"Joseba Segura no esconde su forma de pensar, su lenguaje es claro y preciso, ajeno a sutilezas eclesiásticas. Pero tiene muy claro que el Obispo lo es de todos"
Fuente: Religión Digital
Por Rafa Aguirre (Teólogo)
11/03/2023
Está por ver eso de que hemos ganado en libertad de expresión en nuestra sociedad. Lo “polítcamente correcto” tiene un peso enorme y hay una serie de temas tabúes que no se pueden tocar. Personalmente estoy encantado de que la Iglesia Católica no pertenezca a ese club de intocables, que antes encabezaba. No solo ha dejado de ser tabú, sino que el monolitismo y secretismo de su vida interna se diluyen gracias al estilo del Papa Francisco.
El proceso sinodal implica que afloren opiniones diversas en el seno de la Iglesia. Pero hay mucha ignorancia y bastantes prejuicios y cuando de la Iglesia se trata los medios, con frecuencia, se fijan en aspectos anecdóticos y los divulgan como gran noticia.
Bajo a tierra. En dos días se ha convertido en noticia en toda la prensa española el que el Obispo de Bilbao, ante la petición que se le dirigió, ha eximido de la abstinencia a los participantes en una alubiada con “sacramentos” (tocino, morcilla y chorizo), organizada por la Sociedad Bilbaína para un viernes de cuaresma, y que convoca a 220 comensales. Seguro que entre los comensales hay un cierto número que acostumbra a guardar abstinencia los viernes de cuaresma.
Esta práctica resulta hoy anacrónico y habría que replantear su sentido religioso. Pero la conciencia de quienes observan esta práctica merece todo el respeto. ¡Ay del que ridiculizase las abstinencias de los musulmanes! Transgredería un tabú de lo políticamente correcto. Un obispo sensato, si le plantean la cuestión, no puede decir ni “dejaros de historias, estas son cosas de otros tiempos”, ni “la norma de la Iglesia es que no se puede comer carne los viernes de cuaresma y no hay vuelta de hoja”.
Pero, como el Obispo mismo ha reconocido,estaba fuera de lugar un documento jurídico y hubiese bastado una amistosa comunicación oral, en la que cabía realizar otras consideraciones. Todo indica que el documento se ha filtrado para desprestigiar a un obispo, al que se le tenía ganas.
Lo de la comida ha sido el cebo para el sensacionalismo. Pero lo que había podido quedar en simple anécdota se ha incorporado en una Carta que el Foro de curas de Vizcaya y un grupo de laicos (Berpitzu), ha dirigida al Obispo de Bilbao, Joseba Segura, con otros agravios y sumamente crítica.
Hay otros aspectos de la Carta que son de más calado. Joseba Segura no esconde su forma de pensar, su lenguaje es claro y preciso, ajeno a sutilezas eclesiásticas. Pero tiene muy claro que el Obispo lo es de todos, que es un ministerio de comunión en una iglesia muy plural, que debe promover unas líneas pastorales, pero con actitud integradora, con paciencia y sin exclusiones.
Contra lo que dice la Carta, no está promoviendo un “pluralismo indiscriminado e inmovilizador”, sino que está incorporando a grupos con los que no se contaba, está ampliando la conciencia de comunión eclesial. En el País Vasco el sectarismo eclesial es muy fuerte por razones ideológicas y no ajenas al clericalismo que corroe a la Iglesia Católica. Por eso es injusto reprochar al Obispo el hecho de celebrar la Eucaristía de cierre de las Jornadas de Cristianos en la Vida Pública, que se van a celebrar en Bilbao. Su ideología política y eclesial es conservadora, cierto, pero pertenecen a la Iglesia y el Obispo debe hacerse presente si se lo piden, como lo haría en unas Jornadas de la HOAC o de la JOC.
Las relaciones intraeclesiales no son un camino de rosas. Los organizadores de las mencionadas Jornadas han invitado al Cardenal Müller, que fue prefecto de la Congragación de la Doctrina de la Fe y mantiene ahora una postura de abierta oposición al Papa Francisco. Le hemos visto en muchos sitios siempre flanqueado por el obispo del lugar como dicta el protocolo. En Bilbao las cosas no van a ser así. Contra lo que reprocha la Carta, la noticia no es que el Vicario de la Diócesis le acompañe en su intervención, sino la ausencia del Obispo, que marca clara distancia de un Cardenal especialmente beligerante con Francisco.
Asistimos en Europa a una Iglesia cada vez más minoritaria y más irrelevante institucionalmente. En el País Vasco este proceso se realiza de forma brusca y muy acentuada. Este fenómeno no debe afrontarse con nostalgias y mentalidad de gueto, sino como una ocasión de purificación y de mostrar la relevancia de los valores evangélicos. De esto ha hablado, con valentía y lucidez Joseba Segura hace pocos días precisamente en la Bilbaína invitado por el club de Roma. Una pena que los medios apenas se hiciesen eco de esta intervención de verdadera trascendencia.
Es de los pocos obispos capaz, por su preparación y libertad, de hablar del cristianismo con dignidad en los foros seculares. Pero se ha distinguido siempre por su compromiso social. Cuando regresó de Latinoamérica quiso ir a Otxarcoaga. Está siempre disponible y cercano, pero evitando todo protagonismo. La Carta que se le ha dirigido comete una gran injusticia con Joseba Segura, sobre todo cuando le achacan falta de cercanía “a las personas más sencillas”.
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