martes, 30 de septiembre de 2025

Abdulrazak Gurnah: “La religión vuelve a ser importante porque estos tiempos son difíciles”

Entrevista

El premio Nobel de literatura de 2021 publica 'Un largo camino', su primera novela tras el galardón

Fuente:   La Vanguardia

Por   Xavi Ayén

Barcelona

27/09/2025


 (Emilia Gutiérrez)

Qué escribir después del Nobel es un serio dilema que se plantean los pocos autores con ese bendito problema. El tanzano Abdulrazak Gurnak (Zanzíbar, 1948) lo ganó en el 2021 y, desde entonces, nos fueron llegando sus novelas anteriores en nuevas o recuperadas traducciones. Pero ahora es el turno de Un largo camino (Salamandra), lo primero que escribe tras el galardón, una historia que se aproxima más que otras suyas al presente, ambientada en la Tanzania de finales del siglo XX y principios del XXI. Por la pantalla del ordenador se nos aparece un sonriente Gurnah, tras una mesa de madera, en mangas de camisa.

 

¿Desde dónde nos habla?

Estoy en mi casa, en Canterbury, en un día nublado.

 

¿Cuál fue el origen de esta novela?

Empecé con la historia de un joven que se convierte en sirviente y es acusado falsamente de robo.

 

El concepto de ‘robo’ es aquí fundamental, de hecho ese es el título del libro en inglés, Robo. Hay varios: el de la tienda de comestibles, otro en el hotel, el de la mujer con problemas... El lector se pregunta cuándo está justificado robar y cuándo no. ¿Qué piensa usted?

Algunos de los robos –o acusaciones de robo– son físicos, con dinero de por medio. Pero también hay otros que son más metafóricos: la propia vida de Badar, que le es robada por las circunstancias y por el comportamiento de los demás. O la mujer casada a los 17 años por sus padres. También se podría decir que la forma en que se comporta la joven seductora inglesa es un robo, ya que siembra la semilla de la destrucción de la familia de Fauzia. ¡El mundo está lleno de robos!

 

En la novela se plantean varios debates morales. Tenemos el robo, pero también el adulterio, la responsabilidad parental o familiar... ¿Es usted un moralista?

No, en realidad no me interesaba ser moralista. Me interesaban sobre todo estas personas, en particular estos tres jóvenes, Karim, Fauzia y Badar, que crecen en entornos muy distintos. Quise reflejar cómo las personas se abren camino en la vida desde puntos de partida diferentes. Todos son como nosotros, tienen que abrirse camino, espabilar. Les pongo obstáculos para que los superen. Uno es huérfano, le sacaron de la escuela y lo han convertido en sirviente. ¿Qué posibilidades tiene? ¿Cómo se labra un futuro? Otro es inteligente y guapo, también tiene sus problemas, su madre lo ha abandonado, pero tiene un hermano mayor que le ayuda. Ese es el tema: cómo la gente se apaña con lo que la vida les ha dado.

 

Badar no tiene estudios, pero le dice a Karim que ha aprendido lo más importante: ha aprendido a resistir. ¿Está de acuerdo con él?

Si no tienes las buenas cartas, debes encontrar una forma de sobrevivir, y también de aprender. Badar es atento, observa, es curioso. Aprende de otra manera cómo avanzar lentamente, poco a poco. La palabra es ‘aguantar’. Aprende a soportar lo que sea y luego pasa a lo siguiente: escucha la radio, lee libros... es su forma de encontrar alguna solución.

 

Raya es una madre que abandona a su hijo, pero el lector la entiende, ¿no cree?

Sí, la han casado contra su voluntad a los 17 años y ella tiene que encontrar una salida, hacerse cargo de su vida, y opta para ello por la huida y dejar a su hijo atrás, renuncia hasta al dinero que le correspondería al morirse su marido. Pero, cuando su hijo se hace adulto, ella siente intensamente la necesidad de reconectar con él.

 

En sus otros libros los personajes hacen largos viajes, atraviesan países y hasta continentes. Aquí, solo unos pocos kilómetros entre el archipiélago de Zanzíbar y la ciudad tanzana de Dar es-Salam...

...pero son dos mundos muy distintos, dos planetas, aunque se supone que son el mismo país. Dar es-Salam es una gran ciudad, con universidad, hoteles y señores que necesitan criados. Zanzíbar es pequeño, allí están las aldeas.

 

Usted ya era un inglés en la época en que transcurre la novela, no vivía en los lugares que describe.

No, no vivía allí ya. Pero soy un visitante habitual, aún ahora, y leo los periódicos de Dar es-Salam, escucho lo que dice la gente. Y cuando voy allí me alojo en hoteles, he utilizado esa experiencia propia para la parte que transcurre en un hotel, quería describir uno.

 

La figura del criado que no es un empleado y casi un familiar ¿es común?

