lunes, 13 de enero de 2025

La sombra mórbida del Valle de los Caídos, 50 años después de la muerte de Franco

Casi medio siglo después del fin del franquismo, las heridas no han cicatrizado en España. Las conmemoraciones lanzadas el 8 de enero de 2025 por el gobierno socialista están dividiendo a la clase política y a la población. Un lugar encarna esta dificultad de reconciliación: el mausoleo del Valle de los Caídos. El plan para expulsar a la comunidad benedictina, que está adscrita a ella, sigue en marcha.

Fuente:   Cath.ch

Por   Lucienne Bittar

12/01/2025

 

Al final de una guerra civil que duró tres años (1936-1939) y dejó varios cientos de miles de muertos, el general Franco, entonces aliado del régimen nazi, gobernó España con mano de hierro durante 36 años, hasta su muerte el 20 de noviembre de 1975. ¿Se debe conmemorar el evento? La cuestión divide a los españoles.

Por un lado, están los que quieren "enterrar la historia" y avanzar, por el otro, los que siguen exigiendo justicia y, por último, los que piensan que la retrospectiva de este largo y trágico episodio permitirá a los españoles comprender mejor la importancia de la democracia y la necesidad de su constante consolidación. El presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, es uno de estos últimos.

 

¿Cómo podemos recordar?

Por ello, el Gobierno ha decidido dedicar 2025 a la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Franco y el fin de la dictadura franquista. Están previstos un centenar de eventos. El objetivo –rendir homenaje a todos aquellos que han hecho posible que el reino se convierta en una "democracia próspera"– es unir a la gente, pero el argumento no prospera. Las conmemoraciones atraen críticas tanto de la derecha como de la extrema izquierda.

La oposición de derechas -el Partido Popular y el partido de extrema derecha Vox- ya ha boicoteado la primera de las ceremonias celebradas el 8 de enero de 2025 en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, que alberga el famoso cuadro Guernica de Pablo Picasso, símbolo de la lucha antifranquista. La extrema izquierda, por su parte, ve este año de celebración como un "engaño" que enmascara el hecho de que España ha hecho poco en reparación para las víctimas de la dictadura.


Reproducción mural del cuadro "Guernica" de Picasso realizada en azulejos sobre una pared en la ciudad de Gernika-Lumo | © Foto: Julio Verne Times Two / julesvernex2.com / CC-BY-SA-4.0

El presidente del Gobierno, por supuesto, aprobó en 2022 una "ley de memoria democrática", que prevé la creación de un registro de víctimas del franquismo y la retirada de símbolos de la dictadura, pero los torturadores que siguen vivos no pueden ser juzgados porque se benefician de la ley de amnistía aprobada durante la transición a la democracia.

Estas dificultades de memoria y reconciliación de los españoles resurgieron en 2019, cuando, por iniciativa de Pedro Sánchez, los restos de Franco fueron retirados del 'Valle de los Caídos', un gigantesco mausoleo situado al norte de Madrid, en el valle de Cuelgamuros, y trasladados a un cementerio de la capital.

 

"Un símbolo de la colaboración malsana entre el trono y el altar"

Para Thierry Maurice, especialista en la política de memoria de la historia contemporánea española, el 'Valle de los Caídos' sigue siendo "la representación más espectacular de lo que fue el espíritu del franquismo: un régimen cuya sombra todavía condiciona en gran medida la vida de los españoles". Es también, escribeen un artículo publicado en enero de 2021 en la revista choisir, "el símbolo de un gigantesco abuso de poder y de una malsana colaboración entre el trono y el altar".

