Fuente: settimananews.it
Por Sergio Di Benedicto
20/10/2025
Hay quienes desearían una declaración más clara de León XIV sobre Palestina, una condena más dura de la guerra, una mayor preocupación por Gaza; hay quienes desearían su presencia en Kiev o en su Chicago natal, donde la situación es cada vez más intensa. Hay quienes desearían una intervención para sabotear el Sínodo o para relanzarlo. En resumen, en muchos temas, incluso aquellos de relevancia inmediata y trágica, muchos desearían un León XIV más incisivo. Y yo también, lo confieso, a veces me encuentro en esta situación...
Entonces me detengo a reflexionar. Y observo. La voz de Prevost es menos pronunciada, debido a su carácter, timidez, postura intelectual y educación. En cambio, se escuchan las voces de Pizzaballa, Parolin, Cupich, Zuppi, la Hermana Clémence... es decir, se escuchan voces locales, más conocedoras de ciertos temas, en las situaciones más complejas y dolorosas. Personas que viven, que tienen las manos en la masa, y que tienen la profundidad de pensamiento, la fe y la humanidad para hablar y ser autoritarias.
¿Quizás, ya entrado el siglo XXI, hemos llegado a un catolicismo menos papal o pospapal? ¿Un catolicismo en el que las voces locales, las iglesias del mundo y sus pastores, y los propios fieles puedan hacerse oír porque la del Papa es menos poderosa? No sé hasta qué punto esto sea un deseo, una elección, una necesidad, una consecuencia natural de una personalidad reservada (la de León). Sin embargo, quizás nos encontremos ante un catolicismo pospapal, que cierre la era de la comunicación y la "gobernanza" que comenzó con el carismático Juan Pablo II y terminó con el carismático Francisco.
Lo cual supondría también tener voces disonantes y contrastantes, algo que, por lo demás, viene sucediendo desde hace años, cuando la polarización ya era muy fuerte con Bergoglio y sus detractores (a quienes se les concedió amplia libertad de expresión, incluso dentro del colegio cardenalicio, más allá de narrativas interesadas).
¿Un catolicismo pospapal, entonces? Esto tendría muchas consecuencias, empezando por la posibilidad de una mayor responsabilidad para los creyentes: el papa ya no tiene la última palabra en todos los asuntos, su palabra ya no es decisiva para el mundo católico. Hay personas más competentes, con más experiencia y con más conocimientos en campos específicos: el papa ya no lo es todo (suponiendo que lo fuera antes).
Y esto podría ser un verdadero paso adelante: ya sea colegialidad o sinodalidad, compartir o fraternidad; ya sea simplemente ser discípulos, con diferentes dones, carismas y roles, del único Jesús de Nazaret. Pero la consecuencia no es insignificante; el barco abarca muchas figuras. Así, por ejemplo, lo que dice Pizzaballa sobre Gaza importa más, lo que dice Cupich sobre Chicago, etc. Incluso la voz débil pero decidida de la Hermana Clémence, de las Hermanitas de Jesús, una voz con autoridad al hablar de los pobres.
Un catolicismo postpapal exige una conversión de la mirada, de la comunicación y de las expectativas: ¿estamos preparados?
Del blog Vino Nuovo , 16 de octubre de 2025

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