sábado, 10 de agosto de 2024

Algunas pinceladas sobre lo "woke"

Su uso, una herramienta propagandística y polémica

Fuente:    Religión Digital

Por   Joseba Kamiruaga Mieza CMF

10/08/2024


Foto de Danny Burke en Unsplash

En el amplio debate que ha afectado a los países anglosajones en los últimos años sobre las reivindicaciones de las llamadas minorías, ya hablemos de orientación sexual o identidad de género, origen étnico o discapacidad, han surgido varias palabras nuevas que han empezado a aflorar en nuestros debates. Una de esas palabras es ‘woke’.

Seguramente hasta damos por sentado el significado de ‘woke’, una palabra que se ha ido y se va imponiendo. He entendido que en Estados Unidos el adjetivo ‘woke’ y el sustantivo ‘wokeness’ son palabras cada vez menos utilizadas, cuando no con una clara connotación peyorativa: lo que complica aún más la explicación no sólo de su significado, sino también de la evolución de sus acepciones y usos.

"Woke" no es realmente traducible al castellano -significa algo así como "consciente"-, pero indica, o al menos indicaba originalmente, la actitud de quienes prestan atención a las injusticias sociales, principalmente relacionadas con cuestiones de género y etnia, y no permanecen indiferentes ante ellas, solidarizándose y eventualmente comprometiéndose a ayudar a quienes las sufren.

En el siglo XX, la expresión "woke" ya existía y se utilizaba especialmente entre los afroamericanos, bien con el significado de "estar alerta" ante un peligro, bien con el sentido más genérico de ser consciente de algo.

Su difusión con el significado actual, sin embargo, se remonta a la década pasada, cuando se utilizó en el contexto de las protestas ‘Black Lives Matter’ para expresar el concepto con el que se ha asociado en los últimos años: es decir, la toma de conciencia de una serie de cuestiones y problemas relacionados con el racismo y el sexismo sistémicos -en el sentido de arraigados en las instituciones y las dinámicas sociales- de la sociedad estadounidense (y, por extensión, occidental).

 Un término con un significado positivo, por tanto, para quienes lo utilizaban para referirse a una meta y a una ambición: ‘woke’, por ejemplo, se definía a las personas -en su mayoría de la llamada generación "millennial", es decir, los nacidos entre los años ochenta y principios de los noventa- que eran activistas en las calles y en las redes sociales, que participaban en protestas antirracistas o en marchas por los derechos de las mujeres, que concienciaban sobre la importancia de utilizar un lenguaje respetuoso e inclusivo para referirse a las minorías. 

Conforme la palabra se extendió a partir de las protestas de ‘Black Lives Matter’, empezó a utilizarse de otras maneras.

A medida que los jóvenes estadounidenses se implicaban más en las luchas por los derechos, ‘woke’ se convirtió en una expresión que a menudo se refería a personas consideradas "aliadas" de las minorías, pero que pertenecían a categorías identitarias consideradas en una posición de mayor poder. Por ejemplo, por ser blancos, hombres, heterosexuales,…, todas ellas características que en el discurso sobre estas cuestiones suelen asociarse al concepto de "privilegio", entendido como una ventaja en la sociedad occidental contemporánea.

Más recientemente, sin embargo, ‘woke’ se ha convertido cada vez menos en una palabra reivindicada por las personas a las que teóricamente se supone que describe, y cada vez más utilizada en su lugar por sus críticos y los conservadores estadounidenses para denotar lo que consideran una tendencia peligrosa por parte de la izquierda y los progresistas. Por ‘woke’, es decir, la derecha estadounidense suele entender lo que identifica como una actitud de dogmatismo intolerante y censurador, aplicada hacia palabras e ideas que van en contra de las sensibilidades más modernas en cuestiones de minorías y derechos civiles.

‘Woke’ se ha convertido así en un término mayoritariamente negativo, utilizado con la intención de ridiculizar y atacar a los movimientos juveniles progresistas, asociándolos a sus expresiones más intransigentes y agresivas, que se encuentran principalmente en las redes sociales.

Por ejemplo, las campañas llevadas a cabo en varios campus universitarios estadounidenses para destituir a profesores acusados de haber utilizado palabras ofensivas, o las que piden la destitución de personalidades públicas de diversa índole por declaraciones consideradas polémicas, o la movilización de grandes y beligerantes masas contra alguien que ha dicho algo considerado censurable con respecto a las sensibilidades mencionadas.

Estas dinámicas, que son objeto de reflexiones y estudios, sobre todo en el ámbito académico, se refieren más precisamente al fenómeno de la "cultura de la cancelación", y están vinculadas según no pocos no tanto al enfoque ideológico ‘woke’ como a las formas en que las plataformas de las redes sociales han hecho que la confrontación entre ideas diferentes sea a menudo intolerante, polarizada, violenta.

Estos aspectos no sólo son discutidos y criticados por los conservadores. También existe un animado debate entre progresistas e izquierdistas sobre los problemas derivados de este tipo de enfoque de la confrontación política y la investigación académica. Incluso entre los expertos liberales se utiliza a veces la palabra ‘woke’ para referirse genéricamente a esta actitud, que se considera reñida con los valores de tolerancia y diálogo que históricamente, así se suele decir, han inspirado a la izquierda. 

Pero junto a la intención ofensiva, en Estados Unidos los principales usuarios del término ‘woke’ en la actualidad también lo utilizan a menudo como herramienta propagandística y polémica, evocando con un término eficaz un peligro dibujado como universal y prevalente, una "ideología" extremista que gobernaría el pensamiento progresista. Se trata de una amenaza que explota la particular y amenazadora visibilidad de las actitudes y los tonos agresivos y perentorios utilizados en las polémicas virales en las redes sociales, y que en varias ocasiones ha movilizado el complejo de persecución y la reacción de una parte del electorado conservador.

 

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