martes, 19 de marzo de 2024

En su autobiografía, la Iglesia ideal del papa Francisco

En un libro que saldrá a la venta en Francia el miércoles 20 de marzo, el papa Francisco hace un nuevo repaso de su vida, aportando útiles claves de comprensión de su pontificado.

Fuente:    La Croix

Por   Loup Besmond de Senneville

Roma

18/03/2024


Por lucazzitto.@Adobe Stock

Tras once años como pontífice, ¿con qué puede seguir soñando el papa Francisco? Una autobiografía, Vivre [Vivir], escrita con el periodista italiano Fabio M. Ragona y que saldrá publicada el 20 de marzo en varios países, da el principio de una respuesta. "Por mi parte, sigo cultivando un sueño para el futuro: que nuestra Iglesia sea amable, humilde y servicial, con los atributos de Dios y, por tanto, también tierna, cercana y llena de compasión", explica el papa.

El libro, que mezcla citas del papa con elementos narrativos que recuerdan a una biografía, ofrece el retrato de un joven jesuita argentino que llegó a ser papa, y la evolución de su pensamiento. Consciente de que ha llegado al final de su pontificado, Francisco sigue esbozando el retrato de una Iglesia más inclusiva y abierta, expresando las dificultades que ha experimentado en sus once años de reforma.

 

Las personas que viven en las periferias

"Jesús frecuentaba e iba a menudo al encuentro de las personas que vivían en los márgenes, en las periferias existenciales", dice Francisco, retomando uno de sus conceptos clave, cuya expresión, durante las congregaciones generales, las reuniones de cardenales celebradas antes del cónclave de 2013, había sido decisiva para su elección. "Esto es lo que la Iglesia debería hacer hoy con las personas de la comunidad LGBTQ+, a menudo marginadas en su seno", prosigue el papa. En este pasaje, Francisco reitera su hostilidad a todo matrimonio religioso entre personas del mismo sexo, pero se muestra favorable a las uniones civiles.

También lanza una lúcida mirada al Vaticano, donde, cuando aún era arzobispo de Buenos Aires, procuraba visitar "lo menos posible". "Sinceramente, prefería quedarme entre los míos, en parte porque la pompa de esos palacios no me hacía sentir cómodo", explica.

"Es cierto que el Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa y que aquí se practican a menudo razonamientos y maniobras cortesanas, pero estos patrones deben ser definitivamente abandonados y superados", prosigue el papa.

 

Una relectura de su vida

En este libro, que no contiene revelaciones, Francisco repasa los principales episodios de su vida, sobre todo antes de su pontificado. Recuerdos de su infancia, de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fría, la historia de su vocación, la caída del Muro de Berlín, su pasión por el fútbol... Como buen jesuita, el papa relee su vida cuando esta toca a su fin.

Hay dos aspectos sorprendentes en esta nueva obra. En primer lugar, estas páginas autobiográficas proporcionan sólidas claves de lectura del pontificado. Podemos ver hasta qué punto la experiencia personal de Jorge Mario Bergoglio ha influido en el pontificado de Francisco. Por ejemplo, la historia de su familia, que llegó a Argentina desde Italia a principios del siglo XX, influyó fuertemente en su visión de la crisis migratoria; el final de la Segunda Guerra Mundial influyó en su condena de las armas nucleares; y la casi quiebra de la economía argentina influyó en su feroz crítica del capitalismo.

En segundo lugar, a través de este libro, el sucesor de Benedicto XVI está trabajando claramente sobre su herencia teológica e intelectual. El papa argentino, que en otoño de 2023 nombró a uno de sus amigos íntimos, Víctor Manuel Fernández, para dirigir el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con el fin de poner en orden su "legado" teológico, ofrece aquí un relato personal de su propia influencia en la Iglesia.

Sin embargo, Francisco insiste en que abandonar no está en absoluto en su agenda. "Soy sincero", afirma. "Nunca me lo he planteado porque, como tuve ocasión de decir hace unos años a mis hermanos jesuitas africanos, creo que el ministerio de Pedro es ad vitam. Así que no veo ninguna condición para renunciar a él".

El único caso en el que se plantearía renunciar sería si surgiera "un impedimento físico grave". "Si esto sucediera, no me llamaría papa emérito, sino simplemente obispo emérito de Roma, y me trasladaría a Santa María la Mayor para volver a ser confesor y llevar la comunión a los enfermos". Insiste: "No tengo ningún motivo serio para plantearme la dimisión". Incluso si, como dice, "algunas personas" que le ven regularmente hospitalizado, la esperan.

 

 

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