miércoles, 29 de abril de 2020

Apreciado padre, ¿la Iglesia no ha hecho nada?

NOTA:    En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
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Por Jordi Llisterri i Boix.
Mar, 28/04/2020

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Me van a perdonar que conteste en abierto un correo que hemos recibido estos días en la redacción. "Primero gracias por vuestro esfuerzo para seguir informando en tiempo de confinamiento. Como rector y sacerdote me llegan quejas y críticas contra las instituciones eclesiales por la falta de respuesta convincente al reto del coronavirus (que ha faltado solidaridad en abrir espacios a gente sin hogar y familias con problemas, que los hospitales han ofrecido los espacios a enfermos y nosotros hemos mantenido cerradas residencias, colegios mayores, que las entidades deportivas han ofrecido sus espacios mientras que los centros concertados han cerrado sus espacios deportivos ...) y no sé muy bien qué responder. Es cierto que Cáritas y algunas parroquias y obispados catalanes han hecho algo, pero la difusión ha sido escasa. Os propongo que alguien de la redacción haga un trabajo periodístico donde se recojan las acciones eclesiales -a nivel de Cataluña- para poder ofrecer una respuesta documentada a todas estas críticas ".

Pues bien, padre, tiene toda razón. Pero vayamos por partes.
Lo esencial debe contestarse con una pregunta. Antes de criticar la falta de respuesta eclesial preguntarse cada uno: "¿Qué he hecho para responder al coronavirus?" Si primero nos contestamos honestamente esta pregunta, quizás ya hemos respondido al resto de cuestiones. Y tampoco hay que ser muy exigentes en la respuesta. La situación era tan nueva que quizás no hemos acertado. Ni los de arriba sabían muy bien qué hacer. Pero lo importante es si hemos hecho algo.

En las decenas de artículos que hemos publicado sobre la reacción a la crisis del coronavirus verá algunas respuestas. Estamos en casa, pero eso no quiere decir que estemos encerrados en casa.

No se puede hacer un juicio general sobre cómo se ha reaccionado desde la Iglesia. Como siempre va por barrios. Hay críticas desde fuera y tampoco ayudan los que dentro de la Iglesia llevan las anteojeras de caballo y sólo braman para que se vuelva a decir misa pública.

Pero en general creo que ha habido una respuesta. Desde el ámbito parroquial o comunitario a menudo la edad de algunos de sus responsables lo ha dificultado. Es muy fácil enviar cosas por WhatsApp si tienes un grupo de WhatsApp con los contactos de la parroquia y todos los feligreses conectados. No siempre era así antes de la crisis. Pero como en tantos otros sectores se ha hecho un reciclaje acelerado. Además de las misas por internet, se está manteniendo mucha vida comunitaria a través de grupos virtuales. Cada día tenemos que hacer alguna actualización en la lista de servicios religiosos virtuales. También pasó durante la Pascua. Y cuando las redes virtuales no llegaban, ha continuado funcionando el teléfono para hacer el acompañamiento personal de la gente sola y que está sufriendo. Creo que esto lo están haciendo la mayoría de sacerdotes, religiosos, religiosas o gente de misa, aunque tengan 70 años y estén en su casa. En casa pero no encerrados.

Habría que añadir aquí la atención personal que han dado las personas que están en los servicios religiosos de los hospitales y los ministros de culto que han acompañado a las familias en la soledad de los enterramientos. Un cura de un hospital me contaba un dilema moral en el momento más grave de la crisis. Si hay escasez de los famosos EPIs para los sanitarios, ¿tenemos que gastar uno los curas para administrar un sacramento? Lo pongo como muestra de que a veces hay que tener presentes todos los elementos antes de juzgar.

La solidaridad no ha cerrado

Sobre la falta de solidaridad, creo que es bastante injusto. La red territorial de Cáritas (que recordemos que existe porque existen las parroquias) no se ha cansado de repetir estos días que las demandas básicas de primera necesidad se han multiplicado por tres. Y a pesar de que muchos de los voluntarios jubilados han tenido que cerrar en casa, no se ha cerrado.

A esta tarea más visible y organizada de Cáritas hay que sumar las iniciativas solidarias locales o parroquiales. Y muchas de las iniciativas de barrio o de vecinos que hay, alguna vez están bajo el paraguas de la Iglesia y muchas veces impulsadas por gente que además de tener buena fe también es gente de Iglesia.

