Termino de llegar a casa y lo primero que me dice mi marido es que ETA ha anunciado el cese definitivo.
      ¡Dios mío cuánta alegría! ¡Qué día tan bonito ha elegido ETA, el día de santa Irene, el día de Santa Paz! Esa paz tan esperada, tan soñada, tan trabajada, tan sufrida, tan inalcanzable cuando se miran las propias heridas y se violenta el derecho ajeno. Es Santa la paz porque sin ella no podemos ver a Dios, aunque acompañe nuestras heridas, aunque no borre nuestros recuerdos, ni repare nuestras ausencias. Es Santa la paz, porque sin ella nos ahogamos, como si ella fuera el aire que necesitamos para la vida.
      Hoy se coronan sueños, se abren horizontes siempre cerrados, se acaba el camino que no va a ningún lado y la historia empieza como una promesa, como algo nuevo, como un recién nacido que viene a la vida. Todo está por hacer, después de tanto hecho, de tanto trabajo de muchas y muchos. Habrá que cuidar esa criatura, mirarla con tiento, quererla del todo, vigilar su sueño, alimentarla entre todos para que nos crezca sana.
      Ojalá sea también el día del Perdón de todos para todos, de los heridos y los causantes de las heridas. Cuando nos hacemos daño todos necesitamos renunciar al rencor que nos ata al pasado, que nos inmoviliza, que cierra horizontes. Hoy empieza el camino que va a algún lado después de muchos años de no tener caminos, de no tener horizontes, de andar sin rumbo claro.
      Esta noche de otoño hará sentir envidia a la primavera, las hojas caídas son como retoños cargados de vida que rompen esquemas de lo que se espera. La noche se ha hecho más clara que lo que fue el día. Y hasta pueden que vuelvan las golondrinas para celebrarlo.
Me uno a vosotros y vuestra alegría, que hoy también es mía. Tengo presentes a tantas y tantos que han construido con su trabajo este gozo de todos y me siento deudora de los que ya se fueron y no pueden celebrar con nosotros este día tan deseado.
¡Zorionak , Euskalerria!
Matilde Gastalver