El arzobispo de Oviedo, que intentó mediar con las monjas excomulgadas, lamenta su “demencial fuga” en medio de “la sospecha fundada de trufa financiera”
El prelado franciscano deja caer que “hay motivos de preocupación razonable en estos momentos de confusión, pero se pide amor a la verdadera Iglesia”
Fuente: Vida Nueva Digital
Por José Beltrán
28/06/2024
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, califica de “una noticia tan extraña como inesperada” el cisma generado por diez clarisas de Belorado que ha acabado, por el momento, con su excomunión. El prelado franciscano reflexiona en su carta semanal sobre lo sucedido con esta comunidad contemplativa y desvela las que, según él, son las claves que podrían dar luz sobre el complejo puzzle que ha llevado a estas monjas amonestadas a romper con Roma.
“Sólo encuentro una explicación en la ofuscación de la exabadesa arrastrando absurdamente a sus hermanas más jóvenes en el propio ‘cuasi suicidio’ intelectual, espiritual y eclesial”, sentencia el arzobispo. A la par, no duda en preguntarse por “la extrañeza de esta deriva” y “cómo han podido llegar a tanto tan equivocadamente”. “Les he pedido que recapaciten, abandonando ínfulas y restañando las heridas”, asegura sobre sus intentos como mediador con las consagradas que no han dado fruto frente a “esta demencial fuga”.
Veto de Roma
Para Sanz, uno de los motivos principales de esta escisión eclesial estaría en los “desencuentros varios de la abadesa con algunos obispos con ocasión de una venta de edificios que la Santa Sede no autorizó”. El arzobispo hace referencia de esta manera al veto dado por Roma a la venta del monasterio de Orduña a un misterioso benefactor que hasta la fecha no se ha conocido, una operación que coincidió en el tiempo con la irrupción en las vidas de las monjas del falso obispo excomulgado Pablo de Rojas y su Pía Unión San Pablo Apóstol.
Al hilo de esta cuestión, el prelado respalda el “buen criterio” de la Iglesia para frenar este proyecto “ante la sospecha fundada de trufa financiera como tantas veces ha ocurrido con tiburones aprovechados de la buena fe de almas cándidas que desconocen los trasiegos de la avaricia codiciosa más mundana”.
Desconfianza resentida
“Tras los desencuentros -continúa con su reflexión el arzobispo refiriéndose a las religiosas ahora excomulgadas-, llegó la desconfianza resentida que empaña la mirada y tergiversa la verdad”. Además, subraya cómo esta actitud “empuja al enrocamiento rencoroso e irracional que se aísla con la mala compañía de quien proyectaba sobre ellas sus delirios de grandeza, su trucada posición y el inconfesable interés por pingües beneficios que ellos jamás trabajaron ni sudaron”.
Al repasar lo que ha ocurrido desde que el 13 de mayo se hiciera público el llamado ‘Manifiesto católico’ con el que comunicaban su ruptura con la Iglesia, Sanz recuerda al “falsario” De Rojas, así como “toda una serie de prestados postureos para desmontar cuanto la Iglesia ha escrito en los renglones de la historia los últimos 65 años”.
Con perplejidad y dolor
En su texto, el arzobispo de Oviedo desvela que ese día se encontraba en Lisboa ofreciendo una conferencia a los obispos europeos. Desde allí, confiesa que “con perplejidad y dolor les escribí un mensaje poniéndome a su disposición para visitarlas, hablar con ellas, clarificar cosas, ayudar en lo que pudiera”.
No sería la única vez que Sanz se ofreció como mediador: “No hubo respuesta a mi ofrecimiento varias veces expresado a estas queridas hermanas. Las conozco y aprecio desde hace muchos años”. “Como franciscano y teólogo, después también como obispo, he estado muchas veces en el monasterio de Belorado”, subraya el arzobispo que confiesa cómo “lo he visto renacer y crecer de modo admirable, viendo llegar a numerosas jóvenes que dilataban la comunidad con sus vidas sencillas, cultas, alegres, como verdaderas hijas de Santa Clara”. Y es que, tal y como él mismo relata, “les he dado ejercicios espirituales, cursos de teología, jornadas de espiritualidad, retiros”.
Disenso cismático
Tras analizar este caso concreto, Sanz saca pecho por el resto de religiosas clarisas: “Las verdaderas discípulas de Santa Clara (y San Francisco) son hijas fieles de la Iglesia”. A la par, apunta que “las actitudes de disenso cismático rompen esa identidad”.
Eso sí, en su carta deja caer que “es verdad que hay motivos de preocupación razonable en estos momentos de confusión a tantos niveles, pero lo que se pide no es la escapada fugitiva sino la fidelidad confiada en Dios y el amor a la verdadera Iglesia”. Al final de su escrito, Sanz se suma a la petición del arzobispo de Burgos y comisario pontificio, Mario Iceta, para que las religiosas vuelvan al rebaño eclesial.
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