El presidente del país en conflicto bélico con Rusia quiere contarle en persona al argentino “los horribles crímenes” que comenten los enviados de Vladimir Putin en el territorio.
Fuente: TN
Por: Sergio Rubin
14/08/2022
El papa Francisco se santigua durante la audiencia semanal en el Vaticano, el miércoles 3 de agosto de 2022. (AP Foto/Gregorio Borgia)
A medida que toda guerra se prolonga va extendiendo el horror que conlleva. El espanto en un punto comienza a convertirse en insoportable. Es cierto que el patriotismo de quienes defienden su tierra los vuelve más resistentes. Pero el anhelo de recuperar la paz crece también en ellos a medida que pasa el tiempo. La invasión rusa a Ucrania pronto va a cumplir seis meses, la crueldad a la que está siendo sometido el pueblo ucraniano continúa sumando víctimas y dolor, y el final de los combates no parece estar a la vuelta de la esquina.
El presidente Volodimir Zelenski -que desde el inicio de la guerra viene mostrando un gran temple- evidenció el viernes su angustia por tanto estropicio que se está acumulando. Fue al llamar al Papa Francisco con el propósito de contarle -según él mismo reveló en Twitter- los “horribles crímenes” que está perpetrando Rusia porque “nuestro pueblo necesita el apoyo de los líderes espirituales del mundo que han de transmitir al globo la verdad sobre los actos de horror cometidos por el agresor”.
lguien poco informado podría concluir después de leer ese tuit que Francisco no transmitió al mundo “la verdad sobre los actos de horror cometidos por el agresor” en Ucrania. En rigor, en estos casi seis meses el Papa condenó unas 60 veces “la agresión” de Rusia. Es cierto que no usó la palabra “invasión”, ni mencionó a Vladimir Putin por su nombre para no volar todos los puentes con Moscú y posibilitar una eventual gestión en favor de negociaciones o, al menos, de la apertura de corredores humanitarios.
Los conceptos de Volodimir Zelenski parecen apuntar, no a un nuevo pronunciamiento del pontífice, o sí, pero en Ucrania. Es decir, lo que esconderían esas palabras sería el anhelo de que Francisco viaje, finalmente, a Kiev. Acaso no lo dijo públicamente para que no se lo interprete como una forma de presionar al Papa. Pero es muy probable que Zelenski haya sacado el tema durante la conversación telefónica. Ya había dicho semanas atrás en una rueda de prensa que anhelaba verlo en Kiev.
Es claro que para Volodimir Zelenski el viaje del Papa a Ucrania podría ayudar de alguna manera a detener la invasión o, en todo caso, a circunscribirla a una región determinada. Y que, aunque la probabilidad de que la visita logre ese cometido sea muy baja, Zelenski no quiere dejar de procurar su concreción. Al menos cree que todo sumaría en aras de dejar a Vladimir Putin en una posición internacional más incómoda.
Ahora bien, ¿qué detiene a Francisco? El Papa siempre consideró que no solo debía ir a Kiev, sino también a Moscú. Visitar solo Ucrania conllevaría una preferencia por el pueblo ucraniano en detrimento del ruso. Pueblos ambos cristianos, aunque de mayoría ortodoxa. Esta posición seguramente resulte difícil de entender para la opinión pública, pero es relevante para un Papa.
Además, una visita solo a Ucrania -al igual que en el citado caso de las palabras que utiliza Francisco para referirse al conflicto- también lo invalidaría para una eventual mediación. Para Jorge Bergoglio lo importante es contribuir a detener la invasión. “¿Qué sentido tendría que vaya unas horas y al volver siga la matanza?”, le escucharon decir en privado.
Hoy por hoy un viaje de Francisco a Kiev y Moscú es improbable. Vladimir Putin no muestra la menor disposición a recibirlo, pese a que lo visitó tres veces en el Vaticano y el año pasado lo llamó para saludarlo por su cumpleaños. En verdad, el presidente ruso no piensa en una negociación, sino en aplastar a las fuerzas ucranianas y derrocar a Volodimir Zelenski.
Para colmo, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill -que ejerce gran influencia sobre Vladimir Putin- apoya la invasión a Ucrania. Es decir que al adverso frente político ruso Francisco suma la actitud del jefe de la principal institución religiosa de Rusia, que tiene como marco el histórico recelo de la ortodoxia rusa con el papado.
Volodimir Zelenski tampoco mostró hasta ahora una gran vocación por la negociación. No son pocos los ucranianos que creen que la única solución al conflicto -y acabar de una buena vez con la histórica amenaza rusa a Ucrania- es derrotar al ejército ruso y provocar la caída de Vladimir Putin. De allí su clamor por más armas y logística de Occidente.
El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, lamentó la semana pasada que “no parezca haber por ahora disponibilidad de las partes para entablar negociaciones reales de paz y aceptar la oferta de una mediación”, y señaló que es fundamental que ambas expresen su voluntad en este sentido.
Mientras tanto, Francisco dijo que esto no se arregla “a los tiros”, sino en una mesa de negociación. Y destacó el hecho de que Rusia y Ucrania hayan llegado a un acuerdo para la reapertura de la exportación de granos desde puertos ucranianos, tras un freno que estaba generando una crisis alimentaria en varios países.
“Este paso demuestra que es posible dialogar y alcanzar resultados concretos que satisfagan a todos. Por lo tanto, el hecho se presenta como una señal de esperanza y espero de corazón que siguiendo este camino se pueda poner fin a los combates y llegar a una paz justa y duradera”, dijo Francisco.
Claro que para ello también deberán contribuir las grandes potencias, comenzando por los Estados Unidos y habrá que vencer el lobby de los vendedores de armas que tanto denuncia Francisco.
Cabe preguntarse cómo jugará el paso del tiempo y la prolongación del horror. ¿Terminará decidiendo al Papa a ir solamente a Ucrania? ¿Impulsará a las partes a sentarse a negociar?
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