Desde hace algún tiempo se han ido
difundiendo entre nosotros, noticias sobre un proyecto promovido desde el
Obispado para reunir en un solo edificio a todas las instituciones diocesanas
que actualmente están ubicadas en diversos lugares. Que yo recuerde, este afán
por reunir los servicios diocesanos no es nuevo. En Alameda Mazarredo se
construyó en la década de los 60, un gran edificio que albergó a la A.C. y a
otros Movimientos y Asociaciones. Posteriormente se derribó el palacio
episcopal de la calle Henao y se albergaron en el nuevo edificio construido en
aquel solar, varios servicios diocesanos, la Vicaría Episcopal e incluso una
librería. Luego se habilitaron locales de la parroquia de Begoña para albergar
a la Curia que aún sigue en el mismo lugar, y más tarde, aprovechando la marcha
de los Hermanos Maristas de la Plaza Nueva, la diócesis adquirió el edificio
del Colegio el Salvador para reunir allí a los movimientos, asociaciones,
delegaciones y al Instituto de Teología y Pastoral que había estado migrando
por Deusto y Begoña. También el edificio del antiguo Seminario de Derio ha sido
sometido a usos diversos desde que se fueron de allí los pocos seminaristas que
quedaban y se cerró el Colegio-Seminario que se creó para promover las
vocaciones al ministerio. Aún alberga entre sus paredes a reconocidas
instituciones destinadas a promover la cultura vasca, bibliotecas y archivos de
la diócesis. El resto del edificio se reformó para rentabilizar el patrimonio
alquilándolo por parcelas a otros usos civiles. De esa manera prometía ser la
fuente de ingresos necesaria para cubrir el déficit que generaban las
residencias de curas y otros servicios de la Curia.
A pesar de estos esfuerzos denodados
por reunir bajo un mismo techo a tantas instituciones, yo, en los más de 50
años que llevo sirviendo como cura en esta diócesis, siempre he conocido su
dispersión. Y confieso que no ha supuesto ningún problema pastoral tener que
desplazarme a uno y a otro lugar para ser atendido. Reconozco también, que
tenerlo todo a mano, en el mismo edificio, como si fuera un Corte Inglés
religioso, puede tener sus ventajas al ahorrar tiempo y gastos, unificando
servicios, pero en este momento, no acabo de ver ni su necesidad ni su
oportunidad.
Se está vendiendo el proyecto diciendo que se van a producir “sinergias” que no hay que desaprovechar; que en este momento se ofrecen oportunidades —de compra y venta— que no se van a repetir fácilmente. Y sobre todo, que hay que cubrir el déficit económico que aumenta cada año en las cuentas de la diócesis.
Por los informes que se han presentado
en los Consejos Diocesanos, quien más demanda el cambio es la Escuela de
Magisterio de Barraincúa, necesitada, al parecer, de mejorar su equipamiento
educativo. Ya se amplió al hacerse con los locales que ocupaba el Seminario
Diocesano, pero no ha sido suficiente. También lo demandan las instituciones
culturales que aún están ubicadas en el Seminario de Derio que buscan un lugar
más accesible en Bilbao que facilite el uso de sus servicios; y puestos a
pedir, la Curia administrativa ya no está a gusto en Begoña y quiere también
venir al centro de Bilbao porque el obispo y sus vicarios no deben estar
desplazados.
Estoy seguro que habrá detalles del
proyecto que desconozco y que podrán avalar la operación que se pretende, pero
si me he atrevido a dar mi opinión es porque hay cuestiones de fondo que no veo
explicitadas y no sé cómo podrán armonizarse con la pretensión de construir un
gran edificio en el centro de Bilbao y trasladar a él a todas o a la mayoría de
las múltiples instituciones de esta diócesis que, a lo largo de los pocos años
de su existencia ha tenido la vitalidad para crearlas y mantenerlas.
