lunes, 13 de diciembre de 2021

Obispo Pastor u Obispo Gestor

   Los compañeros forokides me sugirieron el tema “Obispo Pastor u Obispo Gestor”, para que presentara algunas consideraciones que sirvieran para un posterior diálogo en el Foro.

   Así lo hago, advirtiendo que eso, son sólo puntos o sugerencias para el debate.

   1.-En cuanto a la figura del Obispo Pastor, me han venido a la mente unas palabras dirigidas por el papa Francisco a los obispos en el entorno de la fiesta de Buen Pastor.

   “El pastor —les decía el Papa— está siempre cerca de su rebaño: camina delante para guiarlo a los pastos; camina en medio para alentarlo y camina detrás para curar a las ovejas heridas y levantar a las caídas. Las ideas son del Papa; las palabras y el comentario que sigue son míos:

   a) Si los pastos se agostan, el pastor los busca en otro lugar al que conducirá el rebaño. Aplicando, el Obispo pastor está y camina al frente de su comunidad como guía y animador de la tarea evangelizadora. Pero en cuanto observa que los pastos (programas, dinámicas…) se están agostando, como hoy nos muestra este fenómeno de las “iglesias vacías” deberá discernir y consensuar y ensayar programas y caminos nuevos, porque “hacer lo que siempre se ha hecho” es en gran parte estéril. Igual tendrá que arriesgar algo, porque los caminos renovadores no se ajustan del todo al Código de Derecho Canónico (CDC).

b) El Obispo pastor que hace camino en medio de la comunidad eclesial está llamado a animar la marcha de la Iglesia. Concretando:

§  Hace que sus respectivos consejos sean deliberativos y no solo consultivos, buscando resquicios al CDC sin herirlo.

§  Que la Iglesia, y el Obispo en ella sea abierta a la escucha (de lo que agrada y desagrada), “bajando el volumen de los altavoces y subiendo el de los auriculares”.

§  Va formateando la Iglesia para que sea constitutivamente Sinodal:

·         tomando en serio lo de la Iglesia = Pueblo de Dios (Vat. II).

·         incorporando al laicado —hombres y mujeres— al gobierno de la Iglesia.

·         en corresponsabilidad real, no retórica.

·         el fundamento de lo anterior es valorar el sacramento del Bautismo, que ha sido orillado por el del Orden.

·         así se va superando el virus del clericalismo que afecta a curas y laicas/laicos.

§  Una Iglesia y el Obispo que la pastorea debería ir cambiando algunas cosas ¿”menores”?, como el lenguaje (el obispo toma posesión de… apunta al poder), símbolos (solideo, mitra, etc…), boato en las celebraciones catedralicias, etc.

 

   c) El Obispo Pastor camina también detrás del rebaño-comunidad. Seguro que se encontrará con gente herida, decepcionada, postergada, fracasada…, y seguro que tratará de rehabilitarla, levantarla y animarla ejerciendo la corrección fraterna si procede, pero siempre anteponiendo la misericordia.

   El Obispo Pastor debe ser libre y fiel a las propuestas del Evangelio; no dejarse por lo tanto fagocitar por la institución episcopal ni estar atado del todo al CDC.

 

   2.- Pero, ¿existe perfil de un Obispo gestor? No me imagino un Obispo gestor “químicamente puro”. Pero haberlos, haylos.

 

§  Un Obispo gestor apunta al poder; está dotado de poder y es consciente de ello porque participa de la irrenunciable estructura jerárquica de la Iglesia.

§  Tiene el amparo del CDC, al que procurará ajustarse fielmente en la toma de decisiones descuidando tal vez las propuestas que nacen del Evangelio que está llamado a extender.

§  Como cualquier gestor tenderá espontáneamente a buscar la eficacia del asunto en gestión, teniendo que tomar decisiones lo más rápido posibles abriéndose a consultas imprescindibles y seleccionadas, pero causando, por lo mismo, malestar en sectores diocesanos.

§  En este contexto, el Obispo gestor corre peligro de distanciarse, de contentarse con actuar “como siempre” y hacer “lo que siempre se ha hecho”, con miedo de dar pasos renovadores en la Iglesia. Así mismo, corre peligro de seguir considerando al laicado como menor de edad y sólo como ayudante.

§  Podrían apuntarse como atenuantes el talante personal del gestor, su formación, su espiritualidad específica, su eclesiología hoy superada y también el haber aceptado con gusto ser víctima de las estrategias extra-eclesiales que le han aupado al episcopado, que también las hay y de sobra.

 

Como aporte final, me atrevo a insinuar dos cosas:

1.        que casi todo, o todo lo dicho anteriormente podría y debería ser aplicado a nuestra tarea eclesial como presbíteros.

2.         la situación de la postpandemia es un reto para tod@s, puesto que no es únicamente una desgracia, sino una gran oportunidad (Kairos) que debiéramos aprovecharla para la renovación de esta Iglesia nuestra.

 

Antonio Linaza

 

 

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