lunes, 13 de febrero de 2023

‎“El mundo pasa hambre y derrocha comida”‎

Fuente:    La Vanguardia

Por   Domingo Marchena

Barcelona

12/02/2023


La restauradora barcelonesa Ada Parellada, adalid de la cocina del aprovechamiento y embajadora de numerosos proyectos solidarios, tuvo esta semana un zafarrancho de combate en su restaurante Semproniana (Rosselló, 148). Preparaba una cena muy especial, con productos donados por empresas cómplices de Manos Unidas contra el Hambre. Alimentos saludables, sabrosos y nutritivos… pero a punto de caducar.

“¿Cómo es posible que se desperdicie y se arroje a la basura tanta comida en un mundo donde 828 millones de personas pasan hambre?” La chef estaba preguntándose eso mismo cuando una repartidora trajo un abundante suministro de leche. Mujer de acción, Ada se puso inmediatamente a trabajar porque pensó que eran más donaciones y que también tenían cerca la caducidad: “La utilizaremos para los postres de esta noche”.

Poco después, la repartidora regresó. “Perdón, me equivoqué de dirección.  ¿Y la leche?”, preguntó. “Ahí”, y le señalaron una deliciosa crema catalana. Fue la anécdota de una jornada con pocos motivos para sonreír. Mireia Angerri, presidenta de Mans Unides contra la Fam (la delegación en Barcelona de esta oenegé católica contra la pobreza y la desigualdad), recordó que “el mundo pasa hambre y desperdicia comida”.

Mireia, licenciada en Económicas y Empresariales y con un posgrado en dirección y gestión de fundaciones y entidades sin ánimo de lucro, fue la otra gran anfitriona y alma mater de la cena. Patrocinadores, socios, voluntarios, colaboradores y amigos, el motor de Mans Unides, se citaron para recaudar fondos destinados a campañas altruistas. “No es caridad: es justicia”. Esta vez sin sorpresas, y no como el año pasado…

A Pilar Nieto, miembro de la organización, le correspondió en la reunión del 2022 un asiento en el que había un letrero: “Te ha tocado vivir en un país pobre. Tú no tendrás comida”. Para que Pilar pudiera cenar, sus compañeros de mesa tenían que repartir sus raciones con ella. Esa mesa es la metáfora del mundo por el que luchan Manos Unidas y su delegación de Barcelona, una de las 72 que esta entidad tiene en toda España.

Dice Ada Parellada: “Con la comida que tira a diario medio mundo podríamos solventar el hambre que pasa el otro medio mundo”. Las cifras de Manos Unidas obligan a echarse las manos a la cabeza. El problema no es solo la desnutrición. También la malnutrición. Hay personas que comen, pero comen mal. Más de 3.100 millones de seres humanos no pudieron permitirse una dieta saludable en el 2020.

Así lo reconoce la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, también conocida por las siglas FAO. Lo paradójico de la cuestión, como denuncia Martín Caparrós en un libro tan revelador como doloroso, El hambre (Anagrama), “no es la falta de comida para todo el mundo. Es que la comida está muy mal repartida”. Y la que sobra o dejamos que se estropee acaba siendo derrochada.

Por eso, el lema del nuevo curso de Manos Unidas (que puede citarse indistintamente en catalán o castellano) es Frenar la desigualdad está en tus manos. Es su campaña 64, una por año desde su fundación, en 1959. El viejo ejemplo de más vale enseñar a pescar que regalar un pez sigue vigente. Hay mil formas de luchar contra el hambre, dice esta oenegé. Fomentar la escolarización de las niñas es una de ellas. ¿Por qué?

“Porque la pobreza tiene fundamentalmente rostro femenino”, recuerda Mireia Angerri, que se felicita de que las mujeres también sean mayoría en esta organización; la casa madre, Manos Unidas, está dirigida por otra, Cecilia Pilar Gracia. “La no alfabetización condena a millones de mujeres a trabajos no dignos y fomenta la feminización de la pobreza”. Erradicar la desigualdad será el eje de la oenegé los próximos 12 meses.

La desigualdad, señalan Mireia Angerri y Cecilia Pilar Gracia, “se ha convertido en una de las mayores amenazas mundiales y provoca que millones de personas vivan en la pobreza”. Con el dinero pasa lo mismo que con la comida: está mal repartido. Según Forbes, la riqueza creció casi un 10% durante el 2021 (¡en plena pandemia y crisis sanitaria!), lo que aumentó aún más la brecha entre los más ricos y los más pobres.

El 1% de las grandes fortunas acumulan más del 45% de la riqueza total. Y, mientras eso ocurre, 1.300 millones de personas sufren pobreza multidimensional (es decir dos o más de estos ámbitos son para ellas un lujo inalcanzable: educación, agua, alimentos, vivienda y salud). Y además 700 millones viven en la pobreza extrema y otros 828 millones “pasan hambre en un mundo en el que se tira la comida a espuertas”.

Un lector medio habrá tardado menos de 27 segundos en leer el párrafo anterior. Durante ese brevísimo lapso de tiempo, tres personas han muerto de hambre en el mundo, una cada nueve segundos. Sobrecoge imaginar cuántas deben ir ya desde la frase inicial (“La restauradora barcelonesa Ada Parellada…”). “La pobreza no está para ser comprendida, sino para ser erradicada”, decía un gran santo laico de nuestros días, san Vicente Ferrer.

Algo parecido dice el papa Francisco: “Frente a los pobres no se hace retórica, sino que se actúa”. Y eso hace desde 1959 ese milagro que congregó una noche de esta semana a 70 personas en el restaurante Semproiana, la mayoría (¿cómo no?) mujeres. Setenta personas son muy pocas, pero muchos pequeños grupos de 70 personas pueden aspirar a cambiar el mundo. Manos Unidas tiene más de 70.000 socias y 6.000 voluntarias.

Gracias a ellas se impulsan unos 500 proyectos de desarrollo en 55 países. Pero se necesitan más manos para la tarea que queda por delante. La organización, además, necesita rejuvenecerse. Savia nueva, alegre y brillante como la de Maria y Clàudia, las jóvenes que hicieron una pequeña subasta al término de la cena para aumentar un poquito más la recaudación del acto. Hasta el último céntimo se destinará a combatir la pobreza.

Según el Banco Mundial, la mitad de la población, unos 4.000 millones de almas, vive por debajo del umbral de la pobreza: menos de cinco euros al día. Habrá quien pensará que escribir que una persona muere de hambre cada nueve segundos en el mundo es una barbaridad. Y tendrá razón: hay fuentes que aseguran que en realidad las muertes se producen mucho antes, cada cuatro segundos. Uno, dos, tres, cuatro. Uno, dos…

La cena de Ada Parellada y Mireia Angerri, entre otras mujeres, fue agradabilísima, pero esos datos sobrevolaron la velada. Por eso se dijo al principio que hubo pocos motivos para sonreír. ¿O sí? Recordáis a Pilar Nieto, a quien le tocó en el 2022 vivir en un país pobre y quedarse sin cenar. En realidad fue la que más y mejor comió, a raíz de la generosidad del resto de comensales de su mesa. A eso enseña Mans Unides. A compartir.

 

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