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7-La oposición a la eutanasia forma parte de las creencias de la mayoría de las diversas tradiciones religiosas de la humanidad. Cristianos, judíos, musulmanes e hindúes rubricaron el 11 de diciembre de 2020 un manifiesto conjunto en el que se mostraron preocupados “de manera especial por la tramitación de la ley de la eutanasia”. En un mundo donde el 85% de la población mundial se declara religiosa no se puede dejar a un lado la voz y la sabiduría de las tradiciones religiosas. El 28 de octubre de 2019 se firmó en el Vaticano una Declaración conjunta de las Religiones Monoteístas Abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida donde judíos, cristianos y musulmanes se oponen a cualquier forma de eutanasia. La tradición católica, en concreto, siempre se ha preocupado por aliviar el dolor y humanizar la atención sanitaria. En su seno se crearon los primeros hospitales de occidente y muchas congregaciones religiosas han entregado y entregan su vida estando cerca de los enfermos. En el siglo XX, ya desde el magisterio de Pío XII, hasta el magisterio actual del papa Francisco se ha recordado la vocación de cuidado y curación de todos los cristianos a imagen de Jesús de Nazaret que pasó por la vida haciendo el bien y aliviando todo dolor y enfermedad. El Magisterio reciente ha subrayado en muy diversas ocasiones la importancia de aliviar todo dolor y sufrimiento, el valor de la sedación y del rechazo de todo tratamiento desproporcionado, la importancia de dejar morir en paz junto con la conciencia de la gravedad de la eutanasia.
8-Esta proposición de ley no es fruto de un diálogo sereno entre sensibilidades morales distintas. No ha habido un debate social sobre la eutanasia. La ley de la eutanasia se ha introducido como proposición de ley, no como proyecto de ley. Se ha ignorado el informe elaborado por el Comité de Bioética de España, órgano consultivo del Gobierno. No se ha tenido en cuenta el parecer de la Organización Médica Colegial, ni las sociedades españolas de cuidados paliativos, ni del Comité Español de Representantes de personas con Discapacidad, ni las asociaciones de enfermos de cáncer, etc. La mayoría de ellas se oponen a la eutanasia y prefieren reforzar nuestros esfuerzos y recursos sociales con unas mejores políticas sociales.
9-Esta proposición de ley tal como se ha aprobado en el Congreso suscita bastantes interrogantes entre los que podemos señalar: la ambigüedad y amplitud del término padecimiento grave, crónico e imposibilitante (art. 3 b); el tratamiento deficiente de la discapacidad; hablar de deliberación con el paciente en un contexto de médicos sobrecargados (art. 8.1 Y 8.2); la ampliación de la prestación en centros privados o, incluso, en el domicilio; la consideración de muerte natural a los que fallecen por la eutanasia; establecer una oferta de una formación continua específica sobre la ayuda a morir, así como un régimen sancionador cuando en España todavía no hay una adecuada formación ni una especialidad en cuidados paliativos; la posibilidad de firmar el consentimiento ante cualquier médico y que este se lo entregue al médico responsable (art. 6.2); la posibilidad de no hacerlo por escrito y que permita dejar constancia de la voluntad inequívoca del solicitante (art. 6.1); no establecer mejor la forma en que la información ha sido recibida y comprendida por el paciente (art. 4.2); no establecer claramente cómo se comunicarán con el entorno para que su decisión sea madura sin intromisiones (4.3); aceptar un plazo menor entre las dos solicitudes cuando la perdida de la capacidad de la persona solicitante es inminente (5.1 c), no dejar claro cómo se elige quién es el médico representante, etc. Demasiadas cuestiones se integraron de modo precipitado en la proposición de ley y en un contexto de transacciones políticas bastante ajeno a los afectados por la ley.
CONCLUSIONES
Es falso en definitiva que con esta ley simplemente se amplían derechos y se ponen límites al dolor. Todo lo contrario, en una sociedad y en una comunidad donde todo está relacionado con todo, un acto eutanásico es un acto comunitario que llevará al aumento del dolor y el sufrimiento y que ciertos derechos puedan ser más fácilmente vulnerados. No es cuestión de que cada uno elija lo que quiera como si la neutralidad y las posibilidades no fueran a afectarse mutuamente. Toda muerte afecta al entorno, deja huellas, un luto que hay que asumir. Lo curioso es que esta ley está perdiendo de vista la dimensión social de los derechos y libertades. La eutanasia nos remite a una acción que socava la comunidad moral que habitamos y en que crecemos.
Esta proposición de ley no está siendo demandada. Es necesario dejar las ideologías y acercarse en este tiempo de pandemia a la brutalidad de lo real, a las verdaderas demandas de la realidad de más de dos millones de mayores solos, un veinte por ciento afectados por una depresión, un incremento de los intentos de suicidio, la realidad oculta del maltrato de cerca de 200.000 mayores, unas ayudas a la dependencia que no llegan, unas 80.000 personas al año que mueren sin cuidados paliativos de calidad, unos 30.000 enfermos tetrapléjicos que solicitan al Estado más ayudas, unos 30.000 enfermos de cáncer mayores de 65 años viven solos, ese 70-80% enfermos de cáncer que tienen una idea optimista de futuro y quieren seguir viviendo. Hay un peligro de no atender estos verdaderos problemas.
Queremos una sociedad que incremente las ayudas a la dependencia, el apoyo psicológico y psiquiátrico que escuche y aborde el dolor y sufrimiento hondo de tantos enfermos, el apoyo social y económico de los más vulnerables, la creación de más centros especializados, los cuidados paliativos de calidad para todos, la participación social y cultural de los más excluidos y marginados, dotar de más relevancia a los trabajadores sociales sanitarios y las asociaciones de enfermos, mejorar la humanización de los hospitales, incrementar las ayudas a domicilio (para el aseo, limpieza y comida), los recursos culturales que dan sentido y elevan la vida (música, arte, cine, ocio, humor), etc. No es tan fácil morir bien y no se puede reducir a simplemente elegir un modo y un momento.
La proposición de ley se aprueba en un momento donde la participación de la ciudadanía es muy limitada por la pandemia y en un contexto de intereses y alianzas políticas más que de escucha de los que más sufren. Abogamos por acercarnos a la realidad amplia de estas situaciones y un acompañamiento sereno, humano y participativo donde la persona se sienta amada, respetada, aceptada y cuidada en todas sus dimensiones, donde se conjugue con prudencia y sabiduría, en esta época de distancia social y fragmentación, la atención técnica (tech) con el tacto y el calor humano (touch), con la humanización de la asistencia considerada integralmente.
Grupo de Bioética de UNIJE
Francisco Alarcos
Director de la Cátedra Andaluza de Bioética de la Universidad Loyola
Rafael Amo
Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad P. Comillas
Margarita Bofarull
Presidenta del Patronato del Institut Borja de Bioètica-URL
Juan María de Velasco
Coordinador del Grupo de Bioética de la Universidad de Deusto
Javier de la Torre
Coordinador del Grupo de Bioética de UNIJES
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