Lo más destacable de estas iniciativas ¿sabe qué es, padre? Que la mayoría de veces da respuesta a la gente que está fuera de los circuitos sociales de la administración y que no entran en la letra pequeña de un Real Decreto. Pero es más difícil hacer una estadística y por tanto una noticia.

martes, 28 de abril de 2020

¿Una Iglesia ‘missing’?

NOTA:    En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
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Xabier Larramendi,
Noticias de Gipuzkoa. 26-04-2020
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Somos muchos los creyentes cristianos preocupados ante el acusado silencio que los medios de comunicación mantienen sobre todo lo relacionado con la Iglesia católica a lo largo de esta crisis sanitaria, social, económico-laboral y familiar provocada por el coronavirus. Estábamos acostumbrados a que del tema religioso en general y de la Iglesia en particular se informe poco y, por lo general, mal y haciendo gala de un gran desconocimiento de los temas.Pero ahora, ciertamente, parece que la Iglesia se encuentra “missing” o desaparecida del escenario de nuestra sociedad. 


Dada la tendencia manifiesta de los medios hacia lo novedoso, espectacular, populista y negativo, han destacado la multa impuesta por la policía municipal de Donostia al obispo de nuestra diócesis, las bendiciones con el Santísimo llevadas a cabo por algunos pocos sacerdotes y obispos en diferentes lugares del Estado o el desalojo por parte de la policía de una veintena de personas reunidas en la Catedral de Granada el Viernes Santo pasado. Y la crítica mordaz realizada por un famoso presentador: “francamente, no creo que se derrote al coronavirus rezando, pero no me hagáis caso que yo no tengo ni idea de ciencia”.

En este “silencio eclesial” influye, sin duda, la actitud encomendada por el mismo Jesús en el Sermón del Monte: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”; y la exhortación del autor de la primera carta de Pedro: “estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones; hacedlo, sin embargo, con sencillez y respeto, y con una conciencia limpia”. Estas citas nos indican el estilo propio que los creyentes cristianos y la Iglesia adoptamos habitualmente ante lo que hacemos. El déficit comunicativo eclesial es real, comenzando desde su propio interior, ya que solo los creyentes más cercanos y comprometidos tienen una visión más o menos objetiva de lo que en realidad acontece, se pretende y se lleva a cabo en nuestra Iglesia. Este déficit se multiplica hacia el exterior. Pero, sinceramente, creo que el problema no es principalmente eclesial en este ad-extra en esta ocasión, sino que depende muchísimo más de la actitud que nuestra cultura adopta ante la Iglesia, a la que considera frecuentemente como un residuo del pasado, difícilmente acreditable en nuestros días y sin futuro alguno. Y esto es algo constatable en nuestros medios en su búsqueda de lo sensacional, lo último, lo entretenido… con efecto anestésico.

Como ocurre en las edificaciones sólidas y antiguas que el pasado histórico nos ha legado, las piedras mejor talladas y más vistosas son fácilmente detectables, pero no son menos importantes aquellas que se mantienen más escondidas, formando parte del basamento y sosteniendo eficazmente el edificio. Siendo un cuerpo enraizado desde hace muchos siglos en nuestra vida privada y pública, si queremos ser objetivos, nos vemos obligados a reconocer la innegable función social que nuestra Iglesia desarrolla habitualmente. Y, aunque con las restricciones impuestas por el estado de alarma, también en esta crisis del coronavirus. En grandísima medida, lleva a cabo su labor en diálogo con las autoridades sociales y sanitarias competentes, respetando las medidas que estas han adoptado para los distintos colectivos en general y las actividades eclesiales en particular. Aunque nuestras iglesias y centros de reuniones permanezcan cerrados, no es una Iglesia que mire hacia otro lado, se desentienda de las dificultades y sufrimientos de los afectados y se desdiga prácticamente del mensaje evangélico que anuncia y predica.

Dada la rápida extensión de la pandemia, los responsables políticos han definido qué tareas deben de ser consideradas como “esenciales” y cuales son de segundo orden. Como no podía ser de otra manera, se ha reconocido la esencialidad de los servicios sanitarios y hospitalarios, del cuidado de tantos mayores ingresados en centros gerontológicos, así como los dedicados a suministrar los artículos de primera necesidad, entre ellos los alimentarios y farmacéuticos. Y en este punto coincido con una reflexión que se ha difundido en las redes. Así, si bien la misión de la Iglesia no ha sido catalogada como “esencial”, no por ello debe ser descartada como  superflua. Si periodistas, psicólogos, expertos deportivos, cuerpos de seguridad o cuentacuentos tienen un papel en esta crisis, para los creyentes la espiritualidad evangélica y la fe se convierten en algo esencial que motiva nuestra vida, la dota de sentido, nos “descentra” y compromete a favor de los débiles y nos abre a una esperanza inquebrantable. Y en esto, aunque algunas “estrellas” mediáticas no lo hayan descubierto todavía, la oración es decisiva, sin que pretendamos limitar nuestra actuación a lo oracional.

