En
este icono, San Sergio y San Baco están unidos en presencia de su “pronubus”
(testigo de boda), Jesucristo. (Days.pravoslavie.rus)
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La Iglesia, ¿contra las bodas gay? Según varios
historiadores, no siempre ha sido así: en la Edad Media fueron
numerosas las uniones masculinas
Por Arnaud Gonzague
Nouvel Observateur, julio de 2013
Es bien conocida la
cantinela: el matrimonio -por supuesto, el cristiano- es la unión de un hombre
y de una mujer. Excepto que la iglesia de la Edad Media ha celebrado
–eso parece- bodas homosexuales. Se sabe gracias al historiador americano John
Richard Boswell (“Las uniones del mismo sexo en la Europa antigua y medieval”)[1].
Él fue quien descubrió que los cristianos griegos de los siglos X y XI bendijeron
oficialmente “uniones del mismo sexo”.
Semejante consideración enfurece
a la actual iglesia ortodoxa, que jura que sólo se trataba de castas “confraternizaciones”.
Es posible.
Sorprendente icono
Sin embargo, un sorprendente
icono del Monte Sinaí representa la unión de dos santos varones del siglo IV,
San Sergio y San Baco, con Jesús, que tiene todo el aspecto de ser un “pronubus”
(testigo de boda).
Boswell afirma que
existían análogas “disposiciones para bendecir la unión de dos hombres” entre
los cristianos eslavos desde el año mil, que habrían perdurado en Europa hasta
la época moderna.
En la Francia de la Edad Media también hay señales:
según el medievalista Allan A. Tulchin, existían especiales uniones masculinas,
los llamados “contratos de hermanamiento” por los que los “hermanos”
(“affrèrés” – “frères”) se comprometían, delante de testigos, a vivir juntos compartiendo
“pan, vino y bolsa”.
Evidentemente, nadie está
en condiciones de comprobar las consecuencias concretas de esta amable
cohabitación, pero una cosa es clara: ninguno de los buenos cristianos de aquel
tiempo se escandalizaba por ello.
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