Fuente: Diario Vasco
Por: ROSA PALO
Domingo, 4 abril 2021
Este domingo resucita el Señor. En cambio nosotros, los señores y señoras en plural y en minúsculas, no tenemos un día señalado para hacerlo. Tampoco lo tenemos para morir, que eso va según mercado. Pero, aun en las tardes de hastío, de horas monótonas y desesperantes, no perdemos la vocación de resucitar, y por ella seguimos, para renacer en la alegría a borbotones de un sábado a mediodía, de una caña bien tirada, de un libro gustoso, de una película con A., de media vida con L., de una conversación con cualquiera de las letras del abecedario. Resucitamos en un beso. O en un café con un ibuprofeno, que también. No todo va a ser poesía.
Resucitamos nosotros y resucitan cosas que creíamos muertas y enterradas, como los pantalones sobaqueros y las mangas farol, que acabaremos bajando a por el pan convertidos en un trasunto de Julián Muñoz o en una copia mala de Joan Collins. Resucita el 'mullet', ese corte de pelo más corto por arriba y por los lados y más largo por la nuca, propio de quinquis y de británicas de piel seca. Resucitan décadas pasadas y, con ellas, ropa que pensamos que nunca volveríamos a usar, peinados que nunca volveríamos a sufrir y manifestaciones que nunca volveríamos a escuchar. Y eso es peor que unas mangas abigarradas o un corte de pelo nada favorecedor, por mucho que mi peluquera se empeñe en convencerme de lo contrario.
Mientras, llenos de estigmas y atravesando un calvario, en medio de nostálgicos aborrecibles y blanqueadores de sepulcros, esperamos a que este país también goce de su resurrección, que llegue un Domingo de Gloria en el que volvamos a la normalidad. O un lunes, o un jueves, que lo mismo nos da. Lo único que queremos es que llegue pronto.
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