martes, 2 de agosto de 2022

La 'revolución' GKS trastoca el paradigma abertzale

MUGIMENDU SOZIALISTA

Su objetivo final es crear un Partido Comunista y no descarta en el futuro presentarse a las elecciones, aunque hoy no sea su prioridad

 

Fuente:   Diario Vasco

ALBERTO SURIO

31/07/ 2022

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Topagune'. Cientos de jóvenes de GKS se reunieron el pasado fin de semana en Durango. / 
GEDAR

Venimos de lejos y vamos más lejos». La sentencia es de Palmiro Togliatti, fundador del comunismo italiano. Entre los militantes de Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) se leen sus ensayos. En el Topagune de Durango de hace una semana se vendían sus libros, entre otros clásicos de Marx, Engels y Lenin.

En los últimos meses los jóvenes comunistas han sacudido el tablero con un movimiento que trastoca el paradigma abertzale de décadas en la juventud vasca y desbarata el imaginario liderado por la izquierda rupturista. En este caso, el mantra de la Revolución Socialista ha ganado la partida al debate identitario. Y lo hacen, además, con insólita formación ideológica y una notable amabilidad en las relaciones públicas que contrasta con la tosquedad de las actitudes radicales en el pasado. El Topagune, celebrado del 20 al 24 de julio, ha demostrado músculo y capacidad de movilización, con 2.000 asistentes a las jornadas. Sus promotores no ocultan su satisfacción. Curso aprobado y con buena nota. Su declaración de intenciones es explícita. El Mugimendu Sozialista aboga por crear en el futuro «una organización integral», un Partido Comunista para construir «una sociedad sin clases».

GKS no se considera nacionalista –«porque no es posible la consecución de una sociedad sin clases dentro de unos márgenes nacionales», reconocen– y aboga por «una organización comunista a nivel internacional», aunque sostiene que «el Partido Comunista internacional y un estado socialista vasco pueden ser perfectamente compatibles». Sólo este reconocimiento sacude de prejuicios el tablero vasco con un factor impensable solo hace pocos años, que rezuma la ortodoxia más tradicional. Sobre todo porque aunque insisten en no ser 'disidentes', lo cierto es que el embrión de GKS fue Ikasle Abertzaleak, la organización estudiantil en su día vinculada a la izquierda abertzale y hoy totalmente alejada de ella.

La cuestión nacional

«No somos nacionalistas porque no es posible una sociedad sin clases en los márgenes nacionales»

En todo caso, Mugimendu Sozialista –donde se engloban los jóvenes de GKS– no descarta presentarse a las elecciones en un futuro, aunque hoy no lo ve prioritario. «Es necesario crear instituciones de poder de todo tipo (económicas y culturales) fuera de la lógica mercantil y estatal», admiten. La variable electoral no se contempla «mientras las instituciones del Estado están bajo el control de los grandes grupos de la oligarquía».

El debate lo impulsa una generación muy joven, euskaldun, muy ideologizada en el marxismo, que se envuelve en bandera de la Revolución, de la emancipación de la 'clase obrera' frente a la explotación capitalista y en la de una juventud proletaria europea a la que se ha dejado fuera del sistema y que creen que necesita «la autodefensa». No es la Rusia zarista de 1916, como señaló el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, para subrayar las contradicciones que anidan de ese mundo. Pero GKS reclama un comunismo «actualizado al siglo XXI». La crítica al reformismo socialdemócrata es la misma que ha exhibido la izquierda revolucionaria europea durante el siglo XX.

El encuentro de GKS en Durango ha abierto los ojos a más de uno. No tanto para adherirse a la causa del 'internacionalismo proletario' pero sí para que empiece a analizarse el fenómeno con creciente interés, más allá del pulso frontal que libra con Ernai, las juventudes de Sortu. En pleno momento de desafección de los jóvenes hacia la política, que hasta dos mil personas se reúnan unos días del verano para analizar «la coyuntura del comunismo» exhibe algo más que capacidad de convocatoria por mucho que las jornadas tuvieran otros alicientes lúdicos, musicales y deportivos.

Estrategia

GKS siente una doble pinza desde Sortu y el PNV para debilitarles y desfigurar su identidad

«Nos consideramos comunistas porque defendemos el objetivo de construir una sociedad sin clases que supere todas las modalidades de opresión (género, raza...). Abogamos por organizar el Partido Comunista, entendido éste en un sentido clásico, y no tanto en el sentido meramente institucional que domina hoy en día», sostienen fuentes de GKS. Un regreso a la doctrina tradicional en toda regla.

La respuesta de Ernai no se ha hecho esperar. La tesis de los jóvenes de Sortu es que el verdadero desafío ahora es el debilitamiento del «pulso nacional vasco». El golpe va dirigido a la mandíbula de GKS, colectivo al que la izquierda abertzale acusa de tener «posiciones de izquierda reaccionaria, repleta de dogmas». La discusión está servida en bandeja y tiene un alto voltaje.

Herederos de la Revolución

En Mugimendu Sozialista militan los hijos de la hiperideologización de los años 80 en Euskadi, una generación que ve con frustración el colapso del discurso de impugnación rupturista de sus padres, que se aburguesaron y dejaron de creer en la Revolución, si alguna vez creyeron en ella. Son sus propios hijos los que se aferran ahora a una doctrina de la emancipación que sus mayores ya ensayaron hace décadas sin éxito.

GKS siente también un 'doble problema' con el PNV y EH Bildu durante el verano festivo y las txosnas. El reproche a la izquierda abertzale es directo en la medida en la que le responsabilizan de obstaculizar el acceso al espacio público festivo para instalar las txosnas. Y, por otra parte, la beligerancia del PNV en este asunto, en su opinión, busca desgastar a EH Bildu y proyectar una imagen de división que les interesa electoralmente. También rechazan por completo la acusación de 'machistas', que han recibido «creando una imagen falsa y negativa de nosotros».

Pero si hay una cuestión en la que GKS y la izquierda abertzale comparten la misma trinchera es la respuesta ante los últimos episodios de acoso a los ertzainas desde el entorno radical. Ni unos ni otros han condenado los ataques y sí se han solidarizado, por ejemplo, con los detenidos de Vitoria. Las posturas entre ambos grupos se asemejan como dos gotas de agua.


 

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