domingo, 4 de septiembre de 2022

El arzobispo de Milán carga contra el Papa porque no lo nombró cardenal: “es de River”

Con ironía sostuvo que es imposible saber lo que piensa un jesuita y le achacó que es hincha de River Plate cuando todos saben que el Papa es de San Lorenzo

Fuente:    Clarín

Por:   Julio Algañaraz

Ciudad del Vaticano

02/09/2022


El Papa habla durante la ceremonia en la que creo a  los nuevos cardenales REUTERS

Nada menos que el arzobispo de Milán, la diócesis de la Iglesia más importante del mundo, monseñor Mario Delpini, decidió protestar porque tras cuatro Consistorios, el último el 27 de agosto, el Papa argentino insiste en mantenerlo sin la ambicionada promoción al cardenalato.

El Papa es un soberano absoluto y sus decisiones no se discuten. La Iglesia ha cumplido más dos mil años de una existencia super centralizada. Por eso causaron asombro los dardos que le lanzó con amarga ironía el jefe de la iglesia ambrosiana, que hasta tiene un rito propio. El Vaticano calla.

Monseñor Delpini eligió un escenario apropiado para sus divagaciones que no le deben causar ninguna gracia a Francisco: la catedral de Como, ciudad cercana a Milán. La ocasión fue la fiesta de San Abbondio, patrono de la ciudad.

La celebración sirvió también para rendir homenaje al obispo Oscar Cantoni, a quién el pontífice creó cardenal hace una semana en el Vaticano junto a otros diecinueve nuevos purpurados venidos de todo el mundo.

Tras el saludo a todos y las felicitaciones al flamante cardenal Cantoni de una ciudad mucho más pequeña y menos importante que Milán, llamada la capital del norte italiano, rico e industrializado, haciéndose el inocente el arzobispo Delpino dijo por el micrófono a los asombrados fieles que era necesario responder a los que se preguntan porqué el Papa prefería Como a Milán.

Dijo que es difícil interpretar el pensamiento de Jorge Bergoglio y evocó el dicho de que “ni el Padre Eterno sabe lo que piensa un jesuita”, que es la orden a la que pertenece el Papa.

Monseñor Delpini eligió tres razones para sus divagaciones con pullas al Papa que motivaron los primeros murmullos entre los fieles. El primero fue que “el Papa debe haber pensado que el arzobispo de Milán tiene ya mucho trabajo”. El segundo: “Debe haber pensado que esos ‘fanfarrones’ de Milán (utilizó la expresión dialectal ‘bauscia’) no saben ni siquiera donde esta Roma y es mejor no involucrarlos en los problemas de la Iglesia universal”.

La tercera razón fue la más desconcertante, futbolística. El arzobispo dijo que el Papa es ‘tifoso’ (hincha) de River Plate, que nunca ha ganado nada, “y entonces piensa que los de Como están más en sintonía porque el ‘scudetto’ (el campeón) está en Milán”. “El Papa sugiere al cardenal Cantoni que se ponga del lado de los perdedores, de los más débiles”.

Con esta ironía, monseñor tiró la pelota a los caños. En Italia todos saben que Papa Bergoglio es hincha de San Lorenzo. Además River es un equipo muy titulado.

No hay dudas de que el arzobispo de Milán no aguantó más. Desde que el Papa lo promovió en julio de 2017, Delpini y muchos se preguntan como es posible que el Papa se saltee sistemáticamente a Milán.

En realidad es el resultado de una doble estrategia que Jorge Bergoglio ha llevado a cabo en sus casi diez años de pontificado, que cumplirá el próximo 13 de marzo. Turín, Venecia, Nápoles, Palermo, Genova eran también sedes cardenalicias hasta que llegó el Papa argentino. Ahora no.

En cambio tienen un cardenal gracias a Bergoglio Ancona, Perugia, Siena, L’Aquila, Agrigento y ahora Como, consideradas sedes menores. Francisco es tambien llamado el Papa de las periferias, “geográficas y existenciales”.

Un dato que explica la actual composición del Colegio de Cardenales, con la nueva presencia de purpurados que representan a tantos países nuevos y diócesis revalorizadas, lo que determina el desplazamiento de anteriores poderes y ciudades que sufren por el ocaso.

La estrategia de promover las periferias y las caras nuevas ha sido también un arma que Francisco utiliza para impedir el desarrollo de tradicionales acuerdos de poder que se repartían las sedes principales imponiendo líneas de poder que condicionaban al mismo pontífice.

 

 

 

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