lunes, 13 de junio de 2022

El Sínodo alcanza los márgenes de la Iglesia

El proceso de consulta en España que ahora culmina ha contado, entre otros, con presos, personas sin hogar, mayores en residencias, grupos LGTBI y artistas

Fuente:   Alfa & Omega

Por:   Fran Otero

09/06/2022


Reunión en una residencia de mayores promovida por Cáritas Zamora. Foto:  Cáritas Diocesana de Zamora

Con la entrada en vigor de la Praedicate Evangelium, el Sínodo ya no es solo de los obispos. Aunque ya no lo era de facto en los últimos procesos, el actual ha abierto la participación a todos, incluso a aquellos que se encuentran en los márgenes. En concreto, el Sínodo en España, que ahora completa su fase diocesana, ha llegado hasta residencias de ancianos, personas sin hogar, el colectivo LGTBI, políticos, personalidades del mundo de la cultura o las cárceles. Se han quedado en el tintero –así lo han reconocido desde la Conferencia Episcopal Española (CEE)– los alejados y ausentes, «a los que ha costado mucho llegar».

Una de las pocas experiencias con los que viven fuera de la Iglesia tuvo lugar en Barcelona, donde el Consejo de Acción Católica y el Foro de las Organizaciones Católicas de Adultos organizaron un encuentro. Las nueve personas que participaron ofrecieron una valoración muy positiva del Papa, de la labor de Cáritas, «que llega a donde el Estado no lo hace», y de la parroquia como generadora de identidad, pero fueron más críticas con la jerarquía, con la falta de coherencia y con el escaso protagonismo de la mujer. «Ven que la sociedad se mueve rápido mientras la Iglesia lo hace lentamente», explica Enric Termes, responsable del Sínodo en la archidiócesis.

A diferencia de lo sucedido con los alejados, una de las periferias donde más se ha trabajado el Sínodo ha sido la cárcel. En la consulta, como avanzó Alfa y Omega, han participado 773 internos de 20 prisiones de toda nuestra geografía –la cuarta parte de los centros penitenciarios–, que han podido expresarse gracias al trabajo de 160 capellanes y 171 voluntarios. «Me alegra mucho que el Papa se haya acordado de nosotros. A los presos en la cárcel nadie nos consulta», dice un interno de Sevilla en el informe del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE. El documento recoge que el sentimiento mayoritario es «que no se les escucha».

Junto a ello, lo más llamativo es que perciben dos Iglesias distintas: la de dentro y la de fuera; la de la pastoral penitenciaria y la del exterior. «Mi opinión no era muy buena hasta que entré en esta prisión, en la que me han enseñado que existe la bondad y la esperanza. En esta Iglesia tengo paz», comenta un preso de Martutene. Sin embargo, dice otro interno de Cáceres, «cuando salimos, nos desenganchamos».

En Cáritas Diocesana de Zamora han llevado el Sínodo a todos sus programas y centros. Así, han tomado parte mayores de residencias, niños de familias vulnerables, personas sin hogar y otras que están saliendo del alcohol y las drogas. «Al principio estaban sorprendidos por la iniciativa, pero han acabado por pedir más espacios de este tipo. Creen que ha sido algo bueno sentirse escuchados y hablar con libertad», explica Beatriz Riesco, del equipo directivo de Cáritas en Zamora.

Sus aportaciones, añade, muestran que ven a la Iglesia «distante, anticuada, con estructuras muy rígidas y con necesidad de aire fresco». Reclaman un mensaje más atractivo y más alegría. También que se acerque a estas realidades y problemáticas y, en el caso de personas con adicciones y personas sin hogar, que se «rompan prejuicios y estereotipos». Son conscientes del importante trabajo que hace la Iglesia con ellos y animan que se dé a conocer, porque «la Iglesia está aquí». En el camino los han acompañado voluntarios y técnicos, que han descubierto que los tienen que escuchar más. «Hasta ahora no le habíamos dado pie a que nos dijeran qué necesitan. No se trata solo del Sínodo, es una metodología para el día a día», añade Riesco.

Otro colectivo que quiere hacer notar su voz es el de personas de diversidad sexual, que han constituido una red de grupos denominado Sinodalidad LGTBIQ+. Así han respondido a la ausencia de espacios específicos en las diócesis, explica Luis Mariano González, agente de pastoral en la parroquia San Francisco Javier, en Getafe, donde es responsable de acogida de la diversidad sexual. Eso sí, ve esperanzador que la archidiócesis de Madrid tenga un espacio para acompañar a familias con personas homosexuales. Su petición fundamental es la del reconocimiento pleno: «Que no se nos lleve a las catacumbas ni se nos obligue a vivir en un armario eclesial y se viva nuestra orientación sexual e identidad como un regalo. Queremos que la Iglesia nos reconozca y acoja, y que no dependamos de la buena fe del cura de turno», explica. La clave, en su opinión, pasa por el encuentro, también con los obispos. Él mismo lo ha vivido en un evento del Foro de Laicos en el que compartió su testimonio. «Al terminar, los presentes aplaudieron y el obispo se levantó a darme un abrazo, que no es un abrazo a mí, sino a la causa de los márgenes, a una realidad invisibilizada y que todavía genera recelo», confiesa.

Desde el mundo de la cultura, Rafael Tarradas Bultó, escritor de éxito –El heredero es su obra más conocida– reconoció que el encuentro que mantuvo con el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, y otros artistas fue «muy positivo». Cree que la Iglesia «tiene muchas cosas buenas», los valores por ejemplo, pero le «falta de ritmo». «No veo que evolucione. Me temo que si pasan cinco años y nos volvemos a reunir tendremos los mismos problemas», afirma a Alfa y Omega.

 

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