Fuente: Los Angeles Times
Por: DAVID BILLER y DAVID CRARY
Associated Press
27/09/2022
El obispo Sergio Correa reza con varios candidatos evangélicos a cargos políticos en la Iglesia Universal del Reino de Dios en Salvador (Brasil) el 17 de septiembre del 2022. (Rodrigo Abd / Associated Press)
SALVADOR, Brasil —
En las afueras de Salvador, pasando una iglesia evangélica y al final de un pequeño sendero, Thiago Viana preparaba una celebración. Dos nuevos miembros de su templo saldrían pronto de meses de aislamiento, que representan el inicio de su incorporación al candomblé, una fe afrobrasileña.
De repente empieza a sonar su teléfono, anunciando la llegada de mensajes: Michelle Bolsonaro, la esposa del presidente Jair Bolsonaro, había publicado en Instagram un video de Viana y de su hermana tirándole palomitas de maíz al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, un ritual candomblé de limpieza asociado con Obaluaê, el orisha de la tierra y la salud. La primera dama cuestionó esa presentación de Lula, mientras que otros la criticaron a ella por hablar de Dios.
La publicación desató una cantidad de reacciones de pastores, legisladores y gente común que usó el video para afirmar que la voluntad del Señor es que Lula pierda. Algunos describieron a Viana y a la gente como él adoradores del diablo, aunque él dice que en el candomblé no existe el diablo.
“Por afuera tenía esa curtida caparazón de militante, pero por adentro estaba destruido. Temblaba, sentí palpitaciones”, expresó Viana. “Me esperaba esto de un evangélico común y corriente, no de alguien como la primera dama”.
Viana se vio atrapado entre el fuego cruzado de un ataque político con tintes religiosos en contra de Lula, que encabeza todas las encuestas. Bolsonaro libra una batalla a todo o nada y trata de asegurarse el crucial voto de los evangélicos, apelando incluso a la primera dama, de cara a los comicios del 2 de octubre.
Influyentes políticos y pastores evangélicos están advirtiendo a sus partidarios, a través de Facebook y los púlpitos, que Lula cerraría las iglesias cristianas, algo que el líder izquierdista niega. Los usuarios ponen “me gusta”, comparten y comentan las publicaciones, en lo que parece una táctica concertada, pensada para alejar a los evangélicos de Lula, según Marie Santini, coordinadora de NetLab, un centro de estudios de la Universidad Federal de Río de Janeiro que monitorea las redes sociales y se enfoca sobre todo en los evangélicos.
Casi un tercio de la población --más del doble que hace dos décadas-- se identifica como evangélica en Brasil, de acuerdo con Eustáquio Diniz Alves, quien durante 17 años fue investigador de la escuela nacional de ciencias estadísticas.
Pronostica que para el 2032 serán el 40% y habrán sobrepasado a los católicos.
Los evangélicos ayudaron a Bolsonaro a llegar a la presidencia en el 2018 y él seleccionó a figuras de esa corriente para ocupar importantes ministerios y la Corte Suprema. En el actual ciclo electoral, sin embargo, a Bolsonaro le está costando más conquistar su voto.
Muchos evangélicos pobres añoran la gestión de Lula del 2003 al 2010, durante la cual pudieron comprar carne y pagar sus cuentas, según Esther Solano, socióloga de la Universidad Federal de Sao Paulo que estudia a los votantes de Bolsonaro y a los evangélicos. Algunos evangélicos moderados consideran que Bolsonaro los usó y que no es un verdadero cristiano, como lo indicarían su hostilidad hacia medidas para proteger la salud pública durante la pandemia del coronavirus.
Desde mayo, no obstante, varias encuestas indican que muchos evangélicos que apoyaban a Lula se pasaron ahora a Bolsonaro, un giro que muchos atribuyen a la campaña del presidente que pinta a Brasil como un país espiritualmente enfermo, que solo puede ser salvado por la fe cristiana.
Los dos candidatos son católicos, pero Bolsonaro plantea la contienda como una batalla entre el bien y el mal, en la que él es el representante de Dios y Lula es un diablo. Presenta a su esposa como la personificación de una mujer cristiana. Ella dice que él expulsó a los demonios que ocupaban el palacio presidencial.
Santini afirma que un ecosistema de portales con desinformación religiosa y política genera contenido que los candidatos, pastores y políticos reproducen en las redes sociales. Dominan los ciclos religiosos y numerosos expertos aseguran que la contienda es una guerra religiosa.
La Iglesia Universal del Reino de Dios, una de las congregaciones evangélicas más grandes de Brasil, dijo en un tuit del 15 de septiembre que los evangélicos “se dieron cuenta de que es imposible ser cristiano y de izquierda”.
