jueves, 25 de enero de 2024

Retomar el Sínodo, dentro y fuera de la caja

"Es mucho lo que nos jugamos en estos meses"

Fuente:   Religión Digital

Por   José María Vigil

24/01/2024


«El Sínodo continúa», en la archidiócesis de Zaragoza

Momento complejo el que vive la Iglesia Católica en el mundo, en estado de Sínodo, con tantas muestras de ánimo como desánimo. En nuestro anterior post prometimos acompañar este bienintencionado proceso de renovación sinodal. El día siguiente nos sorprendió el documento emitido por la Secretaría General del Sínodo, marcando la «hoja de ruta» hacia el Sínodo de octubre de 2024.

Su contenido no podía ser más restrictivo y negativo. Como para desanimar al más entusiasta de entre quienes insistían en confiar en esta iniciativa eclesial. Pareció que estaba todo acabado. Y muchas personas nos animaron diciendo que no era para decepcionarse, porque «ya se sabía que» la institución no desea una participación adulta, responsable, crítica... sino simplemente aparentar que avanza y se moderniza, entre tanto clamor por el proverbial atraso de la Iglesia.

 No voy a reproducir ni a comentar el contenido de aquel documento de la Secretaría del Sínodo, por varias razones. Verán.


(Clica la imagen para descargar el power-point)

 En primer lugar porque nadie lo cita ni lo comenta. Como si no hubiera sido emitido o publicado. No existe. No hace falta siquiera contradecirlo: simplemente se lo desconoce. Parece un documento que es «pastoralmente incorrecto» citar; alguna persona «sinodal» se irritó en público y perdió los papeles con simplemente escuchar su mención, para continuar animando a su auditorio, pero ocultando la existencia y el contenido del documento.

En segundo lugar, porque todas las voces siguen ignorándolo positivamente, y hablando con total libertad, en una línea contraria al documento, como si aquellas restrictivas directrices emanadas de la Secretaría no existieran. Con los días, Conferencias Episcopales nacionales, Diócesis locales, grupos y personas individuales animan a participar, e invitan a escoger con toda libertad los temas que quieran presentar a la consideración y decisión de esta última fase del Sínodo, la fase final y decisoria. 


¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? ¿Una rebelión de los sinodalistas, ellos y ellas? Parecería que lo primero sería aceptar las reglas del juego, que vienen de arriba... Pues no: algo de rebelión se está dando, sin ruido, sin decirlo, al ignorar positivamente aquellas directrices restrictivas venidas de arriba. «Los cambios han venido siempre de abajo, es nuestra hora», hemos podido leer a alguna «madre sinodal».

Después de un momento (largo) de desconcierto en estas semanas pasadas, me parece ver que tienen razón los rebeldes, y no porque sean tantos, sino porque, en una institución tan concreta y especial como la Iglesia Católica, sólo una participación muy cualificada de las bases puede presionar para que en las alturas jerárquicas se admitan los graves y numerosos cambios que se necesitan. Nuestro añorado profeta José Comblin decía que, por su peculiar historia de obediencia y sumisión de las masas, en nuestra Iglesia Católica sólo han podido salir adelante -hasta ahora- las reformas encabezadas por la autoridad eclesiástica. De ahí la importancia de la posición de liderazgo que tome o que le sea reconocida al papa Francisco. 

Interesante coyuntura eclesial la de este momento. Y de importancia capital -como decíamos en el último post- la oportunidad de diálogo, discernimiento y cambios que se presentan en este momento final sinodal (quizá también final de pontificado). No será fácil, ni posible, convenir en que necesitamos los cambios puestos sobre la mesa, pero si no se aprovecha esta oportunidad, el fracaso esta vez puede ser fatídico para el futuro de la Iglesia, ante esta primera generación joven que, alejada de ella, todavía espera -entre desconfiada e incrédula- un signo mayor para volver a creer en la Iglesia. ¿Será ésta capaz?

Momento complejo, he comenzado diciendo, y momento decisivo, quizá «último» para esta generación. Es mucho lo que nos jugamos en estos meses. Quizá es demasiado, incluso inalcanzable. Pero si no salimos aprobados de la problemática coyuntura histórica actual, quizá dentro de no mucho Europa pase a ser, como lo es hace tiempo el Norte de África, una región continental que, siglos ha, también fue cristiana. 

 

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