Lo primero que debemos tener en cuenta a
la hora de valorar este proyecto es que somos una Iglesia en recesión. El
déficit económico que tanto nos preocupa no es más que un síntoma del déficit
pastoral que vemos aumentar día tras día. Los datos ya los conocemos y los
sufrimos. Yo creo que todavía no nos hemos hecho cargo de esta situación que
puede hacer desaparecer la presencia de la Iglesia Católica en muchos lugares
de la diócesis, no sólo por falta de curas sino, sobre todo, por falta de
fieles cristianos. La creación de las Unidades Pastorales, la coordinación y
unificación de los servicios pastorales y el cierre de algunos pocos templos
son una respuesta insuficiente para la crisis religiosa que estamos viviendo y
que aún no ha tocado fondo. Parece que lo que importa es mantener abiertas las
parroquias celebrando misas y para ello los pocos curas que quedan se tienen
que multiplicar y si no hay suficientes, se traen curas de fuera porque la misa
tiene el mismo valor celebre quien la celebre. Dentro de 20 años, el panorama
sociológico de nuestra Iglesia va a cambiar sustancialmente porque la mayoría
de las personas que participan en el culto dominical y las que sostienen muchas
de las asociaciones religiosas, tienen más de 70 años. Y en esta situación tan
predecible, ¿vamos a construir un gran edificio en el centro de Bilbao para
concentrar a todas las asociaciones, instituciones y delegaciones? ¿Es esa la
prioridad pastoral a la que debemos dedicar tanto esfuerzo?
Esta pretensión me recuerda lo que
contaban de una región en la que su gobierno quería instalar un moderno sistema
de tuberías para administrar agua corriente en todas las casas y riego en el
campo. Discutían si las tuberías habían de ser de cobre o de plomo hasta que
repararon que en aquella región no había agua. Cuando todo en esta Iglesia está
llamado a decrecer y algunas asociaciones a desaparecer; cuando muchos templos
tendrán que cerrar por falta de feligreses ¿no es aventurado construir más
edificios de los que ya tenemos? ¿Cómo vamos a soportar la construcción de un
gran edificio moderno para la Iglesia cuando otros edificios de Bilbao —algunos
históricos y artísticos— se queden como templos vacíos? ¿No se podrían
reutilizar para albergar a algunas de esas instituciones que suspiran por venir
a Bilbao?
Yo creo que es otra la prioridad
pastoral que nos tendría que ocupar y me temo, que la edificación de esta Casa
de la Iglesia, va a distraer muchas atenciones y va a acaparar muchas
dedicaciones que en este momento tan crítico deberían concentrarse en promover una
verdadera evangelización misionera.
Otra cuestión que me deja confundido es
la que defiende el proyecto de agrupación de las entidades en razón de las
“sinergias” que se van a producir; es la palabra que se utiliza una y otra vez como
un talismán prodigioso. No me refiero a las sinergias en relación a la
economía. Según el informe que han presentado los promotores del proyecto, a la
diócesis, esta obra no le va a costar un euro. Los edificios vendidos o
rentabilizados van a cubrir los gastos de la nueva edificación. Espero que no
sea este, una vez más, el cuento de la lechera.
Pero las sinergias de las que se nos
informa se refieren también a la coordinación pastoral entre las diversas
entidades diocesanas y eso es lo que yo no acabo de ver. Que la ubicación en un
mismo lugar facilite el conocimiento y el trato es evidente; pero la
coordinación supone mucho más. Es compartir información, es dialogar en pie de
igualdad, es hacer un diagnóstico común y elaborar proyectos pastorales de
evangelización misionera alineados con la Iglesia pobre y para los pobres que
el Papa Francisco demanda y con la salida a las periferias que nosotros mismos
hemos propuesto en los planes de evangelización. Para eso no hace falta meter a
todos en la misma casa. Son otros los recursos que hay que ofrecer y aunque la relación
personal lo facilite, no es un medio indispensable. Esta diócesis, en otros
momentos, a pesar de la dispersión de delegaciones y servicios, lo
consiguió porque había un liderazgo y un proyecto que nos acercaba y nos unía
aún a aquellos que estamos separados por la edad o la cultura. No son las
sinergias lo que podrá justificar una obra de tanta envergadura.
Tampoco acabo de ver cómo podrán
armonizarse en el mismo edificio actividades y servicios tan diversos. Según el
informe que se ha difundido entre los miembros de los Consejos Diocesanos, en
esa Casa de la Iglesia van a estar la Escuela de Magisterio, la Librería, la
Curia, el Tribunal, las Asociaciones y Movimientos de A.C., Cáritas, las Radios
diocesanas, las Bibliotecas, el IDTP, Labayru, etc., etc.; todo junto. No
acierto a visualizar cómo podrán coincidir en el mismo edificio los que van a
solicitar la nulidad de su matrimonio, los que quieren comprar un libro, los Eskautak
que tienen reunión, los de Vida Ascendente que van al retiro, los alumnos de la
Escuela de Magisterio, el obispo que va a su despacho y los que van a solicitar
ayuda a Cáritas. No se podrán juntar en el mismo portal; tendrán que hacer
diversas puertas y a algunos les tocará entrar por la puerta de atrás. Pero ya
lo habrán pensado y lo podrán resolver.
