Este sacerdote de Guimaraes (Portugal) revolucionó las jornadas despertando a los asistentes con una sesión techno
Fuente: El Periódico
Por David López Frías
08/08/2023
La escena se viralizó de inmediato: un vídeo que empieza con las manos de un DJ pinchando un temazo. Se abre el plano y se descubre que el artista va vestido de cura. De hecho, es un cura portugués. Está marcándose tremenda sesión techno a las 7 de la mañana. No en un after, no en una rave, no en un festival de verano. El disc jockey está despertando a los jóvenes cristianos que han asistido a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de Lisboa. "Vaya santísimo temón", diría alguno. Y nunca tuvo tanta razón.
En este plúmbeo verano informativo, laminado en España solamente por las elecciones y un crimen en Tailandia, uno de los personajes mediáticos ha sido Guilherme Guimaraes Peixoto. Más conocido por su nombre artístico: Padre Guilherme. Un sacerdote de Guimaraes (Portugal) que se ha hecho popular en su país por su faceta de DJ. Que ya ha actuado en algunos de los grandes clubes lusos y acumula cientos de miles de seguidores en sus redes sociales.
Ahora ha sorprendido al mundo pinchando una sesión de música electrónica en un lugar tan poco esperado para un show de ese tipo como la gran fiesta mundial de las juventudes católicas. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, ha sido el primer periódico en hablar con él tras su memorable actuación en Lisboa, donde se mandó un bolazo de 30 minutos con un set de temas producidos por él mismo.
Vaya festival, ¿no, Padre?
Fue fabuloso. No paré de reir viendo a tanta gente bailar y disfrutar. He leído por ahí que habíamos montado la mayor fiesta de pijamas del mundo (ríe).
Hombre, según se mirase, parecía una gigantesca rave. Se calcula que han pasado 1,5 millones de personas por las JMJ.
Lo mejor es que nadie se lo esperaba. En el cartel sólo ponía que actuaba Padre Guilherme. Y hombre, en Portugal sí que me conoce mucha gente. Pero claro, en la JMJ había personas de muchas partes del mundo que no me conocían.
Somos muchos los que no le conocíamos; que no sabíamos que nuestros vecinos portugueses tienen a un cura DJ. ¿Cómo empezó su relación con la iglesia católica? Porque he leído por ahí que fue una promesa que hizo su madre cuando usted era niño y cayó enfermo...
Esa historia no es exactamente así. Yo te la explico. De joven, buscando mi partida bautismal, me di cuenta de que a mí me habían bautizado en la capilla del hospital a los pocos días de nacer. Eso no es normal. A un niño se le bautiza a los dos o tres años y en una iglesia. Le pregunté a mi madre y me contó que, a los pocos días de nacer, el médico dijo que me moría. Que no iba a sobrevivir a esa noche. Mi familia prefirió que pasase mis últimas horas en casa. Me bautizaron y nos fuimos todos del hospital. Me visitó mi familia, mis vecinos para darme el último adiós. Mi madre le dijo a Dios que, si salvaba a su hijo, se lo ofrecía a él.
Y veo que se salvó...
Me salvé, pero no es verdad que mi madre me obligase a hacerme sacerdote por ese motivo. No es cierto que mis padres me presionasen. Fue una cosa mía. Desde pequeño tuve esa vocación. Siempre quise ser cura, desde que vi al párroco de mi pueblo, que siempre estaba ayudando a los más pobres, siempre estaba haciendo obras sociales. Había un campamento gitano en el pueblo y consiguió hacerse amigo de ellos, ayudarles, conseguirles ayudas sociales. Nunca hubo un problema de xenofobia ni de convivencia allí. Y eso para mí fue un modelo a seguir.
Tanto, que se ordenó usted sacerdote.
En 1999 fue. ¿Sabes lo que hice con el primer sueldo que me pagaron en la iglesia?
Ni idea
Hacerme socio del Vitoria de Guimaraes, el equipo de mi ciudad. Porque yo soy muy aficionado al fútbol y muy fan de mi equipo. Me llamo Guimaraes de segundo nombre, soy de Guimaraes y del Vitoria de Guimaraes.
Es usted un sacerdote atípico...
También soy militar. Tengo el rango de Teniente Coronel en el Ejército de Portugal. Fui sacerdote militar en tres campamentos distintos. También estuve 6 meses en Afganistán en 2010 y otros 6 en Kosovo en 2012.
Futbolero, militar... y DJ. ¿Cómo empezó eso?
Antes, en 2006. Yo estaba destinado en una parroquia que tenía muchas deudas. Y, reunido con la comisión de la parroquia, decidimos hacer una serie de actividades para recaudar dinero. Una de ellas fue un karaoke para que cantasen los jóvenes. ¿Qué pasó? Que sólo pedían canciones románticas y la gente se acabababa durmiendo. "¡Os habéis cargado la fiesta!", les decía yo. Y lo que hice fue ponerme a pinchar otro tipo de música en los intermedios.
¿Otro tipo de música?
Rock portugués, Gun's 'N Roses, AC/DC... ¡Ramnstein les llegué a poner! Y aquello, por una parte, animó bastante el evento. Y por la otra, me animó a mí a seguir poniendo música, porque me había gustado la experiencia. Entonces me empecé a hacer poco a poco con el equipo que veía que necesitaba. ¿No tengo controladora? Pues me compro una. Con eso y con la versión gratuita de un programa informático llamado Virtua DJ, ya podía poner música.
¿Y ahí empezó a montar actuaciones?
