El profesor de Teología de la Universidad Pontificia Comillas fue el encargado de pronunciar la lección de apertura del curso académico
Fuente: Vida Nueva Digital
Por José Beltrán
05/09/2025
“Es necesario que busquemos, entre todos, un nuevo lenguaje para hablar de Dios”. Es el último encargo que lanzó este miércoles Pedro Fernández Castelao, al rematar la lección inaugural que pronunció en la apertura del curso académico 2025-2026 en la Universidad Pontificia Comillas.
Con una reflexión titulada ‘El sol, el pozo y la balanza. Tres imágenes elementales para hablar de Dios, la creación y la vida eterna’, el profesor de la Facultad de Teología se dirigió a los docentes e invitados presentes en el Aula Magna de la sede de Alberto Aguilera, entre los que se encontraba el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello.
La infinitud de Dios fue el eje principal de su disertación que tuvo como punto de partida la invitación que el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, hizo a esta comunidad universitaria hace justo dos años a recuperar el valor de las palabras, huir de la polarización y cultivar una nueva forma de hablar de Dios.
Caricatura obscena
Con estas coordenadas, Castelao denunció que “desde la Guerra Civil nunca hemos estado tan cerca, en la vida pública de nuestro país y hasta en Europa, del peligro de la deshumanización del adversario”. De hecho, suscribió que “la caricatura obscena, el sarcasmo y el escarnio han sustituido al humor sano y legítimo, la rabia a la contención y la legítima fidelidad a unas determinadas ideas se ha transmutado en cerril y futbolera obcecación que, más allá de la nobleza del deporte rey, sólo desea la propia victoria y la derrota del enemigo, aunque sea incluso injustamente”.
Es más, el investigador expuso que “este clima de enconada polarización ha inundado el interior de la Iglesia”. El teólogo criticó que del papa Francisco se hayan dicho “auténticas barbaridades y su reforma ha sido malinterpretada de forma grosera incluso por cardenales que públicamente han puesto en tela de juicio su ortodoxia”.
Desinformación y calumnia
Al abordar esta cuestión, detalló que “en esta última década, algunos portales de internet se han dedicado exclusivamente a un ejercicio sistemático de desinformación y calumnia que sólo ha causado confusión y grave daño en la comunidad eclesial. También lo han intentado con el cardenal Robert Prevost, muy poco antes de comenzar su pontificado como León XIV”.
En su análisis, también calificó de “triste y lamentable” el “esperpéntico episodio de presbíteros declarando en tono jocoso que rezaban por la pronta muerte de Francisco”. “Triste, lamentable y preocupante, pues todos sabemos que no son casos aislados, sino la punta visible de, al menos en España, un gran iceberg de simpatías sumergidas y agazapadas que se refuerzan soterradamente en su otrora oposición al Papa”, señaló. Justo después, una vez más, comentó que “la polarización corroe la palabra, retuerce la verdad y desquicia a la razón”.
Contraposiciones maniqueas
De la misma manera, sentenció que la polarización “atrofia la razón, exacerba los sentimientos y nos obliga a sacrificar los numerosos matices de una realidad infinitamente compleja. La polarización nos fuerza a pensar con límites estrictos y con contraposiciones maniqueas”.
Pero no se quedó ahí. “¿Por qué, entonces, hemos de llamar ‘posverdades’ a las manipulaciones deliberadas de la realidad que apelan a las emociones y a las creencias con el fin de influir en la opinión pública a través de bulos, rumores y noticias falsas?”, se preguntó el pensador. A partir de ahí, planteó la necesidad de hablar de “mentiras” y no de “posverdades”.
De Ucrania a Gaza
Su meditación la llevó a dos casos concretos, como “aquellos gobernantes autoritarios que camuflan una invasión de otro país y una guerra abierta en Ucrania bajo el eufemismo de una ‘operación militar especial’”, o los políticos que “quieren ahora ocultar el horror de una masacre desproporcionada en la franja de Gaza”.
Como alternativa a esta dinámica, llamó a abanderar “un clima de diálogo y encuentro”, que pasa por “intentar comprender al diferente, esforzarse por entender su punto de vista y, aún sin lograrlo, respetar su derecho a ver las cosas como las ve es, precisamente, el verdadero reto de la convivencia y la paz social”.
“Debemos apostar por el diálogo, el encuentro, el entendimiento, la serenidad, la reflexión cabal y la resistencia, porque la única manera de hacer frente al mal es esforzarse denodadamente en no reproducirlo”, subrayó.
Trascendencia y cercanía
Echando mano de intelectuales de todo tiempo y lugar, desde Rosalía de Castro a Heráclito, pasando por Hilario de Poitiers, Juan de la Cruz o Irene Vallejo, el profesor de Comillas expresó que “Dios no es una realidad extraña al mundo, ajena a la creación, exterior al universo”. “Trascendencia no es distancia, sino otro orden de realidad”, expuso en el Aula Magna.
Esta base le permitió sentenciar que “el amor que Dios mismo es, debe ser infinito, perfecto, eternamente incandescente e insuperable en luminiscencia y calidez”.
Relato transhumanista
Es por ello que apuntó cómo “necesitamos urgentemente una metafísica de la infinitud que nos ayude a reconocer en los impulsos más profundos que animan el relato transhumanista un claro ejemplo de la verdad de su propia búsqueda”.
Con esa misma naturalidad y hondura, admitió que “nadie conoce su verdadero peso ni su verdadera estatura ante Dios”. “Lo que sí sabemos es que la unidad de medida divina no parece coincidir con la nuestra”, compartió.
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