La última cuestión que me preocupa es
la que se refiere al modo como se ha llevado este proyecto a la consulta de los
Consejos Diocesanos. Se dice, en el informe, que es una propuesta, pero luego
lo que se propone a los consejeros es que opinen sobre varias posibilidades que
los gestores contemplan y detallan. Lo que no proponen es que se decida en los
Consejos si se ha de edificar o no. Eso parece que ya está resuelto y decidido.
Lo que sería, según mi parecer, una falta de respeto a la corresponsabilidad
que es la base de la constitución de los Consejos.
Por lo que me han informado, en las
sesiones de los dos Consejos celebradas la semana pasada, nadie o casi nadie,
puso en cuestión la edificación de esta Casa de la Iglesia. Las preguntas iban
dirigidas más al cómo que al por qué y al para qué. Y esta ha sido una posición mayoritaria entre los
consejeros presbíteros, laicos y religiosos. ¿A qué puede atribuirse esta
aceptación acrítica de un proyecto que va a tener tanta repercusión en la
comunidad diocesana y en los Medios de Comunicación? Puede ser que la
información detallada y la defensa del proyecto hayan sido determinantes para
conseguir su aceptación. Pero yo también contemplo, al menos, como posibilidad,
que para la mayoría de los consejeros este asunto ni les va ni les viene. Bien
porque lo dan por hecho o bien porque están en otra onda y no sienten afectado
su trabajo pastoral por un edificio más o menos. Sólo les afectará por la
incomodidad de tener que trasladar los trastos a una nueva sede.
Si fuera así, quiere esto decir que yo
estoy equivocado porque para la opinión de la mayoría de los miembros de los
Consejos Diocesanos consultados, esta construcción no tiene la trascendencia
que yo veo y su opinión, sin duda, vale mucho más que la mía.
Pero, por si alguno más quiere opinar,
es por lo que me he atrevido a publicarla.
Juan Mari
Lechosa
Presbítero
jubilado
Juan Mari. Sigues siendo una mente lúcida y un corazón muy abierto a la realidad. Me ha parecido un artículo precioso el tuyo y muy digno de tenerse en cuenta. Un abrazo desde Donostia. Joseba
ResponderEliminarEgun on
ResponderEliminarMe ánimo a participar. Desgraciadamente no puedo identificarme con mi nombre verdadero. Soy una laica que lleva más de quince años trabajando laboralmente al servicio de nuestra Iglesia diocesana. Mi experiencia ha sido que en la medida que un laico, especialmente una laica discrepa públicamente de alguna cosa que no comparta respecto a una cuestión que tenga que ver con nuestra vida diocesana, se arriesga a tener consecuencias.
No es mucha la información que a las trabajadoras se nos ha dado respecto al proyecto de Casa de la Iglesia. Al menos en Curia de un modo directo, en absoluto. Estamos acostumbradas a ello. Veo razonable que el equipo de Gobierno, el equipo económico, presenten unas propuestas y unos argumentos que hagan ver la necesidad y oportunidad de una reunificación en una sola sede. Se habla de un ahorro estimado solo en gastos generales de unos 650.000 euros anuales. No es baladí. Amén de las consabidas "sinergias" que se pudieran crear.No seré yo quien pueda dudar de estos datos. Otro debate más profundo es si todo ese ahorro que se pueda conseguir va a ir en beneficio de un destino de los recursos más acordes con un modelo de transparencia y justicia. Pueden decirme que zapatera a tus zapatos, pero hay muchas veces que se destinan recursos a grandes proyectos y edificios (Seminario Diocesano, por el que rezo para que de frutos), pero no se atienden cuestiones en el día a día y de muchas personas que llevan toda su vida laboral dedicada al servicio diocesano en diferentes tareas.
Es muy fácil decirme que lo que voy a indicar a continuación poco tiene que ver con el asunto de la Casa de la Iglesia, pero a mi modesto entender, no esta tan alejado.
