sábado, 28 de mayo de 2016

Quieren mantener la Iglesia en la zona rural



Élise Descamps,
Harol (Vosges) 
La Croix 11.V.2016



            Una quincena de asociaciones, presentes en el medio rural, proponen un estilo de comunidad cristiana, complementaria a la de las parroquias.

Estos católicos, reunidos el fin de semana de la Ascensión en su encuentro bienal, trabajan para que el campo no muera.

Hablan de los refugiados, de la transición ecológica y de la prevención del suicidio; acogen a los migrantes, se reúnen con los políticos, se forman para la comunicación pacífica, leen la Biblia y organizan los comedores para los más necesitados. ¿Acaso son éstos los problemas del mundo rural? Pues sí, a pesar de los estereotipos. Estos cristianos rurales, la gran mayoría de ellos formados en la Acción Católica y buscadores incansables de un mundo más justo, se ven a sí mismos perteneciendo a la sociedad lo mismo que los de otros tiempos.

Mylène, Christian, Jean, Elisabeth y otros cincuenta, procedentes de diferentes “presencias de la Iglesia en el mundo rural” se reunieron el fin de semana de la Ascensión en Vosges, para su tradicional encuentro nacional bienal, llamada “Inter-lieux”.

Cristianos, ante todo, comprometidos, en un ámbito muy concreto: el mundo rural. “Cuando regresé a Lille, donde cursé mis primeros estudios, y vi la gran cantidad de iniciativas emprendidas por los católicos, me dije, ¡no es justo quedarse al margen!

“En Francia, la caída de la población es cada vez más acusada en los grandes centros urbanos y un desierto en cuanto se sale de allí. Y lo mismo pasa en la Iglesia”, se lamenta Elisabeth San-Guily. Para esta treintañera, nacida en una familia urbana de Yvelines, instalarse en el campo, en Avesnois (Norte), hace once años, fue, a pesar de todo, una buena elección, después de sacar el título de ingeniero en agronomía y el de sociología. “Durante el tiempo de formación agrícola, el primer año, me enamoré de este medio. Tuve la enorme suerte de encontrarme con la gente del MRJC (Movimiento rural de la juventud cristiana). Y, desde entonces, me he sentido muy a gusto con ellos”.

“Su” Iglesia la forman el CMR (Cristianos en el mundo rural), un grupo musical formado por miembros de diferentes parroquias, y el Vivier (Vivero), asociación vinculada a la red informal de lugares atípicos de la Iglesia en el mundo rural. Es ella quien la co-preside y la que anima, sobre todo, los cine-fórum. Pero es, de lejos, la única joven, en medio de una gran mayoría de sexagenarios. “Éstas, apunta, son personas que han conocido mayo del 68, el Vaticano II, han hecho grandes cosas, son dinámicas y quieren transmitir lo que han vivido. ¡Pero, cada día somos menos, sobre todo, en el mundo rural! Cuando nos reunimos, me imagino la vida dentro de diez años y, la verdad, se apodera de mí la inquietud”.

De todas formas, la penuria de sacerdotes, mucho más aguda en el campo, no le hace enloquecer a Mylène Lambert, 58 años, presidenta del Horizon, en Harol (Vosges).  “Me veo como responsable cristiana. Por supuesto, el sacerdote es el encargado de los sacramentos, pero ¿quién dice que, gracias a mi compromiso, especialmente con los extranjeros, no soy yo también una fuente de vida?  La dificultad en el mundo rural, es el apego a las estructuras, y la falta de reconocimiento de que hay una gran diversidad de personas que están asumiendo, discretamente, muchas responsabilidades”. Se enfurruña un poco más en lo referente a la falta de misa dominical: “hace tiempo, la gente no lo tenía tan fácil como ahora para desplazarse, y, además, la comunidad de proximidad impuesta era la parroquia. Yo, estoy contenta de formar parte de Horizont, aun sabiendo que dista 55 km de mi casa. No queda más remedio que reinventar las cosas”, apunta.

sábado, 21 de mayo de 2016

Opción ecologista



El nuncio en Costa de Marfil el 14 de mayo, optando por la «Laudato si'» y un transporte sostenible, envidia de algún obispo...

viernes, 20 de mayo de 2016

«EL OLIVO»



Cine con raíces


Dirección: Icíar Bollaín.  
País: España.  
Año: 2016. 
Duración: 98 min.  
Género: Drama.  
Reparto: Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Pep Ambrós
Guion: Paul Laverty.