Oh, sí. Recuerdo cuando nació una de mis hermanas, la pequeña. Era la sexta hija, y mi madre estaba cansada, un poco enferma. En fin, le sugerió a mi padre que contratara a una niñera, una aya, alguien que viniera a ayudarla con la colada, el bebé, esas cosas. Esta mujer se convirtió en alguien de quien no podíamos prescindir. En cierto modo, nos adoptó, a nuestra familia, como si fuera la suya. Muchos años después, yo ya llevaba mucho tiempo fuera de Zanzíbar y mi hermana se había mudado fuera del país, ella seguía viniendo a casa como si fuera una pariente. Es muy común que las personas que trabajan con una familia se consideren miembros de ella. Y, si le pasa algo a alguien, ellos son los primeros en acudir a la casa para ayudar. Hoy, la mayoría de la gente ya no puede permitirse tener un sirviente. Pero, si pueden, le tratan como a un miembro secundario de la familia.

 

Aquí la religión es más importante que en otros libros suyos, con las escenas de la mezquita en la que se socializa.

La religión era muy importante para la gente de aquellas generaciones. De hecho, vuelve a serlo en vastas partes de África Oriental, se ha producido un resurgimiento de la religión y, en concreto, del islam, mucha gente va a la mezquita a diario. No se trata necesariamente de ninguna forma radical, sino de una espiritualidad, porque los tiempos son difíciles y la gente tiende a recurrir a Dios, que te ofrece apoyo y consuelo.

 

De algunos de sus personajes uno se enamora ¿no cree?

¿Se ha enamorado de un personaje? ¿Tal vez Raya? ¿Está usted casado? ¿Cuántas mujeres tiene? Algunos de mis personajes son agradables, nunca del todo, pero no sé si hasta el punto de casarse con ellos.

 

La herencia es otro de los temas del libro...

Es algo importante siempre. Las familias son vulnerables a todo tipo de discordias cuando se trata de repartir lo que deja la generación anterior, la generación que se va. Y lo que se hereda aquí no es dinero, sino resentimiento, ira. A menudo la culpa del padre se transmite a los hijos, y se sigue odiando a personas que no tuvieron nada que ver con el agravio original. Heredar no siempre tiene que ver con el dinero.

 

Es una novela también con grandes secretos familiares y lo difícil que es construirse una identidad sin referentes como los padres.

Tradicionalmente, durante siglos y siglos, la familia se ha considerado compuesta por padre, madre e hijos. Por supuesto que importa quién es tu padre y quién es tu madre, pero siempre hay otra madre, una tía, o incluso una abuela, u otra persona... Hay varias madres si vives en una casa con dos o tres familias diferentes, y puede suceder que tu padre sea negligente, y otras personas se ocupen de ti. No siempre es el padre el que te cuida. Esa es la cuestión. A menudo sucede que los abuelos acaban siendo los verdaderos padres.

 

También es una novela sobre la amistad, entre Hawa y Fauzia o entre Karim y Badar.

Son amistades diferentes. Las dos mujeres son iguales, una es muy buena estudiando y la otra es muy buena en la vida. Se apoyan mutuamente, se quieren. Es una amistad sin complicaciones. No se tienen envidia, aunque tengan habilidades y logros muy diferentes, y no son muy críticas entre ellas. Es una buena amistad. Funciona. Tienes suerte si tienes un amigo así. En el caso de Karim y Badar, es una amistad desigual. Uno está a punto de graduarse en la universidad y el otro es un sirviente. Es Karim quien cuida de él, le da libros y consejos, y espera en vano un poco de gratitud. Creo que la amistad entre hombres es más competitiva que la de las mujeres.

 

Es muy gracioso cuando las chicas ven series de televisión sin sonido...

Porque lo que les interesa es el espectáculo, no el drama. Un espectáculo de casas preciosas y coches grandes. Mi madre y mis hermanas solían verlas así a altas horas de la noche, esas series americanas, como Dallas ... Se sentaban a verlas, pero bajaban el volumen porque a mi madre le gustaba hacer sus propios comentarios sobre lo que pasaba. De todos modos, ella no entendía inglés, así que no habría seguido la trama. Lo que les atraía era el glamour, si es que se puede llamar así.

 

Hay un personaje epiléptico...

Conocí a alguien así, que toda su vida había sido epiléptico pero no era un gran problema porque existe tratamiento y la gente aprende a lidiar con ello. Me hizo pensar en mi lugar de origen, donde se consideraba la epilepsia como un mito, una enfermedad que era una maldición que se transmitía a la siguiente generación. Algo que ocurría como resultado de la envidia.

 

En Canterbury, usted cuida de su propio jardín. ¿Qué representa el personaje del jardinero?

Hay varios en mis libros. También me gusta la gente que crea cosas, como los carpinteros. Creo que escribir es parecido, creas cosas de la nada. Este jardinero es un puente entre generaciones, hay una sabiduría que puede transmitir. Le dice a Badar: no te involucres, no luches, no eres lo suficientemente fuerte contra estas fuerzas que te rodean. Esta es la voz de la sabiduría que hay tras él.

 

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