lunes, 16 de agosto de 2021

El islamismo político fracasa en Túnez

El partido islamista Ennahda es señalado como el principal culpable de la mala gestión y de la corrupción en el país

 

Fuente:   El País

Ricard González

11/08/2021


Partidarios del presidente tunecino, Kais Said, en las calles de Túnez el 25 de julio de 2021.STR / EFE

Cuando la noche del pasado 25 de julio Kais Said, el presidente de Túnez, se arrogó plenos poderes y maniató al Parlamento, miles de eufóricos tunecinos salieron a las calles a celebrarlo. En sus cánticos y gritos, había casi tantas muestras de apoyo a Said como improperios hacia su principal adversario, Ennahda, el histórico movimiento islamista moderado de Túnez. Una dura sentencia para un partido que arrasó en las primeras elecciones libres tras la dictadura en 2011 y que aspiraba a convertirse en el partido hegemónico de la nueva Túnez democrática.

“La trayectoria de Ennahda durante esta década posrevolucionaria ha sido una decepción para todos, incluso sus propios militantes”, sostiene el periodista e investigador Aymen Harbawy. De hecho, la crisis que atraviesa el país encuentra un reflejo en el seno del movimiento, donde crecen las voces que piden una dimisión de la dirección actual, a la que culpan de los errores cometidos en los últimos años, en los que ha gobernado como socio no mayoritario en coaliciones, y que han alienado a parte de la sociedad tunecina.

“Hay desacuerdos en la línea política, pero también sobre la gestión interna del partido hecha por su líder histórico, Rachid Ghannouchi. A menudo, no se han respetado las normas democráticas de elección de cargos”, explica un miembro de una familia histórica de Ennahda. Durante su última reunión del pasado miércoles, el Consejo de la Shura, máximo órgano de dirección, llamó a realizar un “ejercicio de autocrítica”, pero no rodaron cabezas, tal como pedía el sector crítico. “El partido está dividido en dos campos. Varios dirigentes abandonaron la reunión antes de que terminara”, comenta la analista Huda Mzioudet.

Una amplia corriente de opinión en Túnez señala a Ennahda como el principal o único culpable de la mala gestión gubernamental y de la extendida corrupción que carcome el Estado, que se ha traducido en una pérdida en el nivel de vida para el ciudadano de a pie. El partido islamista moderado lideró el primer gobierno posrevolucionario y la Asamblea Constituyente que redactó la actual ley fundamental en 2014. Entonces, su propuesta de incluir la sharía como fuente de derecho, generó una fuerte resistencia entre los sectores laicos, lo que forzó al partido a renunciar a ello. Pero la polarización entre islamistas y laicos ya no desapareció.

Si bien sus rivales laicos de Nidá Tunis ganaron las siguientes elecciones, en 2014, Ennahda pactó con ellos y ha estado presente con una mayor o menor cuota en la decena de Gobiernos que se han ido sucediendo desde la caída del dictador Zine el Abidine Ben Alí, en el primer levantamiento de la llamada primavera árabe. Aunque ha ganado tres de las seis elecciones celebradas hasta la fecha, su porcentaje de votos se ha ido reduciendo progresivamente: de los 1,5 millones de votos de 2011 pasó a los 500.000 de las legislativas de 2019.

 

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