Solo queda que, al menos, la Iglesia de S. Sebastián, le tribute el homenaje, más que bien merecido, tanto por su entrega a la diócesis y a la sociedad guipuzcoana como por su magnífico trabajo de investigación histórico-crítica y de difusión teológico-pastoral
Fuente: Religión Digital
Por: Jesús Martínez Gordo (Teólogo)
08/10/2022
A finales del pasado mes de junio se presentó en Madrid el libro-entrevista que, firmado por su sobrino, Juan Ignacio Pagola, narra algunos de los pasajes de la vida del teólogo donostiarra más leído y traducido estas últimas décadas: “José Antonio Pagola. Un creyente apasionado por Jesús”.
Quien se adentre en su lectura se va a encontrar con una interesante conversación, escrita con la empatía que, aún hoy, se le sigue negando en no pocos sectores de la Iglesia y de la sociedad civil. Entiendo, a diferencia de estas personas, que dicha empatía es exigible a quien busque comprender cualquier aporte, sea el del teólogo nacido en el barrio donostiarra de Añorga o el de otro autor. Y, de manera particular, a quien pretenda criticar -con la intención de prolongar y, si fuera el caso, superar- la contribución que funda y explica la vida a la que se refiere el texto al que me refiero en estas líneas.
Adentrado en su lectura, me encuentro, después de la presentación del entrevistador, con una sobria y contenida narración de multitud de encuentros y desencuentros. Son cinco los que, sobre todo, me llaman la atención.
El primero, la experiencia de acercamiento a la persona del Nazareno que vivió junto al lago de Galilea, entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 1966: “nada, confiesa a su sobrino, habría sido igual sin aquella experiencia de Jesús”. Lo allí experimentado marcó para bien y para siempre mi vida. Pero este encuentro fue posible gracias a que conté con una magnífica iniciadora a la fe: mi madre. Tu abuela, le confiesa, “sin haber leído nunca directamente el Evangelio, me enseñó a vivir con espíritu evangélico”. He aquí el segundo de los encuentros.
Durante su tiempo de formación en Roma asistió a la celebración del concilio Vaticano II (1962-1965). Fue entonces cuando, identificándose con su espíritu evangelizador, se percató de la necesidad de renovar la Iglesia, una tarea a la que dedicará una parte muy importante de su existencia: si, alguna vez, la institución eclesial no llevara a Jesús, confiesa en diferentes ocasiones, “sería una Iglesia muerta”.
Este articulado convencimiento de pasión por Jesús y renovación de la Iglesia ha presidido mi vida como profesor de teología, rector del seminario mayor de S. Sebastián y vicario general de la diócesis. Y explica que no me haya “preocupado tanto de conservar las tradiciones cuanto de abrir camino a todo lo que podía contribuir a su renovación”.
Fui invitado a embarcarme en esta aventura —llena de muchos encuentros y de no menos desencuentros, tanto eclesiales como sociales— por D. José María Setién, una persona a la que, a pesar de su aparente frialdad, nunca sentí distante y en la que admiré su honestidad, su fe, su humildad, su responsabilidad y su entrega total. Con él también compartí su pasión por pacificar el País Vasco denunciando tanto la violencia terrorista de ETA como la que ejercía el Estado y sin dejar de atender, por ello, a las legítimas reclamaciones de los derechos que se demandaban.
La publicación de “Jesús. Aproximación histórica”es el cuarto capítulo de encuentros y desencuentros. Quien se adentre en este pasaje de su vida descubrirá unas interesantes páginas, narradas sin acritud, con un enorme amor a la Iglesia y hasta con una inusitada comprensión para con sus denunciantes y detractores. Y, además, tendrá la oportunidad de conocer los entresijos de un estúpido hostigamiento, que duró casi cinco años, y contar con un magnífico hilo conductor de todo el “affaire”.
Merecen ser traídas a colación, entre otras, las líneas escritas al respecto por José Ignacio González Faus en las que el teólogo valenciano fija lo que denomina “el intríngulis de la cuestión” que sigue provocando, todavía en nuestros días, la continuada reimpresión y lectura de este magnífico texto: los críticos de Pagola, “sin darse cuenta, proyectan en Jesús la idea prefabricada que ellos ya tienen de Dios... La manera de proceder tendría que ser al revés: Jesús es así; Jesús es Dios, luego Dios es de esta y de esta manera. Que es como ha procedido Pagola. Una investigación histórica nos acerca al hombre Jesús. Nada más. A partir de aquí, si creemos que Jesús es la revelación de Dios, pues se nos revela algo sobre Dios en esa humanidad de Jesús”.
Los “grupos de Jesús”, los siete volúmenes de “Jesús, Maestro interior. Lectura orante del Evangelio” y los miles de grupos que existen a lo largo y ancho de todo el mundo son, según declara José Antonio Pagola, la culminación de su aproximación al Nazareno. Si con los primeros textos y la promoción de tantos grupos busco facilitar una conversión individual y grupal a Jesús, con la segunda tanda de siete libros pretendo reavivar su espiritualidad revolucionaria.
Solo queda que, al menos, la Iglesia de S. Sebastián, le tribute, una vez nombrado el nuevo obispo, el homenaje que —negado hasta ahora— tiene más que bien merecido, tanto por su entrega a la diócesis y a la sociedad guipuzcoana como por su magnífico trabajo de investigación histórico-crítica y de difusión teológico-pastoral.
El libro está disponible en la tienda RD, pinchando aquí.
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