- ¿Cómo es posible que las trabajadoras de Curia diocesana lleven más de 7 años sin ninguna subida del IPC con el argumento de que como el convenio de Oficinas y Despachos está decaído, Gerencia se ajusta a la legalidad y punto?
-¿Cómo es posible que no se convoque a esa gente para escuchar y ver sus necesidades, y hacer propuestas que puedan estar más en sintonía con lo que es una DSI? ¿Cómo es posible que personas haciendo las mismas tareas y formación tengas categorías profesionales distintas e incluso convenios diferentes?
¿Cómo es posible que algunos tengan pluses y otros no?
-¿Cómo es posible que ante estas realidades, presbíteros con responsabilidades altas, callen con el argumento de que "no es mi responsabilidad"
Estas y otras muchas cuestiones están pasando, y nadie da un paso por solucionarlo, ni atenderlo.
No voy a pedir que se consulte de verdad el proyecto de la Casa de la Iglesia, cuando sabemos si no volvemos a la hipocresía que está decidido de antemano, no hay opción a decir que no, sino opción a decir qué fórmula. Decidido precisamente por aquellos que no tienen ni tiempo, ni voluntad de atender, escuchar y hacer propuestas razonables a la gente trabajadora que lleva toda su vida dedicada a intentar hacer que los servicios funcionen, aportando profesionalidad, plus de servicio... Todo se tapa, todo silencio, todo... Estamos muy cansadas, decepcionadas.
Creo sinceramente que para el servicio a la evangelización puede ser bueno el reunificar servicios, el sumar sinergias. también creo que en la medida en que la gente se sienta escuchada, de verdad, implicada, será un proyecto más de todas. Pero basta de hipocresías. Puede ser momento de alzar la voz, de decir, que no todo vale. En este camino vosotros presbíteros que tanto compartís con nosotras, sois clave. Bien sabéis que de cura a cura pueden decirse cosas (y a veces ni eso), pero como una laica, tenga que vérselas con un presbítero con responsabilidades, lo tiene claro, si discrepa.
No sabéis qué duro se hace el reunirte con un presbítero con altísimas responsabilidades y escuchar: tienes razón en lo que dices, pero no es mi campo directo, y cómo tal no debo entrar. O sea que te comprendo, pero a aguantarse, aún y cuando se reconozca una injusticia, y que las cosas no se hacen bien. Pero cómo nos topamos con el Totem. ¿Cómo vamos a ganar credibilidad?
¡Paz y bien!
ResponderEliminarPaz... laicos que llevan 10 años sin convenio en los centros diocesanos (las escuelas) y ahí se organizan, y ahí se buscan soluciones, es verdad que la práctica de la gerencia en cualquier conflicto es esperar hasta el último momento para la conciliación crispando ambientes y relaciones (no olvidemos que el mejor activo que tienen algunos colegios es el humano). Pero es verdad que tenemos muy pocos trabajadores sindicalizados, donde se pueda la gente organizar y recoger sus condiciones laborales y salariales. Y eso no depende más que de los propios trabajadores (organizarse es bueno... controlar a los empleadores y las malas prácticas también es bueno y eso solo se puede hacer desde la proximidad).
El convenio de oficinas y servicios desde algunas organizaciones se ha apoyado, hubo movilizaciones... y es curioso la poca gente que se movilizó (lo digo con dolor). Quiero recordar que fue un proceso duro y complicado. No se puede pensar que otros nos saquen las castañas del fuego... los delegados sindicales se votan y hay que trabajar propuestas, presentarlas...
Es verdad... hay diferencias entre trabajadores: una cosa son los trabajadores prestando servicios (secretaría, economía, sacristanas...) y otras/os que tienen encomienda pastoral (donde podemos diferenciar los contratados por los territorios-parroquias y los contratados por la gerencia), y esto dificulta mucho el trabajo sindical y la organización de las/os trabajadores/as. Los primeros su convenio es de oficinas y servicios y los segundos es por el convenido de enseñanza.
Coincido con la "laica anónima" que hay un problema. Y la diócesis tiene que reflexionar sobre las buenas prácticas y el modelo de relaciones que tiene que tener con sus trabajadores (como empleadora que es). Saber que los sindicatos no son ninguna panacea, pero tampoco son enemigos. La participación de los trabajadores siempre ha sido una máxima en la doctrina de la Iglesia y algo sobre lo que hay que ir articulando nuevas propuestas. Y no solo eso... reflexionar sobre la relación con empresas con las que subcontratan trabajos y servicios (no hace mucho la Diócesis fue condenada por un juzgado por impedir el derecho de huelga cuando se cerró el servicio de mantenimiento de ordenadores con una empresa de la fundación EDE; o el problema del centro de Otxarkoaga con una asociación de la escuela y los cursillos que se imparten subvencionados por LANBIDE).
