lunes, 6 de junio de 2022

Hildesheim: Iglesia para y entre el pueblo / 1

Hablamos mucho sobre la Iglesia Católica en Alemania, a menudo sin saberlo y sin molestarnos en obtener información adecuada. Un ejemplo llamativo son las recientes cartas abiertas de crítica al Camino sinodal, en las que se hace evidente que ninguno de los firmantes había leído los documentos discutidos en su versión actual. Por esta razón, parecía apropiado ofrecer a nuestros lectores una pequeña muestra representativa de una iglesia alemana local, la de Hildesheim. Poco se sabe, de hecho, incluso sobre la renovación de la atención pastoral que está teniendo lugar en algunas diócesis alemanas: son experiencias que también pueden ofrecer ideas a nuestra Iglesia italiana. Por lo tanto, hemos recopilado las historias de algunas personas involucradas en la diócesis de Hildesheim. Gracias a Peter Abel, Carmen Diller, Christian Hennecke, Carolin Herbke,

Fuente:   Settimana News

Por:   Marcello Neri (ed.)

06/06/2022


La diócesis de Hildesheim avanza a contracorriente con respecto a los procedimientos para fusionar parroquias en unidades pastorales cada vez más grandes o megaparroquias, que están caracterizando la respuesta de las diócesis alemanas a la disminución de sacerdotes activos y vocaciones al ministerio sacerdotal en la Iglesia.

Seguir ligando la existencia de una comunidad cristiana al número de sacerdotes disponibles para asumir el papel de párroco significa poner en marcha una especie de ingeniería pastoral artificial, que no tiene en cuenta las prácticas y experiencias cotidianas de fe en el área local que existen y continúan existiendo, independientemente de la presencia en el lugar del ministerio ordenado.

Después de que en los últimos años, bajo el obispo anterior, las parroquias se fusionaran, ahora la diócesis de Hildesheim, dirigida por el dehoniano Heiner Wilmer, ha decidido colegiadamente no continuar de esta manera, sino dejar que las parroquias existan independientemente de la disponibilidad numérica de sacerdotes diocesanos y religiosos

Se afirma así una forma de entender la pastoral que parte de las comunidades cristianas existentes, que tienen una dignidad de ser propia y una subsistencia que va más allá de la dimensión puramente canónica del ministerio ordenado.

 

Parroquia como comunidad de comunidades cristianas

De este modo, se invierte también la manera de pensar el ministerio mismo, y los muchos ministerios en la Iglesia: ya no uniendo a las comunidades, sino pensando el ministerio de una Iglesia local a partir de las experiencias, prácticas, competencias de la fe que presentan las comunidades cristianas.

Esto implica también repensar la parroquia misma: pasar de un concepto de centralización a una visión de parroquia dispersa en los territorios de la vida humana, en los lugares y tiempos de la vida cotidiana, que se desarrolla en y a través de las diversas comunidades cristianas que la componen.

Ya no la parroquia como comunidad monolítica y global, sino la parroquia como comunidad de comunidades cristianas diferentes y complementarias. Una visión que llega pastoralmente a la eclesiología de una Iglesia de Iglesias propuesta hace años por J.-M. Tillard.

Mantener esta adhesión de una comunidad cristiana pluriforme a los lugares, tiempos, espacios de la vida humana representa un desafío que exige una nueva y diferente imaginación pastoral. Y es precisamente en esta adhesión donde emergen posibles caminos inéditos, nuevas formas de presencia de la comunidad cristiana en medio de las experiencias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Ante estas cuestiones pastorales que surgen de la vida de las personas, y del contacto con ellas, es importante que una comunidad parroquial formada por diferentes comunidades cristianas se conceda un tiempo justo y adecuado para la discusión y el discernimiento compartido.

 

A partir de las experiencias de las personas.

Esta forma de ser comunidad frente a los interrogantes que surgen de las experiencias de vida, del territorio en el que vivimos todos juntos, es muy importante para dar forma a la parroquia en su conjunto: en primer lugar, porque así se construye mediante procesos de aprendizaje y escucha; luego, porque impide que se piense en sí misma como una realidad impermeable a lo que sucede a su alrededor y en su seno.

Cuando varias personas de una comunidad cristiana coinciden en este estilo, es inevitable que tarde o temprano se encuentren ante interrogantes que interpelan la fe: ¿qué está surgiendo en nuestra comunidad cristiana? ¿Qué se necesita para ello hoy? Y luego: ¿cómo podemos lograr todo esto en el contexto territorial y existencial en el que también se encuentra nuestra comunidad cristiana? ¿Cómo se percibe nuestra acción pastoral ante los interrogantes que las personas traen consigo, quizás incluso de una manera que no es plenamente consciente?

