lunes, 3 de octubre de 2022

Lecciones de las elecciones de Italia: las clases medias están hartas

Fuente:    Religión Digital

Por: José I. González Faus

29/09/2022


Pues sí: la extrema derecha arrasó en Italia. Dicen además que la mayoría de sus votos proviene de gentes que antes votaban a la izquierda. Pero lo extraño no es eso, sino que los políticos se extrañen por eso. Uno se pregunta sin querer en qué mundo viven o si no se han enterado de una serie de cosas. Por ejemplo:

1.- Somos tan tontos que seguimos creyendo que hay situaciones en la historia que ya nunca volverán, como las golondrinas de Bécquer. Aún no nos hemos enterado de que la historia avanza a bandazos y de que nada está nunca ni definitivamente conseguido ni definitivamente superado.

2.- Las clases medias bajas están hartas. Habría que hacer una encuesta preguntando a los votantes de la señora Meloni si dieron un voto de esperanza o simplemente un voto de castigo: “si nos ha de seguir yendo mal a nosotros y bien a vosotros, pues mejor que nos vaya a todos igual”… El concubinato de las izquierdas con el capitalismo ha acabado por travestir a la izquierda, como muestran los ejemplos que siguen:

3.- Izquierda egótica.- Ya san Agustín (hace muchos siglos) se dio cuenta un día de que buscaba la justicia o le irritaba la injusticia no por el daño que hacía a otros tratados injustamente, sino por el año que podía hacerle a él personalmente (Confesiones  V, 12, 22).

4.- Izquierda burguesa.- Falta de auténtica justicia social, la izquierda trata de mantener su identidad con otras reivindicaciones que pueden tener su legitimidad pero son, a pesar de todo, secundarias. Evocando una famosa obra de teatro olvidada, cabría decir que otra vez Sade triunfa sobre Marat; y así termina la obra con todos los internos gritando: “¿Qué sería esta revolución sin una universal copulación”?[1]

5.- Izquierda injusta. Ya Hegel se quedó aterrado al comprobar que todo nuestro progreso había sido hecho con víctimas (y mucho antes que él, Juan Crisóstomo confesaba que cuando veía una obra magna como las Pirámides lo primero que pensaba es cuántas víctimas habría costado, cuántas mujeres habrían quedado víudas y cuántos hijos huérfanos, para construir aquella maravilla). Pero Hegel terminó aceptando las víctimas como precio del progreso. Y algunos políticos siguen hablando hoy ingenuamente de “un gobierno de progreso”, sin sospechar que pueden estar hablando de un gobierno con víctimas. (Por supuesto, no todos nuestros progresos han sido así; pero la mayoría quizás sí).

Esto por lo que toca a las izquierdas. Pero los síntomas siguen.

6.- Políticas de parches. Los parches son necesarios, por supuesto. Pero para curar un mal es más importante conocer sus causas que ponerle parches. Y ahí tenemos como ejemplo esa atrocidad de la violencia machista. Los políticos se limitan a medidas de alejamiento y llamadas gratuitas al 016; pero no se han preguntado nunca por qué se produce y por qué persiste esa plaga. Ni por qué el asesinato va seguido muchas veces del suicidio del criminal. No quiero decir que todos lean aquella terrible poesía de Nicanor Parra (La víbora); pero sí que para resolver un problema difícil hay que estudiarlo a fondo y saber por qué se produce.

7.- Nuestro futuro inmediato se está poniendo amenazador. Lo justificamos echando la culpa a Putin. Y siempre habrá algún criminalque sirva  para justificarnos. Pero olvidamos que por criminal que fuera Hitler, los alemanes han demostrado no ser criminales. Y por asesino que sea Putin, los rusos no lo son. Simplemente, el hitlerismo fue una reacción al mal trato dado a Alemania en la paz de Versalles, como lo de Putin es un efecto del mal trato dado a Rusia por el “imperialismo defensivo” de la OTAN. Claro que, para que reconozcamos esto, habrán de pasar por lo menos cincuenta años.

8.- Derechos inhumanos. Otro pecado capital de nuestra situación es la perversión de los llamados derechos humanos, que nacieron y fueron formulados como una norma para tratar a los demás, y se han convertido en una justificación de los propios caprichos, donde el fin justifica todos los medios. Más que “derechos humanos” hoy son derechos egóticos: que existen “porque lo digo yo”, no porque estén reconocidos como tales por todos los juristas y voces autorizadas.

9.- En el fondo de todo, los acontecimientos van demostrando progresivamente que, en realidad, capitalismo y democracia son incompatibles: porque el verdadero poder no lo tienen los políticos sino los poderes económicos. La democracia se convierte en plutocracia; y esta se apoya en una pseudocracia, donde las mentiras de las redes sociales convencen más, porque se dedican a decirnos aquello que queremos oír y no aquello que necesitamos saber.

De hecho, Estados Unidos ha construido una democracia aparente donde solo caben un partido de derecha y otro de extrema derecha (aunque luego se pongan cremas de color izquierdoso cuando les conviene). Y Europa sigue siendo perrito faldero de los Estados Unidos, que no sabe recuperar la propia identidad, hoy precisamente cuando tanto se habla de identidades. Y debido en buen parte a lo mal que se ha construido. Todavía atrae su nombre, pero decepciona su realidad

10.- Saliendo de Italia tenemos aquí en casa el escándalo increíble de nuestros poderes judiciales (donde ni la amenaza de dimisión del señor Lesmes parece tener eficacia), y ese otro sainete trágico de Junts con su fanatismo de neoconversos, donde los protagonistas contradicen su mismo nombre, tercos como niños pequeños cabreados, inconscientes del disgusto que provocan y dispuestos a no ceder ni una coma creyendo que todo se arregla con criticar al otro.

Estas son las nubes que oscurecen nuestro horizonte; y habría que añadir que no son todas: ahí está la batalla ecológica, ya perdida, y la educación (¿formar personas o formar técnicos?). Con esas nubes se comprende que pueda caer un chaparrón de extrema derecha. Por eso no he querido decir que tuvieran razón los que votaron a la señora Meloni en Italia o a Vox en España. Quise decir simplemente que están hartos: como parece mostrar ese salto inaudito del 4% al 26 % de votos para “Hermanos de Italia”. Y ya sabemos que, a nivel de reacciones colectivas, la hartura suele ser un mal consejero.

¿Pesimismo? No necesariamente. Sigo creyendo con Camus que “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”. Y estoy seguro de que, cuando llegue “la peste”, esas cosas admirables reaparecerán. Lo único triste es que haya que esperar a entonces.

[1] Cuadro 30 de PETER WEISS Persecución y asesinato de J. P. Marat. (traducción castellana de Alfonso Sastre). Al final el coro canta que “el gran emperador Napoleón – terminó gloriosamente nuestra revolución”…

 

 

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