Pero también pido a las laicas y laicos que utilicen los cauces que ya existen como son las plataformas sindicales, y hagan propuestas a la delegación de caridad y justicia, a la del laicado, a la gerencia diocesana...
Yo, soy presbítero-cura de la diócesis... y tendremos que sensibilizarnos más, mucho más; pero los laicos no necesitan tutela alguna... yo creo en el protagonismo laical.
Ciertamente, si en la diócesis se abre el proceso de que "entes" y "obras" se mantienen, y cuales no van a crecer más (se estanca) o entren en un proceso de autonomía total o cesión a lo público... ¿Pero se abrirá ese proceso? Yo apuesto para que se abra. Y deseo que se abra por ser consciente de que el futuro no vamos a poder mantener todo este montón de instituciones y servicios. Y espero que los trabajadores puedan participar y tener voz en este proceso.
De ahí que es muy importante organizarnos, participar...
Un saludo en Jesús Obrero.
Jose Luis Iglesias - Pepelu
Querido y admirado compañero de camino Pepelu
EliminarEstoy de acuerdo en muchas cosas que dices, otras, seguro que por desconocimiento se te escapan:
- No sabes las veces que a través de algún compañero se ha expuesto la situación de trabajadoras de curia técnicas a la Delegación de Caridad y Justicia , a través de Pastoral Obrera: siempre la callada por respuesra.
- El protagonismo laical del que hablas ,claro que es deseable, pero es irreal. Seguimos siendo actores secundarios.Esto es lo real.
- Da por seguro que no se va a abrir este proceso de la Casa de la Iglesia, a las trabajadoras. Lo sabes.
- Es cierto que hace falta mayor implicación de las que trabajamos, en mojarse por los derechos,pero existe miedo. No tenemos delegado sindical hace ajos.
- Sé de tu dolor compartido. No hay ningún interés en la Gerencia de abordar la grave situación laboral respecto a salarios, categorías profesionales, subidas salariales, aún y cuando se demanda. Simplemente decir como estesta decaído el convenio de oficinas y despachos...no se aborda nada.
Necesitamos implicación, de las trabajadoras primero ,pero también de vositros.
Un saludo
Buenas tardes,
ResponderEliminarHe leído con mucha atención la carta de Juan María Lechosa y me ha preocupado especialmente lo que cuenta sobre al modo que se ha llevado el proyecto Bizkeliza Etxea a la consulta de los Consejos Diocesanos. Me gustaría que conocieran las consecuencias que va a tener este proyecto del obispado sobre el barrio y, sobre todo sobre la escuela Cervantes. Lo explican muy bien el ampa de la escuela en página web de la cual he extraído el párrafo que va a continuación
https://ampacervantesbilbao.wordpress.com/
Como hemos explicado anteriormente, los estudios del Ayuntamiento y su Avance del Plan General confirman que en el barrio hacen falta ese tipo de espacios libres de proximidad (a menos de 300 metros de las viviendas), especialmente necesarios para las personas mayores y los niños del barrio, así como para el alumnado del Colegio Público Cervantes, que cuenta con muy escasos espacios para el juego al aire libre. Además, si se construye el edificio que plantean el Obispado y Mutualia, las siete plantas de la fachada hacia la calle Lersundi reducirá considerablemente la cantidad de luz natural en las aulas de gran importancia para la salud del alumnado, como demuestran numerosos estudios.
Y les hago un ruego, difúndanlo.
Gracias
Ahora ya no es solo el ampa,
ResponderEliminarhttp://abandohabitable.org/
precisamente ahí he encontrado esta entrada.
Espero de verdad que no se demuela el que fue colegio de carmelitas, luego escuela de magisterio, para hacer ese mastodonte de edificio que parece que se está proyectando.
Entre otras cosas, porque no es la mejor forma de tratar a un barrio si quieres que su gente vaya a tu iglesia.
Espero que al menos se esté haciendo consultas 'reales' con la gente que sí que forma parte de la vida de las Parroquias locales ..