Ritanna Armeni
Francisco ha roto el
esquema progresistas - conservadores, pasando de exaltar la figura de la Madre en la Iglesia (“Mater in Ecclesia”)
al reconocimiento de la centralidad teológica de lo femenino. Pero, ¿cómo es posible vivir nuestra diversidad
sin sacerdocio?
La figura de un
Pontífice también se mide –inevitablemente- por lo que dice y piensa de las mujeres.
También a Francisco, innovador y extraordinario comunicador planetario, se le
esperaba en la “cuestión femenina”, en el papel de las mujeres en la Iglesia, en el antiguo
problema de la relación entre diversidad e igualdad. Y, la verdad, hasta las palabras pronunciadas en el avión
de vuelta del Brasil, Francisco nos había decepcionado un poco. El Papa,
que inmediatamente emitió señales revolucionaras o, por lo menos, de no
continuidad con la política y con los comportamientos habituales de la Iglesia, sobre las mujeres
dijo una frase juzgada, por decirlo suavemente, infeliz. En audiencia a las
monjas de la Unión
Internacional de las Superioras Generales afirmó: “Sois madres
y no solteronas”, cayendo en viejos estereotipos, en lugares comunes, tan frecuentes
como decepcionantes; sobre todo, para
las mujeres de la Iglesia.
Muchas de ellas, quedaron doloridas.
Luego, el regate. También en el asunto de las mujeres Francisco ha
roto los esquemas habituales, yendo más allá de la división conservadores - progresistas,
y, mientras confirmaba la tradición, la superaba.
La iglesia es
“femenina”, ha dicho. “Una iglesia sin las mujeres es como el Colegio
Apostólico sin María”. Pero el papel de la mujer en la Iglesia -ésta es la
novedad- “no es solo la maternidad”, la mujer no es sólo “la madre de familia”
y no es tampoco “la monaguilla, la presidenta de Caritas”. Es, más bien, la que
ayuda a la iglesia “a crecer”. “La
Virgen es más importante que los apóstoles”, ha recordado. De
aquí, la necesidad de ir adelante, de una “teología de la mujer”, de una revisión
de la doctrina, de la fe, de la teología, a la luz de estos versículos del
Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen;
a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. Dios también se
manifiesta en la mujer, en su ser, en su identidad y diversidad.
Francisco cita a Pablo
VI y dice que hay que transitar por la senda que abrió con aquella “Carta a las mujeres” de 1965 con la que
el Pontífice, que finalizó el Concilio Vaticano II, parece que quiso hacer un
gesto reparador por la exclusión de representantes del sexo femenino en aquella
magna asamblea. (Sólo participaron 25 mujeres y lo fueron únicamente como oyentes).
En aquella carta -importante, por cierto- el papel de la mujer era el de madre,
hermana, salvadora y consoladora del hombre. “Vosotras, las mujeres, siempre
tenéis en vuestra dote la custodia del hogar, el amor originario, el cuidado de
la cuna. Vosotros estáis presentes en el misterio de la vida que se inicia.
Vosotras consoláis en la separación de la muerte. Nuestra técnica amenaza con
hacerse inhumana. Vosotras reconciliáis a los hombres con la vida”.
No, estas palabras no son
suficientes. Por eso, Francisco va también adelante y da un nuevo paso con
respecto a aquel Dios que es padre pero que
“también es madre” del Papa Luciani, que causó una enorme sensación en
1978. Dios, para Francisco, no es sólo madre. Ciertamente “también” es madre,
pero, sobre todo, es mujer. El Papa sale de aquella exaltación de la maternidad
que, frecuentemente, aparece en la
Iglesia como instrumental, como un límite a la inteligencia,
a la capacidad de elaborar doctrina por parte de las mujeres. Dios es mujer. Ésta me parece que es la novedad
más importante, dicha con enorme sencillez en una rueda de prensa en el avión
que sobrevolaba el Atlántico.
También “el genio
femenino”, reconocido por Juan Paolo II como capacidad para mirar con ojos
diferentes el mundo y transformarlo en muchas modalidades de relación, de amor,
es asumido por el nuevo Pontífice con cierta originalidad. Es algo que puede
transformar la iglesia que sólo puede crecer, dice, con la contribución de las
mujeres. Por tanto, se les reconoce la capacidad de elaborar doctrina. De ser
iglesia. La mujer no es sólo madre amorosa, hermana capaz de comprender, portadora
de sentimientos, de cariño, de relaciones “geniales”, lo es también de pensamiento,
de cultura filosófica. Es doctora de la
iglesia. Es Catalina de Siena.
Y más aún, “el Papa del
pueblo” se arriesga a dar un paso adelante con respecto de su predecesor, el
filósofo Ratzinger, cuando en 2004, siendo todavía prefecto de la Congregación de la Fe, en la “Carta sobre la colaboración
del hombre con la mujer” entusiasmó a las feminista con su elogio de la
diferencia, con su reconocimiento de la diversidad femenina como elemento de
riqueza, como repulsivo contra la neutralidad que esconde el dominio masculino.
Francisco de aquella diversidad quiere
hacer teología, ciencia de Dios. Y quiere hacerla, dice, de manera
“profunda”. Precisamente porque Dios
también es mujer, en la mujer está Dios y su voluntad se expresa en el modo de ser
de la mujer.
¿Qué relación hay entre
la iglesia de hoy y las palabras revolucionarias del Pontífice? ¿Cuál es la relación
hombre-mujer en la iglesia actual? Lucetta Scaraffia en el Osservatore Romano
recuerda que “si esta relación languidece, si no se vivifica y se reniega de ella,
como ocurre en la actualidad, la iglesia no crece”. En el origen de la crisis, de la que Francisco es plenamente consciente,
también se encuentra la ausencia de aquella relación de iguales en la diversidad
negada “de facto” en nuestros días.
Ésta es la razón por la
que esperamos (creyentes y no creyentes) otra palabra. Que nos diga, una vez
excluido –y de manera definitiva- el sacerdocio femenino, una vez rechazado el
camino secular de la igualdad y una vez exaltada (y, además, hasta el fondo) la
diversidad, cómo es posible vivir en una
iglesia en la que todavía hoy, incluso para las mujeres más respetuosas y
comprensivas, que han dedicado su vida a ella, no es posible no catalogarla como misógina.
Grata noticia para todas las mujeres que formamos la comunidad eclesial.
ResponderEliminarEsperanzadora y esperada que promulga la obviedad en la Iglesia del siglo XXI. Reconocer que la diversidad enriquece, que las mujeres no es que formen parte, sino, tienen parte ayudará a afrontar los nuevos retos, a construir puentes que nos acerquen a posturas más realistas. El estilo del Papa Francisco, su forma de hacer y actuar es oxígeno. Gracias por todo ello.
Decir "Dios es mujer" es limitar tanto a Dios como identificarlo como varón. Creo que la teología de lo femenino debería apostar por otras formulaciones.
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