sábado, 22 de junio de 2024

Necesitamos un ‘Sínodo del Pueblo de Dios’

He vivido varios papados en Roma. Cuando fui a la universidad, siendo muy joven, estaba Pablo VI, después tuve estancias durante los papados de Juan Pablo II, Benedicto y también los primeros años de Francisco, tengo bastantes puntos para comparar.

Fuente:   Reflexión y Liberación

Por   Editor

17/06/2024



Los años de Benedicto y de Juan Pablo II fueron muy duros en términos teológicos y el espíritu del Concilio Vaticano II estaba sepultado. En mis tiempos de estudiante veía cosas en la Iglesia que me enfadaban mucho y como joven que era protestaba y criticaba. Después, ya en la segunda etapa, más mayor, no me enfadaba pero me dolían mucho, casi más que cuando era joven. Pero yendo a ahora a Francisco, desde su nombramiento los gestos de cambio fueron abundantes y lo siguen siendo. La renuncia de Benedicto propició este cambio y creo que fue una decisión de mucha humildad, inteligencia y realismo. El detonante fue, o así lo vivimos, cuando se publicaron los documentos filtrados que supuestamente tenían que estar en el despacho del Papa y estaban girando por la calle. A mí me parece que esa renuncia ha sido y será histórica, como momento de cambio que ha propiciado otra cosa.

Benedicto era un teólogo profesor, pero Francisco es un pastor. Esto se ve no sólo en los documentos sino, y sobre todo, en los gestos y los hechos. Cuando yo supe que se quedaba a vivir en Santa Marta pensé que era el primer cambio que no le iban a perdonar en lo interno. Después me impactó cuando lavó los pies a algunas mujeres en el primer Jueves Santo. Esos gestos empezaron a remover mucho las cosas y desde entonces no ha cesado de avanzar. Se dice y parece que es cierto que fue el conclave quién le encomendó la reforma de la curia. Ese es un tema gordiano y difícil que está trayendo muchas consecuencias. Vivimos un cambio profundo respecto a las etapas anteriores, un cambio que tiene que ver con desenterrar la Iglesia del Vaticano II, y esto se está haciendo retomando los sínodos y con esta forma de pastoreo no dogmático, no impositivo, no de excomunión, no de condena. Entonces Francisco está resultando ser una figura cercana por un lado y controvertida por otro.

El problema con Francisco, que es lo que rompe esquemas y es tan revolucionario, es que te demanda que uses lo que es más humano: tu conciencia, tu libertad, tu decisión, tu discernimiento. Los conceptos y preceptos teológicos, que a veces son mandatos, resuelven eso diciendo ‘tienes que hacer esto’. Te están metiendo en un sistema no humano donde tú no tienes palabra y donde solo ejecutas.  Muchos movimientos cristianos y muchas congregaciones religiosas nuevas están focalizadas en esto: en la norma, la ley, en cumplir. Se buscan seguridades en el campo religioso y moral que me digan lo que tengo que hacer y así estar tranquilo. Como adolescentes que delegan en papá y mamá la responsabilidad sin hacerse cargo. Anular el uso de tu libertad y de tu conciencia, es quitarte lo que te hace humano. Esa es nuestra esencia.

La palabra Sínodo significa Camino Juntos. Eso nace con el Concilio Vaticano II y lo instauró Pablo VI para que el Papa no gobernara solo sino para que lo haga con más gente.

Con el tema de la mujer que algún obispo me dijo ‘¿tú quieres un sínodo de la mujer?’ Dije que no, que no era ese el planteo sino que lo que necesitamos es un ‘Sínodo del Pueblo de Dios‘. La Iglesia es comunidad y por eso quiero presencia de todos, no universal obviamente, pero por representación: jóvenes, adultos, laicos, laicas, solteros, casados, divorciados, homosexuales, todo el pueblo de Dios. Eso sí que me gustaría, y creo que tiene sentido desde la etimología y desde lo que es participar del gobierno de la Iglesia. Necesitamos sentirnos realmente parte, esa es mi mirada y la sigo sosteniendo.

Ahora ha habido un despertar, esa es la palabra. Que no se ha inventado sino que estaba, pero estaba dormido. En ese sentido, se recibe, se percibe mucho optimismo, mucha esperanza y se van haciendo cosas que antes no se hacían porque no se podía, porque estaba todo prohibido. Y ahora se van haciendo cosas con gran libertad y bien hechas en el sentido teológico. La gente no está para tomarse la vida a la ligera, se la toma en serio, pero necesita un líder de la Iglesia que vaya por delante. Un pastor que vaya animando.

Hna. María Luisa Berzoza / Congregación de las Hijas de Jesús

 

 

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