martes, 12 de diciembre de 2023

Europa debe decidir si quiere «una sociedad donde los signos religiosos molestan»

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea avala prohibir los signos religiosos. Pero la tensión entre pluralismo y libertad religiosa se puede superar con diálogo, afirma el secretario general de COMECE

Fuente:     Alfa & Omega

Por   María Martínez López

11/12/2023

 


Participantes en el encuentro del PPE visitan el monasterio de San Martín Pinario, en Santiago.  Foto: PPE

La reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que avala la prohibición de que los trabajadores públicos lleven símbolos religiosos plantea la disyuntiva de «cómo entendemos y queremos dar forma al espacio público: si respetando la libertad religiosa y su expresión» como «un valor fundamental» o tendiendo «hacia una sociedad donde estos signos parece que molestan». Es la valoración del secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la UE (COMECE), Manuel Barrios. El 28 de noviembre, el TJUE dictaminó que la Administración pública puede vetar los signos religiosos visibles a sus empleados. Analizaba la prohibición del velo a una empleada musulmana del Ayuntamiento de Ans (Bélgica) y la modificación de su reglamento para impedir a todos los trabajadores el uso ostensible de signos religiosos o ideológicos en aras de una «estricta neutralidad». Sería igualmente legítimo, añadía la sentencia, permitir dichos símbolos. Una norma en un sentido u otro, argumenta, no discrimina si se aplica a todos y es coherente, proporcional y conforme a la legislación nacional.

Albert Toledo, abogado laboralista y experto en libertad religiosa en el trabajo, explica que el TJUE solo valora si el Ayuntamiento infringió las leyes europeas antidiscriminación, pero deja a los tribunales belgas «decidir si va contra la libertad religiosa según la Constitución del país». Esta postura se explica porque «no es lo mismo la neutralidad de la Administración pública en España», donde la normativa «afirma que se debe tender a la máxima expresión de cada derecho fundamental y solo limitarlo cuando choque con otros derechos constitucionales», o en Francia, donde la neutralidad «se entiende como un complemento de la laicidad», que queda comprometida por la simbología religiosa. Sería distinto si el recurso se hubiera planteado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que sí podría analizar si respeta la libertad religiosa según el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Mohamed Ajana el Ouafi, secretario de la Comisión Islámica de España, aplaude que en nuestro país la restricción a la libertad religiosa «se delimite a la amenaza al orden público. No sé qué tipo de amenaza puede surgir de que lleves una cruz al cuello o un pañuelo». Se trata, en su opinión, de una «cuestión sencilla que hay que resolver de manera sencilla, no magnificarla» o «judicializarla». Barrios considera «entendible» el intento de que «nadie se sienta incómodo en el espacio público. Pero para una persona religiosa» su fe es «tan fundamental que nos parece inadecuado ir contra la libertad de usar un símbolo religioso», sea cual sea. «Quienes somos religiosos tendemos a respetar la expresión de la religiosidad» ajena, explica.

Tanto el secretario general de COMECE como el secretario de la Comisión Islámica de España participaron los días 4 y 5 de diciembre en el 25 encuentro anual de la Unidad de Diálogo Intercultural y Religioso del Partido Popular Europeo (PPE), que se celebró en Santiago de Compostela con el lema ¿Por qué importa el diálogo? para celebrar las bodas de plata de este grupo. Para el primero, se trata de una iniciativa loable que implica que el partido «reconoce la importancia de las religiones y la contribución que pueden hacer en la UE». El Ouafi ve relevantes citas de este tipo «desde el punto de vista de la sociedad civil, pues constituyen un reconocimiento más de la diversidad religiosa a nivel europeo».

De hecho, Barrios señaló en su intervención que el diálogo contribuye a superar la tensión entre pluralismo y libertad religiosa que reflejaba el caso belga. Es así porque, al hablar, personas e instituciones «se acostumbran a encontrar a la persona que está detrás de la idea o la tradición religiosa», a comprenderla «y a compartir los espacios comunes de forma enriquecedora y respetuosa».

Es la experiencia de la eurodiputada popular española Isabel Benjumea, que iba a presidir un debate sobre estos temas durante el encuentro, aunque finalmente no pudo acudir. Es también la responsable de que el PPE haya instalado por segunda vez un belén en la sede del Parlamento Europeo. Benjumea explica a Alfa y Omega que la iniciativa surgió en 2019, cuando recién llegada a la Eurocámara preguntó dónde estaba el nacimiento. Al enterarse de que no había, se ofreció a regalar uno. Le respondieron que era mejor evitarlo «porque podía resultar ofensivo». Entones decidió «pelear para que en la casa de todos los ciudadanos de Europa pudiera representarse la fe de la mayoría de los ciudadanos que creen, que es la cristiana».

Se instaló por primera vez el año pasado, «con un poco de inquietud. Pero la verdad es que todo el mundo lo recibió con muchísima naturalidad»: la gente se hacía fotos y «no paré de recibir felicitaciones de europarlamentarios de muchos grupos. Nadie se quejó». El éxito fue tal que este año han repetido. El nacimiento se inauguró el mismo día que se hizo pública la sentencia del TJUE: un reflejo de las dos formas de entender la presencia religiosa —como valor o como problema— a las que aludía Barrios.

 

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