Al final de la última sesión del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, el Papa Francisco optó por no escribir una exhortación apostólica, como dictaría la tradición, sino ceñirse a la publicación del documento final. El teólogo Arnaud Join-Lambert discute las razones que podrían justificar esta elección sorprendente, aunque no sin precedentes.
Fuente: La Croix International
Por Arnaud Join-Lambert
01/11/2024 (Europa\Roma)
La semana pasada, el Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad concluyó con la publicación de su documento final. El proceso estuvo lleno de tensión, alegría, decepción, entusiasmo, alivio y preocupaciones, aportando muchos nuevos acontecimientos que iban más allá del reciente marco legislativo de la constitución de la Episcopalis Communio (2018) que rige los sínodos.
La última sorpresa fue la decisión del papa Francisco de respaldar el documento final sin emitir una exhortación apostólica postsinodal. Aunque inesperada, esta elección no carece de precedentes. Durante el Sínodo de los Obispos en 1971, San Pablo VI adoptó los dos documentos del sínodo sin publicar una exhortación. Sin embargo, desde 1974, los papas siempre han publicado exhortaciones post-sinodales, a menudo eclipsando los documentos de la asamblea.
Esta decisión de Francisco merece una atención especial. Cualesquiera que sean las motivaciones, podrían alinearse con cinco razones principales. La primera es obvia y sinodal: optar por no participar en una exhortación apostólica reconoce la importancia de todo el proceso. Todos los documentos y trabajos de los últimos tres años culminaron en este documento. Desde esta perspectiva, independientemente del contenido, Francisco es coherente en mostrar que la sinodalidad es esencial para la Iglesia, haciendo innecesarios comentarios adicionales.
Nada más que decir
La segunda razón podría estar relacionada con el contenido en sí. Dada la progresión del proceso y el texto final, es posible que haya poco más que agregar o alterar. Vamos a profundizar en este punto. En los últimos tres años, bajo el liderazgo de Francisco, el concepto de sinodalidad ha adquirido un "significado extendido" (Alphonse Borras). Originalmente concebido como un principio teológico que guiaba el gobierno dentro de la Iglesia Católica, se ha expandido gradualmente para abarcar una forma de vivir el gobierno, de hecho, toda la autoridad dentro de la Iglesia, conocida como un estilo sinodal.
En el último año, la exclusión de algunas cuestiones difíciles redujo el potencial reformador del proceso. Al centrarse en este estilo, en particular en la necesidad de conversión (una palabra que se repite en cada capítulo del documento final), los elementos más concretos o técnicos desaparecieron. Estos aspectos provocaron tensiones y debates, que podrían haber justificado algún arbitraje papal en una exhortación postsinodal. Sin disensión, no se necesita ninguna exhortación.
El toque personal de Francisco
La tercera razón puede reflejar sutilmente el toque personal de Francisco. Puede sentir que no hay necesidad de emitir una exhortación sobre la vivencia de la sinodalidad porque ya lo ha abordado. Tres días antes del documento final, el Papa publicó su encíclica "Dilexit nos" sobre el amor humano y divino al corazón de Jesucristo. ¿Podría el Papa Francisco haber ofrecido sus propias claves últimas de la sinodalidad a través de este documento? Esto último podría parecer superfluo, ya que una encíclica tiene mayor autoridad magisterial que una exhortación apostólica.
La sinodalidad es ahora
La cuarta razón podría ser la más decisiva, en lo que se refiere a lo que se conoce como recepción. Cada sínodo tiene tres dimensiones: la experiencia vivida, los documentos producidos y la implementación concreta. La recepción es el abrazo de los fieles a estas tres dimensiones. En los Sínodos de los Obispos anteriores, a menudo había una larga espera antes de que un texto pontificio iniciara el proceso de recepción, a menudo relegando al olvido los esfuerzos anteriores.
Al optar por no emitir una exhortación apostólica, el Papa Francisco inicia inmediatamente el proceso de recepción del sínodo: por un lado, el estilo sinodal debe habitar ahora en todo ejercicio de autoridad dentro de la Iglesia; Por otro lado, existe una apuesta por reformas concretas en línea con los caminos trazados o abiertos. Al hacerlo, Francisco elimina cualquier excusa para retrasar el lanzamiento de una iglesia sinodal, que ha defendido desde 2015. A través de esta decisión, Francisco declara: ¡la sinodalidad es ahora!
Espacio para las iglesias locales
Por último, el Papa Francisco podría abogar por un enfoque contextual basado en su motu proprio "Ad theologiam promovendam". En él, destacó el valor de la teología inductiva, señalando las dificultades o callejones sin salida de un discurso "universal". Optar por no participar en una exhortación podría indicar a las iglesias locales que desarrollen sus propias aplicaciones concretas del sínodo en armonía con sus realidades. El documento final menciona incluso las "asambleas continentales" como una "innovación relevante" (n. 126).
La innovación, en el verdadero sentido de la palabra, contribuye a una transformación de la realidad. Estrechamente ligado a las realidades y contextos locales, el futuro de la sinodalidad, tanto en el estilo de gobernanza como en las reformas, no dependería de una exhortación apostólica, sino de la recepción continental, nacional y local. No habría nada más que esperar del Papa, solo un llamado a trabajar juntos sinodalmente.
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