Enfrentarse a estas preguntas que vienen de la vida, y empezar a pensar la pastoral a partir de ellas, habla de una idea de Iglesia que no es autorreferencial, de una parroquia que no es un fin en sí misma: muestra la voluntad de la comunidad de ser Iglesia para los demás.

Una diócesis debe hacerse cargo de acompañar estos caminos de las comunidades que forman una parroquia. En primer lugar, se trata de encontrar, junto con las personas que participan en el proceso de desarrollo pastoral, una imagen guía en la que puedan converger las preguntas de partida y las respuestas que se intenta dar junto con ellas. Esta imagen muestra hacia dónde queremos ir como comunidad cristiana, cuál es el horizonte hacia el que nos dirigimos como lugar eclesial inmerso en la vida de las personas.

Una imagen, pues, que se convierte en primer elemento de un marco pastoral comunitario más amplio, perfilado en conjunto, que puede orientar el discernimiento de las personas que, en él, están dispuestas a asumir responsabilidades pastorales para crear concretamente una comunidad parroquial que subsiste en muchas comunidades cristianas vinculadas entre ellas.

 

La comunidad generadora

Y es dentro de este proceso comunitario de discernimiento, de confrontación, de diálogo, de escucha, de imaginación pastoral a partir de la vida concreta del pueblo, que las personas que participan en él pueden encontrar cuál es su tarea dentro de la comunidad.

No es una cosa sencilla, por supuesto - también porque se trata de aprender juntos una nueva manera de ser comunidad cristiana, de organizar sus prácticas y servicios, de pensar la propia fe y su tarea no a partir de uno mismo sino de las necesidades que la vida pone ante la comunidad misma.

También hay que tener presente las resistencias en el proceso de la reconfiguración, en su mayoría debidas a un modelo antiguo de parroquia que aún no se ha gestionado colectivamente. Esto, especialmente cuando se trata de las tareas de dirección y liderazgo dentro de las comunidades cristianas que son reconocidas por ésta y asumidas por los laicos que pertenecen a ellas.

Pero precisamente aquí radica uno de los aspectos mayores para pensar y construir la parroquia como comunidad de comunidades cristianas: donde existe realmente un rol rector dentro de una de estas comunidades, reconocido y legitimado por ellas, entonces también debe ser llamado por su nombre y dar fe de ello a nivel diocesano.

Las comunidades, en efecto, son lugares generativos: aquí hay que buscar el ministerio de la orientación porque es en sus prácticas cotidianas que se perfila. De este modo, el liderazgo de una comunidad cristiana nació desde el principio como una realidad colectiva, compartida - y es por eso que en las comunidades y parroquias de la diócesis de Hildesheim la tarea de guiarlos es colegial, encomendada a un equipo de personas con habilidades y diferentes posiciones dentro de las comunidades. Y estas formas de orientación colectiva se convierten naturalmente en el lugar donde se articula esa comunidad de comunidades cristianas que es la parroquia.

 

Cuidado con la gente

Discernimiento en la comunidad cristiana significa atención a las capacidades y al carácter humano de quienes asumen o podrían asumir en ella responsabilidades pastorales. Este es un aspecto importante, porque estas habilidades pastorales deben ser percibidas, acompañadas y apoyadas - en la comunidad y por la diócesis.

Esta atención hace realista la propia pastoral, que no parte de conceptos o ideales, sino de las capacidades eficaces de la fe presente en la comunidad cristiana. Pero hay un segundo aspecto de esta atención que es igualmente importante: es algo necesario para no sobrecargar de manera excesiva a las personas que realizan tareas pastorales en la comunidad cristiana para los demás o para todos los demás.

Este doble enfoque en las personas y el cuidado de sus habilidades pastorales es un gran desafío cuando se trabaja en áreas más amplias como los decanatos o vicarías pastorales. Porque pide no correr tras todas las emergencias, modificar o abandonar modelos de acción pastoral que exigen demasiado a las personas y no dan frutos que merezcan los esfuerzos puestos en marcha. La asunción de tareas pastorales en las comunidades cristianas no debe ser una carga que oscurezca la alegría y la voluntad de ponerse al servicio de las experiencias humanas presentes en el territorio.

