Marco Burini
Foglio Quotidiano,
21 de julio 2013
Vd., como teólogo, siempre ha insistido en la importancia de las
iglesias locales.
“En un mundo globalizado,
las iglesias tienen que colaborar, aprender las unas de las otras. También en
este sentido, la curia podría desempeñar un papel importante. Sin embargo,
ahora, falla la comunicación, la mano derecha no sabe lo que hace la mano
izquierda”
¿Qué otra cosa se podría hacer?
“Dar muchas más
responsabilidades a las mujeres. Hay muchos dicasterios vaticanos que no tienen
poder jurisdiccional y que, por lo tanto, no requieren de la presencia de ministros
ordenados. Por ejemplo, el Pontificio Consejo para los Laicos, el de la
familia, el de los emigrantes, los trabajadores sanitarios. Tenemos muchas
mujeres preparadas y capaces, que tienen una percepción de la realidad
diferente a la de nosotros, los hombres, mucho más
integral. La iglesia es más pobre si no aprovecha esta riqueza. Basta con ver
las parroquias. Y, además, la presencia de las mujeres es útil para superar el
clericalismo, algo que, en el fondo, es un celo estéril. Otro aspecto importante
es la transparencia. Esto es algo que no sólo concierne al IOR, sino a todos
los entes vaticanos que administran dinero y bienes inmuebles. Porque la
iglesia se pierde con todos estos escándalos”
Y si, encima, un Papa toma el nombre de Francisco
“No es sólo un nombre. Es un
programa”, reconoce Kasper.
La institución que adopta el nombre de un carisma acaba siendo tocada
por él.
“También Benedicto fue el
nombre de un carisma, recuerda el cardenal. Evidentemente, Francisco es la
pobreza. Y también, la paz. Pero, sobre todo, desde el punto de vista
teológico, Francisco es icono de Cristo, el símbolo de la renovación de la
iglesia. Algo que es más que una reforma. Porque el asunto no es sociológico,
sino teológico: es Cristo quien se hace pobre para que nosotros nos hagamos
ricos. Es un punto muy importante sobre el que el Papa Benedicto ya insistió
hablando de desmundanización. Ahora, Francisco la lleva a la práctica”.
En lo que se refiere a los escándalos, el gran teólogo alemán Karl
Rahner ya dijo en los años sesenta que el modo mejor de enfrentarse con una
opinión pública presidida por los medios de comunicación pasaba por facilitar
el crecimiento de una opinión pública dentro de la iglesia misma.
“En realidad ya lo dijo Pío
XII, recuerda Kasper. Pero esta exigencia se ha perdido en el tiempo. Es
probable que este Papa tenga la fuerza para lograrlo. Es muy querido y no se
trata de un sentimiento superficial. Muchos curas me han dicho que es
considerable el número de personas que se han confesado esta última Pascua.
También gente que hacía años que no se había acercado a los sacramentos. Quizás
porque Francisco habla mucho de misericordia...
En todo caso, se necesita tiempo para formar una opinión pública en la
comunidad eclesial, porque es preciso tener libertad de palabra. Por lo demás,
es normal que cada Papa tenga que afrontar resistencias. Hoy, este Papa es
querido, pero llegará un día en el que también le tocará tener que padecer la
contestación. También le pasó a Jesús de Nazaret. Yo crecí bajo el Tercer
Reich, pero tuve una educación antinazi. Me acuerdo de lo que me decía mi madre
(mi padre estaba en el frente): tú eres católico, por lo tanto, estás contra
Hitler. La iglesia crece en la resistencia, mientras que nuestro mundo
pluralista es débil: todo es posible, anything goes. Los jóvenes no tienen
convicciones para resistir, enfrentarse. Y sólo enfrentándose se crece”.
Falta el conflicto
“Sí, en este sentido, sí. No
el conflicto como violencia, sino como reconocimiento de posiciones diferentes.
Solo quién tiene una identidad personal puede confrontarse con otra identidad”.
Pero este relativismo que nos agota, ¿de dónde viene? ¿De mayo del
sesenta y ocho? Por casualidad, ¿no estará Vd. también tocado por el sesenta y
ocho, como Ratzinger?
“Mi reacción fue un poco
diferente, contesta Kasper. El debate con aquellos estudiantes me hizo bien.
Los de ahora son hasta demasiado tranquilos. El sesenta y ocho, marcó, en
realidad, el fin de la postguerra. Fue una oleada de secularización y emancipación.
Destruyo muchos valores no sólo cristianos, sino también humanos, como la
relación hombre-mujer, que no han sido recuperados, al menos hasta ahora. Hoy
todo es mucho más tranquilo, pero, sin embargo, no se ha solucionado nada. Por
tanto, creo, como dije antes, que el discurso sobre la modernidad está agotado,
mientras este Papa nos trae un discurso nuevo. El sesenta y ocho fue el último
estadio de la Ilustración,
pero ahora también están caducos los valores de la verdadera Ilustración. De
aquí el despiste en el que se encuentra sumido uno como Habermas”.
Efectivamente, lo que está aconteciendo no se soluciona retomando las
riendas del debate cultural. El paradigma dominante es económico.
“Prevalecen los intereses.
Lo que cuenta es el provecho. Ciertamente, la economía es importante para vivir
pero no es el todo como parecen dar a entender algunos cuando se oyen ciertas
discusiones, por ejemplo, sobre el rescate del euro”.