Una de las realizadoras más interesantes del panorama cinematográfico español es la madrileña Iciar Bollaín. Actriz y directora, la trayectoria de Bollaín es de una honestidad marcada por la realización de un cine humano y comprometido socialmente. Temas como el maltrato a las mujeres, la explotación del Tercer Mundo o las ONGs, por ejemplo, han pasado ante su cámara haciendo palpitar al espectador ofreciéndole unas obras reflexivas, vibrantes y sencillas.

Con “El olivo” la directora madrileña nos presenta una fábula hermosa sobre la ecología y la dignidad de la Naturaleza. El film narra la historia de Alma, una joven de 20 años que trabaja en una granja de pollos en un pueblo de Castellón. Alma arrastra un drama que la lleva a autolesionarse, tener relaciones con desconocidos y mantener un carácter rudo y distante. Esta lucha interior de la joven viene motivada porque su familia vendió un olivo milenario hace años en contra de su voluntad y de la de su abuelo, único ser que de verdad le importa en la vida.

¿Están los obispos en Babia?



Los obispos piden sencillez en la Primera Comunión y donar parte del regalo a refugiados o vecinos en paro



Los obispos españoles recomiendan "sencillez" y "dignidad" para las fiestas de Primera Comunión que se celebran en esta época del año y desde la Conferencia Episcopal proponen a los niños donar una parte de las propinas que reciban como regalo a los refugiados o a los vecinos que están en paro. Unos 245.000 niños reciben cada año este sacramento.

"Desde la Iglesia buscamos más el compartir, por ejemplo, de las propinas recibidas entregar una parte para los niños necesitados de lejos —los refugiados, en Ucrania, Ecuador o a los misioneros— y de cerca —vecinos en paro, Cáritas—", ha subrayado a Europa Press el director del secretariado de la subcomisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Luis Martín Barrios.

En todo caso, aconsejan regalar libros o algún juego educativo mejor que móviles o videojuegos, pero siempre "como detalle" ya que "en el niño debe quedar vivamente marcado que el gran regalo de ese día es Jesús".

En cuanto al traje de comunión, la CEE sugiere a los padres que los niños vayan vestidos "de calle", que les pueda servir después en la vida ordinaria y cuidando los principios de "sencillez y dignidad". "La Iglesia sí incide en que los niños y niñas vayan limpios por dentro y guapos por fuera", subraya Martín Barrios, al tiempo que destaca la iniciativa de algunas parroquias y colegios que ofrecen la posibilidad de que los niños vayan vestidos con túnicas con el fin de evitar diferencias sociales y gastos superfluos.

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Qué tipo de comunidad es una parroquia?



Extractado del capítulo “La parroquia: sus figuras, sus modelos y sus representaciones”, de Gilles Routhier (Québec), en el libro “La nueva parroquia”, Sal Terrae.


