martes, 25 de diciembre de 2018

Gabon Zoriontsuak!



Volvió el Niño, (bueno, mocetón ya), (el que eliminamos y el Padre restableció resucitado para siempre.)
Volvió.
Este año no encontró ni a su madre.
Los entendidos le remitieron a «favoritos de GPS»:
Capitales del Mundo,
Ciudades con nudos de comunicación tierra-mar-aire y rascacielos de negocios…

Ni recuerdos de su padre.
Y a él nadie le reconoció.

De espalda a los religiosos,
se elevó sobre sí mismo
como oso polar en el amanecer de la primavera 
y olfateó,
cara a la salida del sol,
 el horizonte.

Afirmándose en tierra,
enfiló la dirección,
atravesó océanos y continentes.
Encontró su destino, antes del final cercano,
en medio de un pequeño mar.

Varado.
Quedó varado.
El Niño
(bueno, mocetón ya)
Varado.


Flotaban,
como aquella de Pedro en que el mocetón dormía,
multitud de embarcaciones ingobernables.
Entre despojos de pateras y quillas encalladas,
mantos,
bolsas,
basura
y cadáveres de niños supervivientes de los Herodes Grande y Antipas de hoy,
prolongaban su supervivencia
hombres
y mujeres más recias de caoba y diamante.

Ha sido ayer
—acontece ahora—
cuando Niño-mocetón y Madre se han encontrado.
La Madre ha hundido en el Hijo
la espada más templada de ternura

Sorbidas las aguas del Mediterráneo
la luna las ha transfigurado en Océano solar.
Todos los muertos han sido restituidos a vida nueva.

Y es que
Nos ha nacido el Niño.
Está junto a él la Madre.
Y José.

Y ya no nos lo arrebatarán.
Sin inventarnos lugares nuevos,
Vayamos adonde él nos nace y espera

Navidad de 2018

Txelis

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