jueves, 9 de septiembre de 2021

La elección de obispos, a la luz de la Didajé, y la inexistencia de la Teología de la Sexualidad

Reflexiones para debate a propósito del caso Novell

 

Fuente:   Religión Digital

Baltasar Bueno

09.09.2021

 


 

El caso Novell ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate de asuntos de diversa índole que siguen abiertos y sin resolver, porque no quiere o no le interesa a la cúpula de la Iglesia ponerse a trabajarlos, rezarlos y reflexionarlos.

Uno de ellos es el sistema o procedimiento para elegir obispos, que a Roma le sigue fallando estrepitosamente si recordamos y analizamos la manera fulminante con que ha tenido que actuar en determinados casos. Sentar a los obispos díscolos y ponerles la papela de dimisión o renuncia diciéndoles: “Firme esto”. Decisión drástica que luego cara a la galería se ha explicado que ha sido una renuncia voluntaria “después de un proceso de oración y discernimiento”. Pueden preguntar a algunos cesados si es así o no.

La propia Iglesia llama de continuo en sus soflamas a ir a las fuentes, a lo originario y primitivo. La Didajé, catecismo en el que Jesús habla al mundo a través de los apóstoles, –capítulo 15, 1 y 2 – ya resolvió de una manera muy sencilla y eficaz el problema de la elección de epíscopos en la Iglesia: “Elegíos obispos y diáconos dignos del Señor”. Confía o encarga a las comunidades, a las iglesias locales,  que elijan a sus obispos según su conocimiento y entendimiento  próximo, directo, concreto. Esta es la esencia, es la Iglesia la que elige, no los cabildeos políticos de los carreristas y sus protectores.

Lo de la elección de obispos a lo largo de la historia de la Iglesia ha ido a peor. Han nombrado obispos reyes, jefes de Estado, señores feudales, príncipes, terratenientes, gentes sin ninguna fe, manipuladores políticos, que con el tiempo incluso llegó a establecerse legalmente en los concordatos bajo el eufemismo de derecho de presentación o veto por los poderes públicos de determinados candidatos que no eran afectos al régimen de turno. Y así muchas veces ha salido lo que ha salido, con las consiguientes excepciones. “Nulla regula, sine exceptione”.

La Didajé exhorta que los elegidos sean “sinceros y probados”. Y ahí es donde vuelven a fallar  estrepitosamente la fontanería vaticana y su red de Nuncios, que parece no enterarse de nada o sacar el expediente en ocasiones a toda prisa, a patadas, basándose por las recomendaciones de algunos obispos o la red de confidentes que tiene el clero, que como se pongan de acuerdo dos o tres informantes ya se sabe a quién  le va a tocar la mitra.

De esta manera, al Espíritu Santo poco se  le permite aletear y luego sale lo que sale, Repasen los casos de obispos que en España  últimamente la Santa Sede ha obligado a renunciar  y analicen cómo llegaron al mando y responsabilidad del báculo de pastor, así luego acabaron maquilladamente fulminados, no pocos con sus respectivos escándalos.

Falla también Roma en no hacer a los candidatos un examen psicotécnico, psíquico sobre todo, hecho por psicólogos y psiquiatras, incluso médico, para ver si tienen las condiciones mínimas para ocupar el cargo y soportar el peso de la púrpura, pues no pocos sacerdotes desesperados de que les toque en la tómbola la mitra, luego se ven incapaces de soportarla, de ser “profetas y maestros”, firmes trabajadores en los campos de la mies. Si para conducir un vehículo, o dirigir una empresa, se exige exámenes psicotécnicos, es bueno y conveniente, apropiado, exigirlo para quien va a regir una Diócesis, va a ser el guía espiritual de la grey. Así nos encontramos a obispos que tienen una gran facilidad en estar enfrentado con la mayoría de su clero.

Todo ello, además, aunque es una obviedad decirlo, que tengan muy claro que los suyo es el Evangelio, el puro Evangelio, con toda su fuerza y vitalidad, con todo su riesgo, con toda su belleza, con toda su globalidad humana, con toda su espiritualidad, en permanente oración, exquisitamente espirituales, con lo que ya tienen trabajo, obligación y devoción de sobra.

A Novell últimamente se le veía dando bandazos de parte a parte arrastrado por la torrentera del independentismo el cual predicaba en sede episcopal armado con el báculo y tocado con la mitra, al tiempo que se aferraba a las posturas rígidas e intransigentes, trasnochadas y acientíficas de la moral sexual que sigue sosteniendo la Iglesia oficial. Manifestaba una integridad y ortodoxia en este terreno que cuando ha estallado la burbuja ha sido todo lo contrario.

“El intermedio” de La Sexta publicó un video de una entrevista de hemeroteca que le hicieron a Novell  an alguna otra televisión no hace mucho en el que le preguntaban sobre cuestiones de sexualidad y hasta sobre el preservativo. Monseñor, jugando con su anillo pastoral, vicio que tienen los que quieren que se den cuenta que son obispos, defendía las posturas más cerradas de la Iglesia y se remitía como solución a todos los males a la castidad. En el citado programa, en el que no suelen hablar de Teología, han afirmado, en su sarcasmo habitual,  que Satanás existe y que ha sido obra suya, la victoria, el que una escritora  esotérica-satanista encandilara al obispo hasta el extremo de sacrificar su mitra, que en el sector ambicioso de la clerecía es  mucho sacrificar,  lo indecible.

Es respetable, lógicamente, que el obispo se haya enamorado y quiera vivir en verdad, en consonancia con su amor, aunque es de imaginar que ahora se tendrá que apear de los postulados intransigentes de la moral sexual de la Iglesia oficial, los que defendía a capa y espada en temas tanto en lo heterosexual como en lo homosexual. Tendrá ahora la oportunidad o necesidad de cambiar su chip, al ver los problemas,  la realidad del hombre y la mujer de la calle, que no necesariamente cada vez que se acuesten para hacer sexo sea obligatoriamente para engendrar, procrear.

Y llegado este punto el caso Novell nos vuelve a recordar la necesidad de que los teólogos se planteen entrar en el tema tabú de la sexualidad y elaboren una seria y profunda Teología de la Sexualidad  o de la Felicidad Sexual, que actualice los postulados y doctrina de la Iglesia en este campo, dado que Dios al crear al ser humano lo hizo sexuado, no asexuado. Cuando los teólogos gusten o tengan ganas de hacer Teología de verdad, aquí tienen una propuesta, dejen de hablar y discutir las memeces del sexo de los ángeles, hablen, escriban, reflexionen sobre el sexo de los hombres y las mujeres, de su derecho y vocación a la felicidad, también la felicidad sexual. Miren lo sexual en su dimensión sagrada humana. Como diría un profesor de Antropología en mi Facultad de Teología, deje la Iglesia de obsesionarse por las tres rajas de las personas, las dos laterales de los bolsillos, y la del centro, la del sexo.

 

 

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