Muere Enrique de Castro, el cura que se peleó con la cúpula de la Iglesia en favor de los marginados y que dedicó sus más de 50 años de profesión a ayudar a todo tipo de personas desde la parroquia San Carlos Borromeo de Madrid
Hemeroteca — Enrique de Castro, el cura que no se calla
Fuente: El Diario
Por Javier Baeza
15/02/2023
Enrique Castro ha fallecido esta madrugada a los 80 años. El cura que no se calla, de la iglesia de San Carlos Borromeo, se hizo famoso en 2007 junto a sus compañeros por el desencuentro que tuvo la parroquia con la cúpula eclesiástica del Arzobispado de Madrid –y de toda la Iglesia– a cuenta del tono transgresor de las liturgias que oficiaban. Sus posiciones, siempre en el lado de los marginados, estuvieron a punto de costarles el hábito.
¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche! – San Juan de la Cruz.
Como dijo el pueblo de la existencia de Monseñor Romero, se puede decir de la vida de Enrique de Castro que, en él, Dios pasó por Vallecas. Y pasó no para quedarse instalado en sus luchas, dramas e incertidumbres… sino para anunciar que era posible esa “gran fiesta” del encuentro y la solidaridad.
Si recuerdo algo de Enrique es, precisamente, su capacidad profética. Siempre, desde la Fe, la coherencia personal y la Esperanza, saliendo a buscar a quienes pocos querían tener cerca. Desde esas celebraciones dominicales, el arrojo de empeñar a jóvenes toxicómanos, expresidiarios y otros en la aventura laboral de Traperos de Emaus, o ese acompañar a madres traspasadas por el dolor de ver a sus hijos y familias destrozados por la maldita droga.
Esas luchas contra la exclusión que animó y protagonizó, no desde la institución de poder cual fuera esta, cuanto, desde el barro, hombro con hombro y asumiendo todos, la necesidad de protagonismo en dichas escaramuzas sociales. Animando, aquí y allá, esa “revolución participativa” –como él mismo decía– que ahuyentase los demonios de la pobreza, la exclusión y el prejuicio.
Traer a la memoria a Enrique, en estos momentos, desde el cariño y la deuda vital con él, es empeñarnos en hacer de este mundo un lugar más habitable. Seguir esa estela de buena gente a quienes tuvimos la fortuna de conocer y con cuyo recuerdo tenemos la obligación moral de intentar vivir desde las claves y postulados que animaron sus vidas. Aquellos que para él fueron faros y a los que se suma en este peregrinar: Alberto Iniesta, Padre Llanos, Fabián, Julio Lois, Pedro Sánchez… y tantos otros –y tantas otras– que hicieron de Enrique lo que ha sido y será para quienes tuvimos la fortuna de conocerle.
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