Y citando al propio Franco: "El edificio del futuro debe tener la grandeza de los monumentos antiguos, debe desafiar el tiempo y el olvido y constituir un lugar de meditación y descanso donde las generaciones futuras honren a quienes les legaron una España mejor. A este objetivo responde la elección de un lugar apartado donde se construirá un grandioso templo a nuestros difuntos, para que podamos rezar durante siglos a los que han caído en el camino de Dios y de la Patria". Estas palabras fueron pronunciadas por el dictador español en el momento de la puesta en marcha de la construcción del 'Valle de los Caídos' el 1 de abril de 1940, un año después de la victoria de las tropas franquistas, dice el colaborador científico de la Maison de l'histoire de Ginebra.

Se necesitaron 19 años para construir el complejo faraónico y el trabajo forzado de 20.000 prisioneros republicanos. Coronado por una cruz entronizada de 150 metros de altura, este complejo faraónico es a la vez un monumento a los "héroes y mártires de la Cruzada" y un mausoleo, y también combina las funciones de abadía, basílica y hospedería. Estos están dirigidos por una comunidad de monjes benedictinos.

 

Memoria republicana doblemente profanada

A finales de la década de 1950, en un intento por congraciarse con la comunidad internacional, el régimen franquista cambió su retórica oficial. Sus discursos tomaban entonces prestado del registro del "perdón", incluso de la "reconciliación". El Valle de los Caídos se convirtió así en un lugar de enterramiento colectivo, que reunía en la muerte a republicanos y franquistas. "Además de la avalancha de restos mortales trasladados arbitrariamente de los cementerios a Cuelgamuros entre 1959 y 1983, hay miles de cuerpos de republicanos sacados en su mayoría de las fosas comunes de la guerra, sin preocuparse por la identificación o la búsqueda de familiares", explica Thierry Maurice.

El propio Franco fue enterrado allí. "Su presencia, al alcance inmediato de sus víctimas políticas, no ayuda al vergonzoso legado del complejo memorial", comenta el historiador ginebrino, para quien el 'Valle de los Caídos' es "una memoria republicana doblemente profanada". De ahí el traslado de los restos del dictador a un lugar más neutral en 2019.

 

La expulsión de los benedictinos sigue en entredicho

El monumento sigue formando parte de un "circuito turístico" en la carretera hacia el Monasterio de El Escorial, que presume de su espectacular panorama. Los benedictinos, guardianes del lugar, indicaron durante mucho tiempo en su entrada, ya en la década de 2000, que fue construido "por iniciativa del ex jefe de Estado, Francisco Franco, como símbolo de paz y lugar de descanso final de miles de víctimas de la Guerra Civil Española".

En julio de 2020, el Gobierno presentó un proyecto de ley que preveía la expulsión de la comunidad benedictina, considerada demasiado cercana al franquismo. Quería convertir el monasterio y la hospedería en un centro secular que sirviera para explicar el conflicto y la dictadura. Por otro lado, la basílica del Valle de los Caídos no sería desacralizada y permanecería destinada al culto, y la imponente cruz que domina el valle no sería tocada.

Los benedictinos han encontrado un defensor de su causa en el cardenal Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Madrid hasta 2023, y luego en su sucesor, el cardenal José Cobo Cano. Es este último quien actualmente se encarga de resolver la crisis y negociar con el gobierno. Desde el punto de vista territorial, Cuelgamuros pertenece a la Archidiócesis de Madrid. Como la abadía es de derecho pontificio -fue creada en 1958 por un decreto del Papa Pío XII-, España no puede romper unilateralmente el acuerdo. Sigue siendo necesaria la aprobación escrita y firmada de la Santa Sede.

La Archidiócesis de Madrid comunicó recientemente al diario Vida Nueva que colaboraría en una "resignificación" de la basílica en una perspectiva de paz y reconciliación, con, por ejemplo, paneles explicativos contextuales. También queda abierta la posibilidad de sustituir a los monjes actuales por otros monjes benedictinos, o incluso por miembros de otra congregación religiosa. La Comunidad de Sant'Egidio habría sido considerada, debido a su compromiso con los procesos de paz y reconciliación en todo el mundo. (cath.ch/arch/lb)

 

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