No, aquello no servía para nada (ríe). Lo único que podía hacer era poner una canción y, cuando se acababa, entraba otra. Nada de mezclas. Pero aquello ya me interesaba mucho y me fui comprando más equipo. También empecé a experimentar con vídeo. Pero me acabé dando cuenta de que, si realmente quería pinchar, no iba a aprender solito. Tenía que apuntarme a una academia. Me inscribí en una escuela portuguesa que se llama ProDJ y ahí aprendí de verdad y di un salto de calidad.
¿Cuál era su estilo predilecto?
Empecé con el EDM (Electronic Dance Music). Pero a partir de la pandemia cambió todo. Hice muchas cosas por vídeo, por stream en vivo. Y dije "voy a hacer lo que me dé la gana". Hice cosas de iglesia, pero también cosas de humor. Hacía un programa con unos amigos que se llamaba "Não é capaz" (No eres capaz) y consistía en hacer retos que la gente pedía. Por ejemplo, "No eres capaz de ir vestido de cura a la farmacia a comprar preservativos". O de comer insectos. Sólo te digo que uno de los que participaba acabó con un corazón tatuado (ríe).
Y en materia musical también hizo lo que le dio la gana.
Eso es. Empecé a experimentar con nuevos estilos. Dance, progressive, afrobeat, techno. Sobre todo techno. Techno melódico, que es lo que más pincho ahora. Y empecé a producir mis temas propios.
¿Los que pinchó la mañana de la JMJ son temas suyos?
Todos. Y todos relacionados con la experiencia cristiana. El primero en una apertura en Sol con el Aleluya y Gloria dos himnos: Aleluya y Gloria. El segundo se llama Infinite Light y está basado en la encíclica "Laudato Sí" del Papa Francisco. El tercero se titula 'Lift up the fallen' y también tiene base en otra encíclica del Papa Francisco, "Fratelli tutti". ¡El cuarto está inspirado en un cántico de España!
Cuénteme más sobre eso...
En dos parroquias de la Archidiócesis de Braga, la de Santiago de Amorim y la de San Miguel de Laúndos, recibimos a jóvenes de dos parroquias madrileñas: Santa Genoveva y Somosaguas respectivamente. Y esos chicos tenían ese cántico que dice: "¡Esta es la juventud del Papa!", y así se llama la cuarta canción del set. La quinta y última se llama "Non abiatte paura" y está basada en la primera homilía de Juan Pablo II.
Pero usted tiene muchas composiciones propias. ¿Fue difícil elegir?
¡Muchísimo! Pero, sobre todo, por la duración. A mí me dijeron que me preparase una sesión de 30 minutos y yo les dije que ¡cómo que 30 minutos! Que este tipo de canciones que yo pincho duran 7 u 8 minutos, que iban a caber un par o tres. Entonces tuve que ponerme a trabajar para reducir el tiempo de la sesión.
¿Cómo le llegó esa oportunidad? ¿De dónde surgió la idea loca de montar una sesión techno en una concentración católica?
Esto viene de unos meses antes, en la Archidiócesis de Viana do Castelo. Antes de celebrar las JMJ, deben llegar al lugar donde se va a celebrar los símbolos, como la Cruz. En Viana Do Castelo decidieron montar una fiesta para recibir esos símbolos. Me invitaron, me puse a pinchar y les debió de gustar, porque me propusieron esta sesión en la JMJ. Pinchar una sesión sobre las 7 de la mañana para despertar a la gente, antes de que apareciese el Papa Francisco. Como te digo, no habíamos avisado a nadie de lo que iba a hacer. El que conocía el nombre de Padre Guilherme, lo sabría. Pero nadie se lo esperaba.
¿Contento con el resultado?
Mucho. Disfruté mucho viendo a los jóvenes sorprendidos, bailando. Antes me habían preguntado desde la organización si quería un micro, pero lo rechacé. Yo no tenía nada que decir. La música habló por mí y lo dijo todo.
Sorprendente combinación. La música católica nunca ha sido popular entre la juventud y el techno siempre ha estado relacionado con fiestas donde abunda la droga.
Sí, el estereotipo de que en las fiestas de la noche hay droga, sexo y alcohol. En realidad lo que hay son personas. Los del día y los de la noche somos los mismos. Si eres un vándalo de día, eres un vándalo de noche. Yo lo que veo es la posibilidad de llevar a la gente un mensaje transversal de tolerancia, de hacer un mundo mejor. La música nos ayuda a tener una sensación de paz y alegría y es lo que yo quiero transmitir.
¿Próxima parada, Ibiza?
¡Si voy todos los años! A pinchar aún no, eh. Me encantaría pinchar allí. Pero de momento he ido solamente a ver DJ que me gustan. Tuve una experiencia inigualable en la discoteca Circoloco (antiguo DC-10) porque había un cartel que me encantaba, la sesión empezaba a las 6 de la tarde, era al aire libre y no había vídeo. Sólo la conexión con la música. Otra vez me fui a Privilege a ver a Carl Cox y mis amigos tenían otros planes. Les dije "si me queréis encontrar, estaré viendo a Carl Cox en segunda fila". Y sí, allí tuvieron que venir a buscarme. A la segunda fila de donde estaba pinchando Carl Cox.
¿Es la solución de la iglesia para captar fieles? ¿Pinchar techno en las misas?
(Ríe) No. Yo para eso soy muy tradicional. Creo que cada cosa tiene su tiempo y su lugar. En misa hay que cantar las canciones que se cantan en misa. Pero fuera, la música es un vehículo muy potente para transmitir mensajes de paz, de tolerancia, contra la xenofobia y la discriminación. Son los mensajes que queremos transmitir desde la Iglesia y la música puede hacerlo. Porque en la pista todos somos iguales.
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