En la campaña, por otro lado, se asocia a Lula con las religiones afrobrasileñas. Un video que fue muy reproducido en los círculos evangélicos fue editado para que pareciera que decía que el diablo hablaba con él y lo estaba controlando. Esto incidió en la percepción de los evangélicos en su momento, de acuerdo con Solano, quien entrevistó a decenas de evangélicos.
En un acto de campaña del 7 de septiembre, Bolsonaro le dijo a la multitud que deberían comparar a la mujer de Lula con la suya, “una mujer de Dios, de la familia, activa en mi vida”. Días antes, una foto que circuló en redes sociales afines a Bolsonaro mostró a la esposa de Lula junto a figuras de deidades religiosas afrobrasileñas, conocidas como orishas.
El palacio presidencial y la campaña de Bolsonaro se negaron a comentar esa estrategia.
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El uso de las religiones afrobrasileñas con fines políticos no es nada nuevo. En 1912, en el estado de Alagoas, en el noreste, la supuesta vinculación de un gobernador que llevaba mucho tiempo en el cargo con esos grupos fue usada como pretexto para presionarlo a renunciar y un saqueo de sus templos. Esto dio paso a décadas de adoración silenciosa, sin los cánticos, aplausos y tambores tradicionales.
Hoy muy poca gente practica estas religiones en Brasil y en los últimos años ha habido muchas denuncias de incidentes de intolerancia, sobre todo a manos de miembros de iglesias pentecostales y neopentecostales. Esas instituciones, que aparecieron a partir de 1970, buscan difundir la fe entre los no creyentes. Si bien la mayor parte del proselitismo es pacífico, los creyentes en religiones de origen africano han sido blanco de abusos verbales, discriminación, la destrucción de sus templos y expulsiones forzadas de sus barrios.
“Se puso de moda empezar a pensar que hay una sola verdad, que Dios sirve una sola religión”, expresó Laura Gallo, sacerdotisa candomblé y umbandista de Río de Janeiro. “Por primera vez, veo a nuestro país dividido por la religión, y creo que eso alienta la intolerancia”.
Ha habido esfuerzos para promover el respeto a otras fes. En el 2007 Lula creó un día nacional para combatir la intolerancia religiosa, en honor a una sacerdotisa candomblé que un prominente diario de una iglesia evangélica había tildado de charlatana. Fue agredida por una pareja de evangélicos que entraron a su templo y la golpearon en la cabeza con una Biblia. La sacerdotisa falleció de un paro cardíaco poco después.
Estadísticas del gobierno indican que hubo más denuncias de intolerancia religiosa este año. Sobre todo en la internet. Ha habido 2.918 denuncias de incidentes online en los primeros ocho mese del año, comparado con los 516 del mismo período en el 2021, de acuerdo con la organización sin fines de lucro de Salvador, SaferNet, que recibe quejas a través de líneas telefónicas especiales que maneja con la procuraduría general.
Esto obedece en parte a un aumento en las ofensas individuales, pero más que nada al contenido que se distribuye ampliamente en las redes y que llega a una audiencia mucho más amplia, lo que facilita la llegada de más denuncias, según la directora de SaferNet, Juliana Cunha.
“El debate se ha polarizado, hay mucha tensión. Esto predispone a la gente”, dijo Cunha. “Hay un desencadenante. Algo refuerza tu percepción y tú se la haces llegar a otros”.
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Michelle Bolsonaro se mantuvo en un segundo plano durante la mayor parte de la presidencia de su marido, aunque sí se pudieron percibir manifestaciones de su fe.
En un video se la vio repitiendo la frase “gloria a Dios” en dialectos y brincando de alegría cuando el Senado aprobó a una figura evangelista para la Corte Suprema.
En los dos últimos meses, sin embargo, ha asumido un papel prominente en la campaña de su marido, pasando a ser la principal voz evangélica. Dice que reza en el sillón presidencial de Bolsonaro y que, antes de su llegada a la presidencia, el palacio había estado consagrado a los demonios.
En un Desfile para Jesús del mes pasado en Río, estuvo muy involucrada, alentando a la multitud, que desplegó enorme energía. Entonó canciones del evangelio, hizo corazones con sus manos y tiró besos.
“Vamos a llevar la presencia de Jesús al gobierno y declarar que esta nación le pertenece al Señor”, dijo en su discurso ese día. “Las puertas del infierno no prevalecerán por sobre nuestras familias, la iglesia brasileña ni nuestro Brasil”.
Esas fervientes manifestaciones de fe son bien vistas por numerosos votantes evangélicos, incluso en el noreste del país, un bastión del Partido de los Trabajadores de Lula.
En Salvador, el pastor evangélico Binha Santana y la feligresa Rosilda Carvalho dijeron ambos que probablemente voten por Bolsonaro o, más bien, en contra de Lula. Santana dijo que la ideología de Lula no es compatible con el gobierno de Dios, en tanto que Carvalho se quejó de sus condenas por corrupción, a la que alude frecuentemente Bolsonaro. Esas condenas, no obstante, fueron anuladas por la Corte Suprema.
