Bonn - El Papa León XIV ha declarado por primera vez cómo piensa proceder. Con su cuasi moratoria sobre algunos temas, ha declarado obsoleta la cuestión de si las reformas son necesarias en aras de la verdad y la justicia, comenta Joachim Frank.
Fuente: katholisch.de
Por Joachim Frank
22/09/2025
Después de una cómoda fase de sonrisas y de no compromisos pontificios, el Papa León XIV revela por primera vez en su entrevista con la periodista estadounidense Elise Ann Allen cómo pretende proceder como albacea de los bienes de su predecesor Francisco: de manera regresiva y apaciguadora.
Lo que esto significa para el principio rector de una "iglesia sinodal" sigue siendo incierto por ahora. Este concepto de contenedor ya se caracterizaba bajo su creador, el papa Francisco, por su capacidad de llenarse prácticamente a voluntad. En cualquier caso, resulta sorprendente que León XIV afirme su intención de abordar cuestiones como el papel de la mujer en la Iglesia o el trato a las personas queer "de manera sinodal".
El mínimo común denominador de lo que constituye una iglesia sinodal es escucharse mutuamente, intercambiar ideas en un espíritu de hermandad; en términos seculares: participación y comunicación en igualdad de condiciones. Y: un enfoque en lo que se necesita sobre el terreno.
En vista de esto, las declaraciones del Papa sobre las relaciones queer difícilmente parecen sinodales. Es cierto que una entrevista no es una declaración oficial. Pero cuando León afirma que considera "muy improbables" los cambios inminentes en la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad, casi alcanza esa cualidad: Roma locuta, causa finita.
Con este tipo de moratoria, León, en sus propias palabras, quiere "evitar una mayor polarización dentro de la Iglesia". Con ello, declara obsoleta la cuestión de si las reformas son necesarias en aras de la verdad y la justicia. La enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad ha sido deficiente desde hace mucho tiempo.
Un cardenal de Oriente le dijo que el mundo occidental está obsesionado con la sexualidad. ¿Acaso no se aplica esto al revés? Cuando se supone que las personas son aceptadas y bienvenidas independientemente de su identidad de género, pero luego se declara que sus relaciones son irregulares, pecaminosas e indignas de bendición, esto constituye una fijación en la sexualidad.
En la Iglesia antigua, el principio era que la costumbre debía "dar paso a la verdad". En cambio, el Papa sigue la conveniencia: deben evitarse más tensiones dentro de la Iglesia. Esto, sin embargo, significa que los inflexibles, los que se niegan, determinan el grado y la velocidad del cambio. Las soluciones diferenciadas para la práctica eclesial, que, por ejemplo, corresponden a los requisitos y necesidades de un área cultural particular, se vuelven aún más difíciles. En lugar de volverse sinodal, la Iglesia se está volviendo más uniforme.
Por Joachim Frank
El autor
Joachim Frank es el corresponsal jefe de DuMont y
miembro del consejo editorial del Kölner Stadt-Anzeiger. También preside la
Sociedad de Periodistas Católicos de Alemania (GKP).
Aviso
El punto de vista refleja únicamente la opinión del
autor.
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