martes, 16 de marzo de 2021

Religión y ciencia: un asunto serio

Por:    John Polkinghorne

Fuente: settimananews
14/03/2021

 

John Polkinghorne, físico, matemático, teólogo y sacerdote anglicano, ha muerto en Cambridge el 9 de marzo. Figura central en el debate sobre la relación entre ciencia y religión en el siglo XX. Publicamos un breve discurso suyo, en el que resume su planteamiento de la cuestión.

 

 

La ciencia y la religión son dos de las fuerzas más influyentes en la sociedad contemporánea. Algunos las ven como alternativas, en competencia; pero alguien como yo, que es, a la vez, un ex profesor de ciencias de Cambridge y un sacerdote anglicano, quiere tomarlas, a las dos, con la misma seriedad.

Me enorgullece que Cambridge haya sido la primera universidad del Reino Unido en crear una cátedra de teología y ciencia.

La posibilidad de una fructífera interacción entre ciencia y religión nace del hecho de que ambas están interesadas en la búsqueda de una comprensión veraz, alcanzable a través de creencias motivadas. Por supuesto, ésta es una afirmación discutida filosóficamente, pero mi experiencia científica me anima a adoptar la posición del "realismo crítico" en lo referente a las intuiciones tanto de la ciencia como de la religión.

El término "realismo" se refiere a la convicción de que podemos obtener un conocimiento efectivo de la naturaleza de la realidad; mientras que su cualificación como “crítica” se refiere a que este conocimiento nunca es completo o absolutamente cierto, incluso si está suficientemente bien respaldado por evidencias que lo muestran como incuestionablemente racional.

La ciencia y la religión atienden a diferentes intereses en su relación con la realidad. La ciencia se ocupa de una dimensión objetiva, en la que las cosas pueden ser manipuladas y los hechos repetidos, apoyándose en la gran arma de la verificabilidad experimental. Sin embargo, todos sabemos que hay muchos niveles de relación con la realidad —tanto personal como, diría yo, transpersonal con la realidad divina— en los que no son posibles ni la manipulación ni la repetición sin violentar la realidad encontrada.

Nunca escuchamos un cuarteto de Beethoven dos veces de la misma manera, incluso si reproducimos la misma grabación. En este ámbito personal, la experimentación debe ceder el paso a algo parecido como la confianza.

La diferencia de dominios significa que la ciencia y la religión se plantean diferentes preguntas sobre la realidad: en el primer caso, cómo suceden las cosas; en el segundo, si tiene sentido, finalidad y valor lo que sucede, cuestiones que la ciencia tiende a excluir de su discurso. La ciencia y la religión, por tanto, se complementan entre sí en lugar de ser rivales en el mismo terreno. Para una comprensión completa, necesitamos ambas formas de conocimiento.

Tomemos un ejemplo cercano: la tetera está hirviendo porque el gas calienta el agua (proceso) y porque quiero hacerme una taza de té (propósito o finalidad). Hay quienes han argumentado que estas diferencias se encuentran tan completamente separadas que no tienen nada que decirse entre sí, pero creo que ésta es una opinión incorrecta. Sus preguntas son diferentes, pero las respuestas que se den deben ser compatibles entre sí. Volviendo al ejemplo, colocar la tetera en el frigorífico cuestionaría mi intención o propósito de preparar una taza de té.

La búsqueda común de la verdad hace que la ciencia y la religión sean amigas y no enemigas, con verdades que ofrecerse mutuamente. La ciencia puede decirle a la religión cómo es realmente la naturaleza y la historia del universo, un regalo que debe ser recibido con gratitud, mientras la teología busca entender el cosmos como una creación divina.

Me descorazona ver a algunas personas religiosas negarse a tomar en serio la verdad o el regalo que la ciencia ofrece. El regalo o la verdad que la religión tiene para ofrecer a la ciencia no es el de responder a sus preguntas —porque tenemos todas las razones para esperar que las preguntas científicas reciban respuestas científicas—, sino acoger las verdades de la ciencia y ubicarlas en un contexto más amplio y profundo de inteligibilidad.

Las metapreguntas que surgen de la experiencia de hacer ciencia nos llevan más allá de la capacidad de respuesta de la ciencia. Un ejemplo puede ser suficiente: “¿Por qué la ciencia es capaz de serlo de manera tan profunda como se ha demostrado que es la IR (radiación infrarroja)? Por supuesto, el proceso evolutivo debe haber dado forma al cerebro humano de manera que podamos comprender el mundo cotidiano en el que nuestros antepasados tenían que sobrevivir.

Pero, ¿por qué también somos capaces de comprender el mundo nebuloso e inconstante de la física cuántica, que se nos presenta tan lejano del mundo cotidiano? ¿Por qué son las matemáticas, la disciplina más abstracta, la que proporciona la clave para descubrir los profundos secretos del mundo físico?

En la física fundamental es una técnica de descubrimiento real buscar teorías que se expresen en términos de lo que los matemáticos pueden reconocer y acordar como hermosas ecuaciones. Es un modo de proceder y una cualificación que no es meramente estética, ya que una y otra vez se ha demostrado que estas teorías son fecundas en facilitar una explicación que, a largo plazo, nos convencen de que describen la forma en la que es el mundo físico.

El universo ha demostrado ser sorprendentemente transparente desde un punto de vista racional e, igualmente, hermoso también desde un punto de vista racional. ¿Es solo una casualidad o un hecho de gran trascendencia? La ciencia constata este hecho, pero no puede explicarlo.

He descrito un mundo que, en su profunda inteligibilidad, podría ser descrito correctamente como atravesado por señales de inteligencia. Creo que es completamente razonable creer que es la mente divina del Creador la que se encuentra detrás del maravilloso orden del cosmos.

Me gusta decir que mi visión del mundo tiene "dos ojos": los propios de la perspectiva de la ciencia y los de la religión. Una visión binocular que me permite mirar más allá de lo que vería con un solo ojo. Tengo que tomar la ciencia y la religión con la misma seriedad.

 

 

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