Un informe advierte de retrasos, trato indebido, la obligación de entregar documentos innecesarios o llamadas por el 'dead name' como incidencias más habituales
Fuente: El Diario Vasco
Doménico Chiappe,Madrid.
01/06/2024
Un niño que tenía doce años quería rectificar su nombre y sus padres fueron al Registro Civil más cercano de su domicilio. Casi un año después (de junio de 2022 a marzo de 2023), tuvo la entrevista para recibir el visto bueno a su petición. La respuesta llegó meses más tarde, en agosto. «El nuevo magistrado nos exhortaba a decidir si queríamos que el expediente de cambio de sexo de nuestro hijo se tramitase conforme a la nueva ley o la antigua», denuncian los padres de este menor, según el informe provisional 'Recogida de datos. Incidencias en los registros civiles', realizado por la asociación Euforia Familias Trans-Aliadas y la Federación Plataforma Trans.
El alargamiento innecesario de las gestiones para la rectificación de nombre y sexo en los registros civiles es la queja más recurrente entre las personas que iniciaron este trámite. Algo más de la mitad (57%) acudieron al registro a cambiar nombre y sexo. Uno de cada tres, solo sexo, y 15%, nombre. «Vemos desconocimiento y maltrato, en la violencia que reciben en espacios públicos, como un Registro Civil, y bajo una situación de poder, no de igualdad», advierte Natalia Aventín, presidenta de Euforia. «La arbitrariedad es bestial y sabemos que hay más casos que no han querido denunciar, porque la gente está agotada. Tienes que estar todo el día defendiéndote de la opinión de la gente», añade.
En el informe fechado a 23 de mayo se reúnen varias de las «incidencias» denunciadas por las 68 personas que participaron en la encuesta en 22 provincias. «Lo que está pasando en los registros civiles es la falta de voluntad política por hacer cumplir la ley», afirma la activista LGTBI Mar Cambrollé, que participó en la recogida de testimonios junto a Euforia. «Es una falta de respeto a la identidad de las personas, al impedir el reconocimiento de un derecho».
Las incidencias más comunes son las dilaciones o demoras en la contestación (53%). «Inicié el trámite hace más de seis meses y no he tenido noticias», dice una persona que pedía «rectificación de mención registral de sexo» en Logroño. Luego aparece el «trato indebido» con «preguntas fuera de lugar» y «malgenerización» (21%): «Se dirigían a mí y a otras chicas trans por nuestro nombre anterior, en el pasillo y delante del resto de las personas», asegura otra denunciante que acudió al registro de Alcalá de Henares. Una de Madrid refiere: «Llaman a las personas por el 'dead name' (nombre con el que fue inscrito en el registro), y es muy violento. No sé si es de maldad pura o ignorancia. Deben llamar por apellidos».
Además, uno de cada cinco alerta que no ha podido sacar la cita (19%). «Constantemente me pone en la web que no hay citas disponibles. Llevo meses intentándolo». «Hay un problema de tardanza o falta de acceso a las citas, que hace que se desconozca cuál es su situación», mantiene Aventín.
Facturas y correos
Los que quieren rectificar sexo o nombre o ambas también encuentran, como un muro que escalar, la exigencia de requisitos no contemplados en la ley (16%). «Durante tres meses me estuvieron mareando, solicitando papeles que no eran necesarios», acusa un afectado de Zaragoza. Por ejemplo, en Vigo, los funcionarios exigían facturas de compras 'online', test del instituto, «conversaciones con mis amigos», comprobantes de cuentas de correo, notas de jefes, profesores o compañeros de trabajo, «todo con mi nombre escrito», para demostrar su «uso habitual».
Por su parte, un 13% denunció el rechazo de la petición aun cumpliendo lo establecido en la ley (en algunos casos se aceptó en una segunda petición) y, por último, una décima parte de los afectados reportaron la imposibilidad de enviar la documentación por Correos. «Se han negado a admitir la solicitud. Al presentarla, el personal no tenía información y me pusieron dificultades para recogerla».
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