 

Parroquias multiformes

Hay otras dos referencias que completan el marco pastoral general de la parroquia: la del año litúrgico, con sus tiempos y sus celebraciones, y la de las tres notas fundamentales de la Iglesia, es decir, la liturgia, la diaconía y el anuncio. Referencias que cada comunidad cristiana que compone la parroquia conjuga a partir de su historia, de su experiencia, de las competencias pastorales presentes en ella.

De esta manera, existe la posibilidad de que las comunidades cristianas que conforman una parroquia se desarrollen de manera diferente, cada una con su propio acento y características. Esto no debe ser visto como un peligro sino, por el contrario, como un punto fuerte de la pastoral a nivel local y diocesano, porque permite que surja una imagen de Iglesia y parroquia pluriforme y variada.

Y es precisamente la circulación de estos diferentes modos y estilos de ser una comunidad parroquial formada por muchas comunidades cristianas lo que permite a las personas, a partir de su existencia y de sus preguntas, encontrar el mayor número posible de puntos de encuentro con la vida de la parroquia misma.

 

Juntos en el camino

La diócesis de Hildesheim ha introducido la posibilidad de organizar un taller pastoral para el futuro en parroquias y comunidades cristianas. Recogemos la experiencia que nos llega desde la parroquia de San Gottardo en el decanato o vicaria de Göttingen.

Es una parroquia formada por cuatro sitios y comunidades eclesiales, en la que comenzamos con este tipo de talleres en los que participaban personas que tenían interés en el asunto o estaban dispuestas a dedicarse a actividades pastorales.

El taller de futuro duró varias semanas, con diferentes tipos de encuentros: el elemento central fue generar una imagen de comunidad cristiana que sirviera de referencia para futuros desarrollos en la pastoral parroquial. Comenzamos observando lo que sucedía no solo en las comunidades cristianas que conforman la parroquia, sino también en el territorio en el que se ubican y viven.

Esta ya ha sido una elección por un cierto tipo de pastoral atento a la más amplia dimensión social de la realidad concreta del tejido humano.

Una primera nota de esta mirada fue la observación de que en el territorio de la parroquia había un centro de Caritas, varios jardines de infancia y una escuela primaria católica. A partir de aquí, se decidió hacer de la pastoral juvenil el núcleo principal de las actividades comunitarias. Dada la presencia en el territorio de un centro de prácticas para jóvenes, empezamos a colaborar con esta realidad.

Por otro lado, había una demanda por parte de quienes forman parte de la parroquia en las diversas comunidades cristianas de tener un punto de encuentro, un lugar común donde encontrarse, intercambiar opiniones, conocerse. Y esta era una segunda opción a trabajar como horizonte de futuro de la pastoral.

Al final del trabajo de laboratorio, algunos de los participantes se pusieron a disposición para participar como voluntarios en el equipo de orientación pastoral que tendría en cuenta estas dos prioridades que surgieron en el contexto de análisis y comparación.

A lo largo de este proceso, fue particularmente valioso el acompañamiento y apoyo del personal del decanato o zona pastoral de Göttingen: tanto para sugerir la posibilidad de formación inicial y permanente de las personas que integran el equipo de liderazgo pastoral, como para mediar en su trabajo cuando surgían problemas dentro o fuera de la comunidad cristiana.

También a partir de estos talleres pastorales para el futuro en el decanato  zona pastoral  de Göttingen se ha desarrollado una comunidad (llamadas compañeros y compañeras de camino) a la que se encomienda la animación pastoral en el ámbito litúrgico.

Se podría decir que es un modelo transversal de comunidad cristiana, no ligado a un contexto territorial preciso y unívoco, sino formado con vistas a la celebración en las diversas comunidades del decanato o zona pastoral. El área primordial de esta comunidad es la preparación y celebración de la liturgia de la Palabra en las comunidades. Se trata de elegir en qué lugares eclesiales se llevará a cabo esta celebración y qué forma de liturgia de la Palabra es la más adecuada a la comunidad en la que se celebra.

Las personas que la integran subrayan como una oportunidad y un enriquecimiento el hecho de no estar vinculados a una sola comunidad cristiana, ya que se trata de un ministerio itinerante que los lleva a cada una de ellas.

De este modo, la comunidad litúrgica del decanato o zona pastoral de Göttingen representa un importante punto de referencia para conocer el pulso de las diversas comunidades cristianas y parroquiales, pero sobre todo es la comunidad que permite a otras comunidades orar y celebrar en el lugar donde son, viven y practican la fe.

 

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