sábado, 25 de abril de 2020

Carta a Monseñor Omella. La Iglesia ante la pandemia

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Iniciativa del Grupo ERASMO

En estos momentos de pandemia queremos hacer llegar a nuestros pastores algunas consideraciones sobre el papel que la Iglesia española puede y opinamos que debería de jugar en esta crisis y en el inmediato futuro.

Lamentamos el perfil bajo y la escasa presencia pública de la Iglesia en estos días. Hemos echado en falta una llamada general a rebato a los católicos. Se han dicho muchas cosas, sin duda, pero la sociedad española no ha percibido la urgencia y decisión de esa convocatoria.

Y no es la hora de la discreción sino de la movilización. Necesitamos palabras que, como las del Papa, den luz y abran un horizonte de compromiso y esperanza.  Les pedimos que en esta situación de excepción, también su palabra de pastores de la Iglesia española sea excepcionalmente clara, fuerte y comprometida.

Nos reconforta, sin embargo, saber que, a pesar de que los medios de comunicación apenas lo reflejen,  la Iglesia española se ha puesto al servicio de la sociedad en estos momentos críticos, aportando recursos, locales, personal y dinero, para ayudar y aliviar allí donde se la necesitaba o se le ha solicitado. Desde una solidaridad básica, sin pretensión de protagonismo, la Iglesia se ha movilizado al servicio del bien común, desde los principios del Evangelio.

Pero la tarea es enorme y nos queda por delante un tiempo difícil en el que se pondrá a prueba nuestra capacidad para salir de la crisis como  un país castigado pero mejor, más justo, más sensible y atento a las víctimas de la enfermedad y a las víctimas de sus consecuencias económicas.

Desde esa preocupación, queremos pedirles:

- Sean una voz potente y unida en favor de los más débiles. No queremos que esta crisis se resuelva, como otras, con muchos más pobres por un lado y más millonarios por otro.

- Que apoyen, sin matices, la propuesta de la renta básica o ingreso mínimo vital para tantas personas que no solo no llegan a final de mes sino  que ni siquiera llegan al final del día.

- Que apoyen ustedes las políticas públicas necesarias para que, ante el horizonte que tenemos por delante, se permita un gasto presupuestario mayor  para que, en España y en toda Europa, se dé una recuperación de la economía justa y solidaria. 

- Junto a la acción política e institucional, son imprescindibles el compromiso y la generosidad de todos.  Pidan a las numerosas instituciones de la Iglesia que sean ejemplares en promover iniciativas solidarias y creativas.  Ya las hay,  como la renuncia de muchos sacerdotes a un salario. Pero tendrá que haber muchas más y por parte de todos.

- Que pongan todos los recursos personales y materiales de la Iglesia al servicio de esta causa. Ya hay locales cedidos, Iglesias abiertas, varios seminarios alojando a los sin techo o a los inmigrantes.  Que esta crisis sea una oportunidad para revisar el uso que se hace de nuestro patrimonio y adecuarlo a las nuevas necesidades.

- Que  lideren de forma decidida una respuesta masiva de la Iglesia a estos desafíos presentes y a los que se avecinan. Así como una propuesta de vida basada en valores evangélicos, alternativos a los que están en el origen del desastre.

jueves, 23 de abril de 2020

Nápoles “Forcella”: un retrato


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di: Giordano Cavallari (a cura)
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 Giordano Cavallari

Entrevista con Angelo Berselli, sacerdote de origen cremonés, antiguo párroco del barrio de la “Sanità”, en Nápoles, y que ahora desempeña su ministerio en el de “Forcella”.

§ Querido Don Angelo, nos conocimos en 2016: si no recuerdo mal, te movilizaste, durante mucho tiempo, junto con otros compañeros sacerdotes de Nápoles y después de una serie de asesinatos, cometidos en el barrio de tu parroquia, “Forcella”, para pedir a las instituciones más seguridad, más escuela, más trabajo. ¿Puedes recordar esos hechos en pocas palabras? ¿Qué ha pasado en estos años?, ¿cuál era la situación en Nápoles y en su parroquia antes de este nuevo asunto del coronavirus?

