preceptos y los símbolos de una religión. En Alemania, por ejemplo, se ha considerado blasfema una obra teatral en la que se representaba a un cerdo crucificado y se ha condenado a una persona que había escrito en papel higiénico: «el Corán, el Santo Corán», enviándolo a mezquitas y televisiones. Los críticos cuestionan la competencia del Estado en un asunto que pasa por enjuiciar cuestiones de fe o doctrinales, acarreando, casi siempre, una restricción de la libertad de expresión. Además, prosiguen, las convicciones religiosas acaban protegiéndose de las no religiosas y del ateísmo, quedando seriamente lesionadas la imparcialidad y la pluralidad.

La acogida de estas críticas explica que la consideración de la blasfemia como delito haya evolucionado en Italia, Grecia, Irlanda, Finlandia, España, Austria, Alemania, Chipre, Dinamarca, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Rumanía hacia el de insulto o difamación de la religión, extendiéndose el amparo a las confesiones minoritarias. Y explica también que Letonia y Polonia, hayan decidido proteger al individuo y a los grupos que profesan una determinada confesión, castigando las ofensas a la sensibilidad religiosa. En Polonia, por ejemplo, se ha penalizado como insultante proclamar que «el cerebro (el de los judíos) ha sido circuncidado».

Existe un tercer grupo de naciones integrado por todas las postcomunistas, (con la excepción de Rumania) juntamente con Holanda, que prefieren proteger a los creyentes más que sus convicciones. Criminalizan, por eso, la incitación al odio en el marco de la defensa y salvaguardia de la raza, el color, la nacionalidad, las opciones políticas, la orientación sexual, etcétera. Es una apuesta también criticada por la inexistencia de una definición de ‘incitación al odio’ que sea universalmente aceptada y porque suele ser bastante frecuente que tales leyes se apliquen de manera desigual, según se trate de religiones mayoritarias o minoritarias; y, por supuesto, a los ateos.

De este sucinto recorrido se puede concluir que la tipificación de la blasfemia como delito o el supuesto derecho a la misma ya no se puede plantear como solución a la relación, frecuentemente complicada, entre libertad religiosa y libertad de expresión. Urge reubicar la cuestión en el marco más amplio del respeto a la diversidad y pluralidad: amparar el insulto o la difamación de una persona o de un colectivo por sus convicciones religiosas, raza, color, nacionalidad, orientación sexual o de cualquier otro tipo no es propio de un Estado moderno que, además de democrático, promueve y cuida la convivencia cívica. Sin un mínimo de respeto, el ejercicio de cualquier libertad, incluida la de expresión, debilita la capacidad de vivir juntos, resintiéndose la misma democracia.


Queda en manos del lector, releer esta consideración en un mundo como el nuestro, convertido, hace tiempo, en una ‘aldea global’. «Cuando los periodistas de Charlie Hebdo fueron masacrados», declaraba el jesuita Franco Martellozzo, en África desde 1963, «un responsable musulmán local me dijo: ‘matar en nombre de Dios es el peor insulto a Dios, el pecado más grande’. Pero después, cuando el periódico volvió a la carga con una nueva caricatura y el gentío fanático quemó iglesias en Níger, el mismo amigo me dijo amargamente: ’provocar a los fanáticos no es una señal de inteligencia’».

Todo un ejemplo de sabiduría cívico-política para nuestros políticos. Y también para quienes integran la txosna bilbaína.