lunes, 2 de septiembre de 2024

Las lecturas de un Papa borgeano

La carta de Francisco "sobre el papel de la literatura en la formación” aborda el tema a fondo, citando a Proust, T.S. Eliot y Celan, y tomando conceptos de la neurociencia

Fuente:     La Vanguardia

Por   Sergio Vila-Sanjuán

Barcelona

31/08/2024


Jorge Mario Bergoglio y Jorge Luis Borges en Santa Fe, Argentina, agosto de 1965

Quienes hayan profundizado un poco en la personalidad del papa Francisco están al tanto de su interés por la literatura, que emblematiza la buena relación mantenida con su paisano Jorge Luis Borges. 

Fue la escritora María Esther Vázquez, prolongado amor y futura biógrafa del autor de El Aleph, quien le presentó a un Jorge Mario Bergoglio aún no ordenado sacerdote, que pasó a visitarle con cierta regularidad. Bergoglio hablaba de él en sus clases y le invitó en una ocasión a dictar un seminario sobre “El Martín Fierro y la literatura gauchesca” en el colegio jesuita de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, a más de 400 kilómetros de Buenos Aires, donde enseñaba. 

Borges se presentó en Santa Fe sin avisar, dictó sus conferencias y una mañana le pidió a Bergoglio que le afeitara

Tras intentar en vano comunicar por teléfono –era una época de malas comunicaciones– Borges se presentó allí un día sin avisar, acompañado de María Esther Vázquez, para sorpresa del anfitrión, que tuvo que buscarles improvisado alojamiento. Corría el mes de agosto de 1965, los visitantes pasaron varios días (una mañana el escritor pidió a Bergoglio que lo afeitara) y a las charlas de Borges acudieron también estudiantes de la Universidad Católica de la ciudad y de otros centros. “Estuvo brillante, y la mayoría de los alumnos encantados”, recordaría Francisco al periodista Roberto Alifano.

Sesenta años después, Borges es uno de los autores citados en la relevante “Carta del Santo Padre Francisco sobre el papel de la literatura en formación”, dada en Roma el pasado 17 de julio. No sé si existen muchos precedentes de documentos en que un líder espiritual de tanta dimensión entre a fondo en una visión sin tópicos de lo que la lectura y la literatura pueden representar.

“El lector no es el destinatario de un mensaje edificante, sino que se adentra en un terreno poco seguro”

El Papa arranca explicando que al principio pensaba referirse al papel de la literatura en la formación sacerdotal, pero después optó por dirigirse a la formación de cualquier cristiano, y en realidad, apunta uno, de cualquier persona. “Me refiero –señala Francisco – a la importancia que tiene la lectura de novelas y poemas en el camino de la maduración personal”.

Bergoglio defiende que, frente a los medios audiovisuales, “en la lectura de un libro, el lector es mucho más activo. En cierta forma él reescribe la obra, la amplía con su imaginación, crea su mundo”. La palabra literaria pone en movimiento el lenguaje, lo libera y lo purifica “de los lenguajes autorreferenciales, falsamente autosuficientes, estáticamente convencionales, que a veces corren el riesgo de contaminar también el discurso eclesial, aprisionando la libertad de la Palabra”. 

 

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