Fuente: Cristianisme i Justícia
Por: Nemo Castelli
21/12/2021
Es el candidato que más votos ha recibido en la historia de ese pequeño país: 4.620.671 de votos, los que representan el 55,87% de quienes se acercaron a las urnas el pasado domingo. Con sus 35 años, es el presidente electo más joven de la historia republicana de Chile. La prensa internacional lo describe como el representante de una nueva izquierda en América Latina, ecologista, feminista y regionalista. Otros como el líder del movimiento que viene a sepultar el neoliberalismo y el pinochetismo en Chile.
Mientras escribimos estas líneas la Unión Europea ya ha manifestado su deseo de fortalecer su relación con Chile en áreas como multilateralismo, democracia, desarrollo sostenible, derechos humanos, igualdad de género y acción climática. El secretario de Estado de los EE.UU. envió sus felicitaciones por el “ejemplo una vez más” de elecciones democráticas, libres y justas, esperando poder colaborar en democracia, prosperidad y seguridad. Por su parte, la cancillería francesa ya expresó su intención de reforzar las relaciones bilaterales, sobre todo en materia climática y medioambiental. En Instagram, Roger Waters de Pink Floyd brinda por el pueblo de Chile y por todos los pueblos del mundo… pues “tal vez ahora podremos sobrevivir”.
El domingo en la noche la fiesta se extendía por todas las ciudades de Chile donde se repetía el grito contenido, ¡la esperanza le ganó al miedo!, y se alzaban las banderas de Chile, del pueblo mapuche, de la campaña de Boric, de los partidos políticos de su coalición (Revolución Democrática, Convergencia Social –partido de Boric–, Partido Comunista de Chile y Federación Regionalista Verde Social), de la diversidad sexual, e incluso de algunos clubes de fútbol.
Hoy seguimos digiriendo el macizo triunfo del proyecto de la coalición política “Apruebo Dignidad” a la que pertenece Gabriel Boric. En el hemisferio sur, el verano siempre ofrece días más tranquilos para decantar lo que estamos viviendo como comunidad sociopolítica. De nuestra parte, en los días que vienen ofreceremos un análisis más profundo sobre cuáles podrían ser los “signos de estos tiempos” y el significado histórico-salvífico que se muestran en la actual encrucijada sociopolítica chilena. No obstante, una primera mirada puede ayudar a poner en contexto el resultado que ha sorprendido a todos.
Ya en la primera vuelta del 21 de noviembre quedaron en el camino los candidatos de los partidos tradicionales de centro izquierda y centro derecha que han gobernado en Chile durante los últimos 30 años. En la segunda vuelta, Gabriel Boric derrotó a José Antonio Kast, representante de la extrema derecha, por casi 1 millón de votos. ¿Significa esto que Chile se ha polarizado e inclinando por proyectos de izquierda y que una mayoría está decidida a apoyar proyectos de desarrollo ecologistas, feministas y antineoliberales?
Pienso que el clivaje de la política chilena no se está dando tanto entre izquierdas y derechas sin más, sino entre dos generaciones. Por una parte, una generación nueva, hiper-escolarizada, que ha sido socializada a partir del consumo, que es naturalmente hospitalaria de la diversidad y que experimenta las contradicciones de una modernización acelerada y desigual. Y por otra parte, la generación de nuestros padres y abuelos, a la que le tocó llevar el peso histórico de recuperar la democracia, de cargar con las heridas de la dictadura y de trabajar por terminar con la pobreza y la miseria. Los primeros datos del Servicio Electoral de Chile muestran que los votantes que impulsaron a Boric en la segunda vuelta fueron los votos de los jóvenes y de las mujeres. Fueron ellas las que aumentaron significativamente la participación electoral en todos los grupos etarios. Y entre los votantes menores de 50 años, los votos de Boric se dispararon. Por su lado, Kast sólo logró ganar en las mesas de los votantes mayores de 70 años.
Hay que reconocer que el ambiente electoral de las últimas semanas sufrió una cierta “pinochetización”, pues el candidato Kast es un reconocido partidario y defensor de la dictadura cívico-militar chilena. Además, sus propuestas recordaban el imaginario de las políticas autoritarias de cuño reciente: construcción de “zanjas” anti-inmigrantes, relativización del cambio climático, rechazo del matrimonio igualitario, voluntad para eliminar el ministerio de la mujer (símbolo de la reivindicación de sus derechos), exclusión de madres no casadas de las políticas públicas, mayores atribuciones presidenciales para estados de excepción, encarcelamiento en lugares extraordinarios, jibarización del Estado, etc. Esto encendió las alarmas y podría explicar un número significativo de votos primeramente “anti-kast” y no tanto “pro-Boric”. Muestra de aquello es que ya al final de la campaña electoral todos los partidos de centro izquierda manifestaron su apoyo sin condiciones a la candidatura de Boric, incluidos los ex presidentes Michelle Bachelet y Ricardo Lagos, quienes habían sido duramente criticados por la coalición “Apruebo Dignidad”.
Despejado el ambiente y la energía electoral, lo que queda es un proyecto liderado por un joven que se formó en la política universitaria a partir de las movilizaciones masivas de 2011, que buscaban terminar con la educación de mercado y segregadora que se había impuesto en Chile. Ahí forjó amistad con otros líderes estudiantiles, como Giorgio Jackson y Camila Vallejo, quienes llegarían juntos el 2014 a la Cámara de Diputados, formando la “bancada estudiantil”. Después del estallido social de octubre de 2019 y en contra de la posición de su partido, Convergencia Social, Gabriel Boric fue uno de los firmantes del Acuerdo Histórico por la Paz y una Nueva Constitución. Esto le valió ser “funado” en plena calle por quienes eran sus partidarios, sin embargo, la historia pareciera estar dándole la razón. En 2021 Boric reunió con dificultad las 30.000 firmas necesarias para inscribir su candidatura a la Presidencia de Chile. No obstante, sostenía que la suya no era una candidatura “testimonial”, sino que buscaba canalizar el malestar y la rabia que se vivía en Chile, en esperanza y trabajo para transformar las estructuras injustas de su país. Con el triunfo en la mano “Apruebo Dignidad” espera formar el primer gobierno paritario de Chile, impulsando su proyecto junto a otros sectores que puedan aportar los años y la experiencia que todavía no tienen, para lograr, como dijo su jefe de campaña, Giorgio Jackson, y disculpando la cita, “una amalgama perfecta entre experiencia y juventud”.
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