Un segundo modelo de parroquia es el de la comunidad cristiana. El lenguaje con esta connotación comunitaria se generalizó en la Iglesia a partir de 1960, que se corresponde, más o menos con la emergencia de una nueva sensibilidad que quería priorizar las relaciones cálidas e inmediatas entre las personas, más que apostar por unas relaciones funcionales definidas institucionalmente.
En este contexto, la “comunidad cristiana” aparece entonces como la nueva “imagen-guía” capaz de poner los cimientos de un nuevo proyecto de parroquia…. Pero antes de canonizar esta idea de parroquia sería bueno examinar la solidez de su fundamento y explorar un poco su origen.
La teología no era la única disciplina que trabajaba con el concepto de comunidad, que es, ante todo, un término que pertenece a las ciencias sociales. … Los estudios sobre la parroquia fueron particularmente florecientes en este periodo. En ellos se descubría que especialmente las parroquias urbanas no eran “comunidades naturales” como lo habían sido en otro tiempo las parroquias rurales, comunidades establecidas sobre la base de unas relaciones cortas o de solidaridades primarias: vínculos de vecindad o de familia. El anonimato se interpretaba como corrosivo para el cristianismo, que había prosperado, a lo largo de los últimos siglos, en un marco social de tipo comunitario.

Esta nostalgia del medio rural, en el que la comunidad natural y parroquia se superponían, marcó a la institución parroquial en el medio urbano, donde se intentó reproducir una comunidad natural de pertenencia. A ello se llegó al iniciarse el movimiento de urbanización de comienzos de siglo. De ahí a identificar el “estar juntos los cristianos” con una forma concreta de sociabilidad no había más que un paso. Y ese paso iba a darse muy pronto. La expresión “comunidad cristiana”, ya entonces disponible en los documentos eclesiales, sobre todo en los textos conciliares, iba a verse investida de un nuevo contenido y a ser ampliamente utilizada al hablar de la parroquia. Toda la literatura sobre la parroquia a partir de 1965, aunque no anunciaba simplemente la desaparición de la parroquia, preconizaba, si no la abolición del principio territorial, sí al menos la revisión de la idea de parroquia que debería establecerse a partir de la reunión de pequeños grupos afines construidos sobre la base de unas relaciones de proximidad. Sobre este asiento se constituirían verdaderas “comunidades cristianas”. La parroquia debía llegar a ser un pequeño grupo de afinidad compartiendo un ethos cultural común, un pequeño grupo de relaciones inmediatas y cálidas en el que lo que se valora es el compartir y la comunicación.

martes, 17 de mayo de 2016

El perfil del sacerdote que no tiene ninguna agenda que defender, según Francisco

No habló sobre política ni citó la nueva ley italiana sobre las uniones civiles. No volvió a afrontar las emergencias sociales, como la de la migración, sobre la que pronunció algunas palabras hace pocos días al recibir el premio Carlo Magno. Papa Francisco intervino frente a los obispos italianos reunidos en asamblea y trazó el perfil del sacerdote. Explicó que es un hombre de paz, de relaciones, con una vida simple, que siempre está disponible para las personas. No es un burócrata o un funcionario andino, no se fija en la eficiencia ni se escandaliza por la fragilidad del ánimo humano. En un pasaje de su discurso, refiriéndose a las estructuras que se ocupan de los bienes económicos, invitó a los obispos a «mantener solo lo que sirve para la experiencia de fe y caridad del pueblo de Dios».


Un cambio de época

La «renovación del clero» es el tema que eligió la asamblea de la Conferencia Episcopal de Italia para la discusión durante su asamblea. El Papa propuso a los obispos que se pongan a escuchar, acercándose a «alguno de todos los párrocos que se gastan en nuestras comunidades». ¿Qué es lo que «da sabor» a su vida? Francisco respondió recordando que el contexto cultural es diferente del que vivía en el pasado, porque «también en Italia muchas tradiciones, costumbres y visiones de la vida han han sido incluidas por un profundo cambio de época». «Nosotros, que a menudo nos encontramos deplorando este tiempo con tono amargo y acusatorio, debemos advertir también su dureza: en nuestro ministerio —añadió el Papa—, ¡cuántas personas encontramos que viven en afanes por la falta de referencias! ¡Cuántas relaciones heridas! En un mundo en el que cada uno se piensa como la medida de todo, ya no hay sitio para el hermano».