A ninguna de las dos le cae particularmente bien Bolsonaro, pero ambas se entusiasmaron cuando se mencionó a la primera dama.
“Ahora hay oraciones en Brasilia. Y donde hay oraciones, está el Señor presente”, dijo Santana. “No es evangélico, pero las oraciones de su esposa lo cubren”.
El analista Bruno Carazza dijo que Michelle Bolsonaro ha sido el “arma secreta” del presidente en la recta final.
“Se comunica bien con ese público porque es auténticamente evangélica, a diferencia de Bolsonaro, que dice que es católico y cuyo acercamiento a los evangelistas es puro oportunismo político”, manifestó Carazza. “Ella desempeña un papel muy importante en las comunicaciones. Habla la lengua, literalmente, de los evangélicos”.
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El apoyo de los evangélicos a Bolsonaro subió del 39% en mayo al 50%, en tanto que la popularidad de Lula bajó, según una consulta de la encuestadora Datafolha hecha entre el 20 y el 22 de septiembre.
La gente de Lula reconoce que perdió terreno entre los evangélicos y este mes el expresidente tuvo un publicitado encuentro con figuras evangélicas en un gimnasio de las afueras de Río.
Lula, de origen muy humilde, les dijo a los presentes que su acceso a la presidencia era prueba de la existencia de Dios, pero no se adentró en su espiritualidad. Afirmó que piensa tratar a todas las religiones por igual, incluidas las afrobrasileñas, ignorar las rivalidades religiosas y todo lo que pueda ser visto como una guerra religiosa.
“Aprendí que el estado no debe meterse con la religión, que no debe tener una iglesia. Debe garantizar el funcionamiento y la libertad de todas las iglesias que la gente quiera crear”, declaró Lula.
Los evangélicos conservadores dijeron en las redes sociales que sus palabras constituían un ataque a la iglesia cristiana.
Un artículo publicado por el portal noticioso oficialista Folha da Política, que aludió a esos comentarios y que fue muy difundido en WhatsApp, acusó a Lula de hacer amenazas y de estar “lleno de odio”. El video de su presentación fue publicado también por un hijo de Bolsonaro, Carlos.
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Una de las figuras más bolsonaristas que hay es Silas Malafaia, un popular pastor que ofició en la boda del presidente con la primera dama, quien es su tercera esposa. Tiene millones de seguidores en las redes sociales y despotrica constantemente contra Lula y su partido, que llama el Partido de las Tinieblas.
Malafaia dijo en una entrevista que apoya a Bolsonaro a pesar de su “defectos” porque tienen objetivos comunes. Acusó a Lula de representar una campaña cultural marxista empeñada en abolir el modelo judeo-cristiano en el mundo occidental.
En un servicio de este mes, se pasó 15 minutos hablando de las elecciones. Expresó su asombro ante la decisión de la gente de “rasgar la Biblia del corazón” al votar por un candidato que, según él, odia sus principios, es indiferente a la defensa de la familia tradicional y apoya a líderes de izquierda que persiguen a las iglesias.
“No les voy a dar tregua, porque sé lo que son y lo que quieren”, manifestó Malafaia en una entrevista. “Es una marca de mentira, de cinismo, para engañar a la gente. ‘Lula paz y amor’ por afuera, pero tiene al diablo adentro”.
“No somos tontos. Ya pasó su momento”, agregó. “Las redes sociales acabaron con el monopolio de la información”.
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Las críticas que recibió luego de que la primera dama difundiese el video de las palomitas de maíz en Instagram estremecieron a Viana, el sacerdote candomblé de las afueras de Salvador.
Sufría de hipertensión y también tenía alto el colesterol. Se fue a una clínica en la que un médico le prohibió que usase su teléfono o que hablase del episodio por dos semanas. El informe médico decía que Viana, quien tiene 29 años, corría mucho peligro de tener problemas cardiovasculares. Debido a su frágil salud, contó Viana, el orisha Obaluaê le pidió que pospusiese un banquete en su honor hasta el 17 de septiembre.
Las paredes de ladrillo del templo estaban cubiertas con hojas de palma y los tambores hacían que la gente bailotease por horas. Muchas personas entraban en un trance al recibir los orishas.
Después de recibir la bendición en yoruba, platos afrobrasileños en vasijas de cerámica fueron servidos en tazones hechos con hojas, que pasaban de una mano a otra.
Se reanudó el tamborileo. Y empezaron a caer palomitas de maíz, para alejar todas las enfermedades.
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La cobertura religiosa de la Associated Press recibe apoyo a través de The Conversation US, con financiación del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable del contenido.
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