Este Papa no es un teólogo en sentido estricto, pero es un hombre que
lee y estudia. ¿Cree que los teólogos pueden encontrar un espacio propio en
dialéctica con el magisterio?
“Pueden y, más bien, deben,
se acalora Kasper. En los años del Concilio tuvimos grandes personajes como
Congar, de Lubac, Balthasar, Rahner y el mismo Ratzinger, sin contar a teólogos
reformados como Barth y Bonhoeffer. Hoy no contamos con figuras parecidas:
tenemos profesores de teología, pero no teólogos. La situación de la filosofía
es parecida. Y para nosotros, los teólogos sistemáticos, éste es un problema”.
He aquí otro síntoma de la debilidad europea.
“Si bien es cierto que veo a
algunos jóvenes teólogos que prometen, no es menos cierto que tenemos que
esperar... Una comunidad como la iglesia necesita la reflexión para dialogar
con el mundo y con las otras religiones. Pienso, sobre todo, en Asia”.
A pesar de que muchos hablan, a propósito del dominio chino, de un
paradigma neoconfuciano
“Entrar en profundidad en
estas culturas exige una verdadera capacidad de diálogo”, recuerda Kasper.
Con un Papa jesuita ¿se podría retomar la controversia sobre los ritos
que enfrentó a Matteo Rizzi y compañeros
con Roma?
“Quizás. Los mismos jesuitas
tienen una gran tradición de estudio teológico, a pesar de que han pasado por
una situación de debilidad. Ciertamente, Asia es otro mundo, pienso en el
Budismo. Sin embargo, también es cierto que ellos están descubriendo nuestra
cultura. Hay puntos de contacto. Han descubierto al Maestro Eckhart. Hegel y
Heidegger están siendo traducidos al japonés”
¿Y con los hermanos cristianos separados, por los que tanto ha
trabajado Vd. como Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos?
¿Cuál es la situación actual?
“Se han producido avances
notables. Cuando era joven, entre los católicos y los
luteranos existía un muro. Un protestante no habría entrado nunca en una
iglesia católica y yo no habría entrado nunca en una iglesia evangélica: ¡se
habría apoderado de mí la conciencia de haber pecado y hubiera sentido la
urgencia de tener que confesarme! Ahora somos amigos. Nos hemos reconocido como
hermanos en Cristo y esto es fundamental. Pero todavía hay problemas. Con los
protestantes no estamos de acuerdo sobre lo que es la iglesia y, por lo tanto,
sobre cuál ha de ser el objetivo final de la unidad”.
Y, además, han abrazado, bastante más que los católicos, la causa
liberal.
"Mucho. En efecto, hay
diferencias, como no las ha habido hasta ahora, sobre cuestiones morales. Sin
embargo, tenemos que continuar el diálogo. Con los ortodoxos hay más cercanía,
particularmente con el patriarcado de Constantinopla, pero les falta el
concepto de iglesia universal y, por lo tanto, el del ministerio petrino. Se
puede decir que en nuestros días tenemos más una unidad de la cristiandad que
de la iglesia y, por tanto, podemos dar al mundo, a pesar de mantener
posiciones, a veces diferentes, un testimonio de amistad. Por otra parte, el
ecumenismo nació antes del Concilio en pequeños grupos y, quizás, hoy tenemos
que volver a andar el mismo camino, partiendo de pequeñas realidades que
preparen la calle. No se puede ignorar que el Papa Francisco es una persona muy
sensible al ecumenismo. Cuando estuvo en Buenos Aires mantuvo intensas
relaciones con las comunidades evangélica y ortodoxa. Y también con la hebrea”,
recuerda Kasper.
Así pues, a pesar de todos los problemas y los trabajos que acechan a
la institución, éste podría ser un kairós, un tiempo propicio para la
iglesia
“Sí, el cristianismo es la
única fuerza espiritual e intelectual que tiene una alternativa para el futuro
en el mundo actual. El liberalismo no responde a los problemas de la miseria
que se extiende en el mundo. Es fruto de la historia europea, pero ahora este
Papa afronta otras cuestiones. Por eso, el cristianismo es la única fuerza que
puede dar algo al mundo. Y eso es algo que no depende de los grandes números,
como ya dijo el historiador Arnold Toynbee. Una concepción, la de minoría
creativa en situaciones de crisis, retomada por Benedicto XVI. Hoy, con
Francisco, se abre una etapa de renovación espiritual. Lo he experimentado
durante el Cónclave. Y otros cardenales también me lo han confirmado”.
Ha soplado el viento del Espíritu
"Sí, algo ha
ocurrido. Nos dice Kasper con los ojos
brillantes. Al principio no hubo un nombre que emergiera con fuerza, pero, al
final, Bergoglio logró más de los dos tercios de los votos. En el Cónclave vi rezar
a muchos. Esta atmósfera fue muy fuerte y se percibió con toda claridad. Al
final, salió su nombre y fue una
sorpresa, sobre todo, para los periodistas que porfiaban por otros nombres...
Después observé con mucha atención la reacción de la gente cuando se asomó a la
logia de San Pedro: fueron suficientes pocos segundos para comprender que
funcionaba: la gente entendió las primeras señales que emitió, la solicitud de
bendición con la reverencia hacia la plaza. Esto es algo que me produjo una
enorme satisfacción” concluye con una sonrisa.
[1] Nota de los Editores: por
su interés, publicamos completa la entrevista concedida por el cardenal W.
Kasper a “Il Foglio Quotidiano” el pasado 21 de julio de 2013
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