No escandalizarse por las fragilidades

La vida del sacerdote, con este paisaje de fondo, «se vuelve elocuente, porque es diferente, alternativa». Como Moisés, «él es uno que se acercó al fuego y dejó que las llamas quemaran sus ambiciones de carrera y poder. También quemó la tentación de interpretarse como un ‘devoto’, que se refugia en un intimismo religioso que tiene muy poco de espiritual». «Está descalzo, nuestro sacerdote —continuó—, con respecto a una tierra que se obstina en creer y considerar como santa. No se escandaliza por las fragilidades que sacuden el ánimo humano: consciente de ser también él mismo un paralítico curado, se queda a distancia de la frialdad del rigorista, así como de la superficialidad de quienes quieren mostrarse condescendientes». En cambio, insistió Bergoglio, «acepta encargarse del otro, sintiéndose partícipe y responsable de su destino».


No es un burócrata

El sacerdote «con el aceite de la esperanza y de la consolación, se hace prójimo de cada uno, y está atento para compartir su abandono y sufrimiento. Habiendo aceptado no disponer de sí, no tiene una agenda que defender, sino que entrega cada mañana su tiempo sl Señor para dejarse encontrar por la gente. Así, nuestro sacerdote no es un burócrata o un andamio funcionario de la institución; no está consagrado a un papel de empleado, ni lo mueven los criterios de la eficiencia».

lunes, 16 de mayo de 2016

Marejada en la Iglesia

Jesús Martínez Gordo
Catedrático en teología

 
            Marejada con fases de mar arbolada. Provocada por un papa venido “del fin del mundo”, nieto de italianos, que añora poder “callejear” por Roma como lo hacía en Buenos Aires, que tiene a la misericordia como el santo y seña de su pontificado y que, además, es hijo espiritual de Ignacio de Loyola, probablemente, el guipuzcoano más universal de todos los tiempos. Este singular sucesor de Pedro que quiso que su primer viaje fuera a la isla de Lampedusa (para poner en el mapa de la información mundial el drama de los migrantes), está removiendo los cimientos de muchos “lobbies” eclesiales que durante los últimos cuarenta años han controlado el gobierno de la Iglesia católica. Y con los de ellos, los de no pocos colectivos civiles que, mira tú por dónde, les han apoyado, obviamente, mientras propiciaban decisiones favorables a sus intereses.

Cuesta encontrar en la historia de la Iglesia un comportamiento tan beligerante (y hasta insultante) contra un papa. Y más, por parte de quienes, rozando la “papolatría”, acusaban -no hace mucho- a todos los que no estaban en su onda, de tener poco (o ningún) amor al sucesor de Pedro. Les importaba un comino que dicha valoración fuera ejercida desde la “empatía crítica”. Lo único que buscaban era que todo el mundo cerrara filas en torno al magisterio y al gobierno de quien gustaban llamar “el vicario de Cristo”; un título que, según Jesús de Nazaret, corresponde a los hambrientos, sedientos, encarcelados, enfermos, desnudos y, en definitiva, a los parias y crucificados de todos los tiempos. Y de nuestros días.

Pues bien, (mejor dicho, pues mal, muy mal), a estos beligerantes partidarios de las “verdades innegociables” las lanzas se les han convertido en podaderas en poco más de tres años. Los que Francisco lleva al frente del timón de la barca de Pedro. Y ya no saben qué hacer. Bueno, sí, hay una cosa que han empezado a practicar con tanta o mayor pasión que como cuando daban leña sin piedad: denigrar e insultar a Francisco, sus enseñanzas y sus decisiones. Es, se les oye decir, un demagogo, está contaminado de populismo peronista, le divierte el “buenismo”, sabe poca teología, es un incontinente verbal, mantiene un discurso pauperista, es un teatrero y cuando, buscando estar al lado de las víctimas de la pedofilia, reparte estopa, acaba metiéndose “en camisas de once varas” de las que ellos tienen que sacarle. Así se manifestaba –“off the record”, por supuesto- un obispo de estas tierras no hace mucho. ¡Tiene bemoles la cosa!