sábado, 5 de marzo de 2022

Nacionalismo religioso

Fuente:   La Croix International

Isabelle de Gaulmyn

04/03/2022


 

El conflicto ucraniano no es una guerra religiosa. Pero contiene elementos religiosos. Y si son manipulados, podría ser desastroso.

Rusia y Ucrania comparten los mismos orígenes cristianos, el del bautismo del príncipe Vladimir en 988. Es una historia que Vladimir Putin utilizó en un discurso teñido de mesianismo cristiano.

El confidente espiritual del presidente ruso, el metropolita Tikhon de Pskov y Porkhov, aboga por la unidad de los pueblos nacidos del bautismo de Rus contra un Occidente "decadente".

Esto encaja con los puntos de vista políticos de muchos en la ortodoxia rusa. Como dice uno de los hermanos Karamazov: "Todo Estado terrenal debe ser, al final, completamente transformado en la Iglesia y no debe convertirse en otra cosa que una Iglesia".

Este "nacionalismo eclesial" es una de las características de la ortodoxia: la Iglesia atada a la nación (autocefalia).

Pero debido a que es parte del problema, la religión puede abrir perspectivas de paz.

La Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarca de Moscú (UOC-MP) está empezando a distanciarse del Patriarca Kirill. El patriarca no tiene nada que ganar alentando el bombardeo de Kiev y su patrimonio espiritual, como el Monasterio de las Cuevas, por donde han pasado todos los santos rusos.

El mensaje detrás de la prudente diplomacia del Papa Francisco, el primer Papa romano en reunirse con el Patriarca de Moscú, es que la Iglesia Ortodoxa Rusa no debe ser completamente rechazada.

Más bien, el objetivo es hacerle entender que, al apoyar a Putin, perderá no solo Ucrania, sino cada parte de su influencia en el mundo cristiano.

Isabelle de Gaulmyn es editora de La Croix y ex corresponsal en el Vaticano.

 

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