Querido Giordano, entre 2014 y 2016 experimentamos un período muy difícil debido a las actividades de los clanes. Sólo en 2015 tuvimos 50 personas asesinadas por la Camorra (la mafia napolitana), incluyendo personas completamente inocentes que no tenían nada que ver con el inframundo de la Camorra.

De estas tragedias surgió el levantamiento de las madres del barrio de la “Sanità” que recurrieron a la única institución en la que confiaban: ¡la Iglesia! Y esto dio lugar a la experiencia de “Un pueblo en marcha” que logró sacar a más de 10.000 personas a las calles.

Economía extralegal

Desde entonces, la situación ha mejorado considerablemente, al menos en lo que toca a los muertos, sin embargo, los barrios de Nápoles siguen estando lejos de soluciones definitivas a problemas profundos. Hay muchas actividades ilegales, como el contrabando de cigarrillos, el tráfico de drogas y la prostitución. Todo esto tiene raíces muy profundas en una economía sumergida muy generalizada, integrada por muchos vendedores ambulantes sin licencia que venden productos falsificados, cuidadores de parquin ilegales y demás.

Existe toda una economía que funciona —y no podría funcionar de otra manera— fuera de cualquier regla de legalidad.

El cuadro lo completa el terrible flagelo de la usura que literalmente asfixia a personas y familias. Te pongo un ejemplo para hacerme entender mejor: “Yo te presto 1.000 euros y tú, durante 10 meses, me tienes que dar 100 euros y, después de los 10 meses, me devuelves los 1.000 euros”. Esto podría expresar lo que pasa en “Forcella” en términos amigables.

Es un procedimiento frecuentemente llevado a cabo por mujeres sencillas detrás de las cuales están los capos de la Camorra. ¡Son préstamos con un interés del 120%!  Y conste que he puesto un ejemplo partiendo de una pequeña cantidad. Por otra parte, tengo que decir que para las personas que recurren a estos préstamos, los bancos son realidades inaccesibles. Cuando la actividad se reanude después de la pandemia, predigo que éste va a ser el más grave de los problemas.

Y para completar la situación de Nápoles y de mi barrio se puede poner también un poco de ludopatía, otro poco de alcoholismo y otro de adicción a las drogas.

Efectos del virus en el distrito de Forcella

§ ¿Puedes decir cuál es el efecto del virus, y especialmente de las medidas para combatir el virus, en tu gente?

Obviamente, una realidad como la pandemia rebaja el nivel de vida general y, para quienes ya era difícil mantenerse a flote, el riesgo de ahogarse es grave. Pero, como suele ocurrir, las dificultades acentúan tanto las situaciones negativas como las positivas.

miércoles, 22 de abril de 2020

Hil kanpaiak / Toque de difuntos

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Horma bako parrrokiak


En nuestro país se han llevado a cabo diversas acciones cuando una persona ha fallecido (a causa de ETA o de ETA o por violencia de género…). Paros, manifestaciones, silencios, plantones frente al Ayuntamiento. En esta ocasión han fallecido más de 1.000 personas, y no hay gestos para expresar el duelo y la solidaridad con las familias y amigos. Hoy se cumplen 40 días desde el inicio del confinamiento, y como signo de duelo y de solidaridad hacia familias y amigos, las campanas de nuestras parroquias de Arratia tocarán los toques de difunto a las 9 de la noche. Si alguien te pregunta "¿quién ha muerto?", responde: "1.000 personas, más de 1.000 historias".
Una sociedad sana no puede olvidar a sus muertos.

Gure herrian batan bat hil danean edo hil dabenean (ETAk edo ETAkoa edo genero indarkeriaz edo…) hainbat ekintza burutu izan doguz. Paroak, manifestazioak, isiluneak, udaletxe aurrean plantoak…  Oraingoan 1.000 baino gehiago hil jakuz eta ez dago dolua azaltzeko eta familia eta lagunei alkartasuna adierazteko kinurik… Gaur 40 egun betetzen dira itxialdia hasi zala, eta dolu ezaugarri moduan eta familia eta lagunei alkartasuna adierazteko ezaugarri apal eta txiki lez, gure Arratiako parrokietako kanpaiak hil kanpaiak joko dabez gabeko 9etan. Batan batek itaunduten badeutsu “Nor hil da?”, zuk erantzun: “1.000 pertsona, 1.000 historia baino gehiago”.
Gizarte sano batek ezin ditu bere hildakoak ahaztu.