domingo, 19 de junio de 2022

Adiós al sacerdote como "hombre santo"

Tobías Glenz

BONN  - En ciertos círculos eclesiásticos, la idea del sacerdote como un "hombre santo" aún prevalece hasta el día de hoy. Estudios de abuso como el de Münster muestran que esta imagen falsa necesita ser superada urgentemente, comenta Tobias Glenz.

Se ha publicado el largamente esperado estudio sobre abusos de Münster, y una vez más se revela el alarmante alcance de la violencia sexual en una diócesis alemana. Todos los obispos desde 1945 han actuado incorrectamente al tratar los abusos. Pero los investigadores dan fe de la mala conducta no solo de los pastores (jefes). Las congregaciones y los creyentes también contribuyeron a que pudiera pasar lo que pasó, mirando para otro lado, callando. 

Una palabra clave que surge en este contexto es la idea del sacerdote como “hombre santo”. Un hombre impecable que no puede ser criticado ni cuestionado, y que representa a la Santa Iglesia Católica gracias a la ordenación. A estas alturas, toda persona lúcida debe ser consciente de que esta imagen es simplemente incorrecta. Casi todos los días se hacen públicas nuevas denuncias de abusos contra clérigos, y se ha demostrado que los sacerdotes católicos han cometido los actos más repugnantes durante décadas. Pero eso no es todo: los sacerdotes también son responsables de escándalos financieros, además, a menudo están sobrecargados de trabajo y pueden agotarse, y no son inmunes a cualquier tipo de crisis. Así que nada de "superhumanos".

Pero en ciertos círculos el sacerdote sigue siendo el "hombre santo" hasta el día de hoy. Esto es algo que sucede allí donde prevalece la imagen preconciliar de una iglesia centrada en el clero. El Papa ha criticado, recientemente, ante obispos y sacerdotes, y, de manera acertada, llevar ropas sacerdotales anteriores al Concilio Vaticano II. Francisco lo sabe muy bien: tales preferencias textiles a menudo son como un signo externo para una comprensión magnificada durante mucho tiempo de los sacerdotes.

No hay duda de que hay innumerables buenos pastores en la Iglesia Católica. Pero en el clero también se pueden abrir abismos increíbles. Lo que es necesario es un adiós a la exaltación del sacerdote: la consagración no santifica a una persona. La responsabilidad sacerdotal debe ponerse también en manos de "laicos". Esto no solo reduce el peligro de clericalismo y abuso (de poder), sino que también evita que los responsables simplemente se sientan abrumados. Es bueno que la Iglesia Católica en Alemania esté abordando precisamente estos temas en el Camino Sinodal .

 

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