Asegura que «es terrible» pensar que desde la Iglesia se hayan cometido estas «atrocidades», y que, una vez conocidas las cifras, «ahora es tiempo de reparación»
Fuente El Diario Vasco
Por Iñigo Villamía
San Sebastián
23/12/2023
Navidad es una fecha central para la comunidad católica y, sin duda, también para Fernando Prado, obispo de San Sebastián. Con él afrontamos dos de los temas en boga tanto para la Iglesia como para la sociedad en general. Uno, lleno de sombras, el de la pederastia. El otro, más luminoso, una apertura más tolerante hacia el colectivo homosexual.
– ¿Qué opinión le merecen los recientes informes sobre la pederastia?
– Las cifras no reflejan la verdad del problema porque en ellas solo se recogen los casos denunciados a lo largo de décadas, es decir, de muchos años. Pero eso no es lo importante. Lo importante creo que es la gravedad del asunto para la Iglesia, evidentemente. Para un obispo es terrible pensar que desde dentro de la institución algunos miembros han podido cometer estas atrocidades.
– Ha habido casos, le entiendo, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil.
– Sin quitar nada de responsabilidad a lo que a la Iglesia respecta, sí quiero decir que esto lo que hace es sacar a la luz que hay un problema muy grave también en la sociedad. Eso es lo que los informes nos dicen. Más allá de las cifras, lo importante son las víctimas y todas esas otras personas que no han denunciado los casos. El problema es muy grave. No solo en la Iglesia, sino en la sociedad, y tenemos que ir abordándolo. Desde la mala y triste experiencia que hemos podido tener en la Iglesia como institución, ayudar también a nuestra sociedad a abordar un tema que atañe a todos los colectivos.
– Pero los informes son un elemento positivo porque desvelan verdades silenciadas, ¿no es cierto?
– Yo diría que lo bueno de haber conocido los informes es que la Iglesia ha puesto mucha luz en lo que ha sucedido y en la verdad, que es la primera justicia que hay que hacer con las víctimas. Por eso debemos tomar conciencia de ello, poner a las víctimas siempre en el centro y a partir de ahí decir que estamos en otro punto, en otro momento. Ahora lo importante es saber qué hacer para que en un futuro esto no se repita y que la sociedad aprenda desde la mala experiencia de la Iglesia a abordar estos temas mejor.
– Se ha hablado también de reparación hacia las víctimas.
– Ahora mismo en la Iglesia hemos hecho un esfuerzo muy grande para dar claridad y ver por dónde tenemos que caminar en vías a la reparación de las víctimas, pero también y sobre todo para intentar que esto no vuelva a suceder. Para ello se han establecido protocolos muy claros para las propias actividades de la institución, cómo tienen que abordar estos temas todos los estamentos dentro de la Iglesia, y ahora el siguiente paso es socializar y hacer cultura de la defensa del posible acometimiento de abusos tanto en la Iglesia como en la sociedad.
– ¿De qué tipo de protocolos hablamos?
– Podríamos decir que eso se traduce en acciones de formación para la gente que trabaja con menores, y tanto en las escuelas, las parroquias... esto puede ser lo que hagamos y un ejemplo. Ahora nuestro reto es profundizar en este otro momento histórico en el que estamos, que es el de la reparación y la educación.
– La importancia del caso se refleja en la atención de la opinión pública, ¿no le parece?
– Hay que valorar la labor de la prensa con este asunto, aunque también ha sido incómoda para nosotros como Iglesia, si bien nos sirve para aprender y como acicate para ponernos las pilas. A los informes del Defensor del Pueblo y el de Cremades se añade otro interno que hemos hecho nosotros que se llama 'Para dar luz'. La intención es aportar al nuestro todo lo bueno y valioso de esos dos informes para dar más pasos en esta reparación integral y sobre todo pensar en un futuro para que esto no se repita, aunque resulta casi imposible.
– ¿A qué se refiere?
– A que el ser humano es así. Nos gustaría que no hubiera robos y los hay, que no haya guerras y las hay... Las personas también abusan y no solo en el ámbito de los menores. En muchas cosas hay distintos tipos de abusos de poder, en el mundo laboral...
– El segundo tema se refiere a los homosexuales con una nueva intervención del Papa Francisco en favor de su acogimiento. ¿Qué opina de ello?
– Yo creo que es normalizar algo que es muy habitual. Es decir, el foco lo estamos poniendo ahora en las parejas gais, pero no se trata solo de ellas, se trata de lo que llamamos personas que están en situación 'irregular' canónicamente dentro de la Iglesia.
– Pero esa irregularidad de la que habla para muchas personas puede ser signo de marginación y dolor...
– Diría que detrás de tantas personas hay mucho sufrimiento, y ante el sufrimiento de esa gente podemos pensar: ¿Acaso Dios no se preocupa de ellas? Pues claro, y la Iglesia se tiene que preocupar de ellas. Esta manera de dar una bendición es una forma de acoger, lo que no significa que pueda dar una legitimación a una situación irregular. Una bendición es decir bien a alguien a quien al fin y al cabo quizá lo único que le queda en esta vida es acudir a Dios, reclamar una respuesta de la Iglesia. Y esta no puede ser ajena al sufrimiento de las personas que viven queriendo responder a la voluntad de Dios. Esto está pensado para personas que son creyentes. Cuando acuden a pedir una bendición a la Iglesia es porque lo necesitan.
– ¿Es una forma, según le entiendo, de acogimiento?
– Nosotros no podemos mirar hacia otro lado. No podemos mandarlos al infierno, sino que los tendremos que acoger desde su misericordia, desde su talante pastoral, desde la caridad. Debemos acoger a esas personas y comprender su situación.
– Pero también nos aclara que hay que distinguirlo de la legitimación.
– Es que esto no significa que estemos aplaudiendo lo que hacen ni legitimando un matrimonio que no se puede dar, pero sí acogerles y darles una bendición que les ayude a entender en la vida que en la Iglesia no son rechazados.
– ¿Cuál ha sido y es su actitud respecto a esta bendición de la que hablamos?
– Yo lo hago y lo haré con total normalidad. En todas las eucaristías el sacerdote da unas bendiciones al terminar y nunca se ha preguntado a las personas presentes por sus situaciones personales. Puedo decir que lo vengo haciendo desde que soy sacerdote. Pero nunca lo he hecho con una referencia directa y específica de esta cuestión que ahora está en el candelero.
– Por último, ¿qué mensaje desea mandar para esta Navidad?
– Mi deseo para estas navidades es la paz en la franja de Gaza, Ucrania y otros países que viven la guerra así como que los políticos guipuzcoanos no dejen de pensar en cómo mejorar la vida de los que viven en exclusión y pobreza. Eguberri on!
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