El excorresponsal de ABC siente que de los lugares en los que ha trabajado el Vaticano ha sido el más difícil
Fuente: ABC
10/08/2022
Hay dos personas para las que el Vaticano no tiene secretos: el Papa Francisco y Juan Vicente Boo. Este periodista gallego cubrió el fin de la guerra fría en el cuartel general de la OTAN en Bruselas, luego se marchó a EE.UU. donde fue uno de los primeros corresponsales que apostó por un desconocido Bill Clinton. Aparcó la serenidad de Washington para informar sobre el golpe de Estado en Haití. A finales de los 90 hizo reportajes en la China continental hasta que le descubrieron y tuvo que irse. Sin embargo, después de 23 años en Roma, asegura que cubrir el Vaticano ha sido mucho más difícil que todo lo anterior.
-¿Cómo acabó en Roma?
-Llegué en 1998. Algunos pensaban que era el 'final inminente' de Juan Pablo II, pero continuó hasta 2005. Viví la elección y el pontificado de Benedicto XVI, y he seguido el de Francisco hasta el pasado mes de enero.
-¿Qué corresponsalía ha sido la más complicada?
-Era mucho más sencillo entender la UE, la OTAN, la ONU o EE. UU, que el Vaticano, pues requiere mayor profundidad de visión.
-¿Cómo funciona el Vaticano?
-En el Vaticano hay muchos que se creen que gobiernan porque participan en reuniones y elaboran documentos. Pero mandan en cuestiones generalmente secundarias. El papel fundamental es el del Papa, pues se ocupa de los aspectos esenciales para el Vaticano que son espirituales, y a veces políticos, como las relaciones entre países.
-¿Entonces es mejor prescindir del Vaticano?
-El Vaticano es útil en la medida en que ayude al Papa. Con el paso de los años se contagió de los arabescos de las cortes europeas, y de los abalorios culturales. En algunos aspectos es la última corte europea, a la que más le cuesta desprenderse de ese modo de funcionar, unas veces en lo visible y otras en lo psicológico. En esos casos, se vuelve un lastre y a veces impide ver al Papa.
-¿En qué consiste la reforma de la Curia que ha hecho Francisco?
-Su gran reforma es cultural. En nueve años ha emprendido tres grandes limpiezas de las 'tres C' que me saltaban a la vista cuando llegué a Roma: carrerismo, clericalismo y corrupción. Reforma con su ejemplo personal, dando la prioridad a evangelizar, y devolviendo responsabilidades a los laicos.
-¿Cómo fue su primer encuentro con el Papa Francisco?
-Fue en el avión papal, durante su primer viaje internacional, rumbo a Río de Janeiro. Cuando le dije que era el corresponsal de ABC, me dijo: «Ah, sí, es el periódico que yo leo». Entiendo que se refería más a etapas anteriores, y cuando viajaba a España…
-¿Cómo es el Papa de cerca?
-En 2018 estábamos cubriendo su viaje a Chile, una visita complicada, llena de polémicas. A miles de kilómetros de casa, recibí la noticia del inesperado fallecimiento de mi madre. Cuando se lo dijeron al Papa, me llamó en el avión para que le contara lo que había ocurrido y para darme las gracias por el trabajo en esos momentos tan duros.
-¿Es muy distinto a Benedicto XVI o a Juan Pablo II?
-Humanamente son tres Papas muy distintos. Pero son iguales en el enorme afán de servicio, incluso en situaciones de salud precaria, y el mensaje.
Una vez pedí al cardenal Herranz que me definiera a Francisco con cuatro palabras, y me dijo que le sobraban tres: «Enamorado»
-¿Cómo será recordado Benedicto XVI?
-Una vez pedí al cardenal español Julián Herranz que me definiera a Benedicto en pocas palabras. Me dijo que le bastaban cuatro: «Doctor de la Iglesia». Años después le pedí que me definiera a Francisco con cuatro palabras, y me dijo que le sobraban tres: «Enamorado».
-¿Tiene mucha oposición el Papa Francisco?
-Es el Papa más hostigado de los últimos dos siglos. Los ataques proceden -a través de intermediarios de grandes empresas carboneras, fondos especulativos, industrias de armamento, hipermillonarios americanos ultra conservadores y algunos políticos republicanos de EE.UU. Le miran con recelo personas de países clericalizados y envejecidos, o también crispados.
El Papa no menciona por su nombre al jefe de Estado que comete desmanes, pero se manifiestan de forma clara para que se sepa si se habla de Maduro, Ortega o Putin
-Muchos le acusan de no hablar claro contra Putin.
-Los Papas deben reflexionar mucho sobre lo que van a decir y lo que no van a decir, para obtener efectos positivos minimizando los negativos. Habitualmente no mencionan por su nombre al jefe de Estado que comete desmanes, pero se manifiestan de forma suficientemente clara para que se sepa muy bien si se está hablando de Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Vladimir Putin.
-Hay gente que se queja de que no haya denunciado más la situación en Venezuela o en Cuba.
-También se enfadaron cuando Juan Pablo II fue a Cuba y no sacudió a Fidel Castro con el báculo. Los Papas no abochornan a jefes de Estado en público, si acaso solo implícitamente.
-¿Qué piensa el Papa Francisco del periodismo?
-Una vez le pregunté qué capacidades se deben poner en juego para hacer buen periodismo. Me propuso dos: «No perder detalle, y contar objetivamente lo que pasa». No sólo lo que te gusta.
-¿Por qué ABC es el único diario no italiano con corresponsal permanente en el Vaticano?
-Es lo específico de ABC. El mensaje de los Papas es positivo y es esencial. Si uno sabe verlo en conjunto, mejora a las sociedades. En el plano práctico, tiene un corresponsal permanente porque muchísimos lectores tienen interés en lo que dice el Papa. De hecho, mucho más interés que en lo que dicen los políticos sobre todo cuando se enzarzan en guerras y batallas partidistas.
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