domingo, 25 de agosto de 2013

El Papa de las mujeres nos asombra



Ritanna Armeni

Francisco ha roto el esquema progresistas - conservadores, pasando de exaltar la figura de la Madre en la Iglesia (“Mater in Ecclesia”) al reconocimiento de la centralidad teológica de lo femenino. Pero, ¿cómo es posible vivir nuestra diversidad sin sacerdocio?


La figura de un Pontífice también se mide –inevitablemente- por lo que dice y piensa de las mujeres. También a Francisco, innovador y extraordinario comunicador planetario, se le esperaba en la “cuestión femenina”, en el papel de las mujeres en la Iglesia, en el antiguo problema de la relación entre diversidad e igualdad. Y, la verdad, hasta las palabras pronunciadas en el avión de vuelta del Brasil, Francisco nos había decepcionado un poco. El Papa, que inmediatamente emitió señales revolucionaras o, por lo menos, de no continuidad con la política y con los comportamientos habituales de la Iglesia, sobre las mujeres dijo una frase juzgada, por decirlo suavemente, infeliz. En audiencia a las monjas de la Unión Internacional de las Superioras Generales afirmó: “Sois madres y no solteronas”, cayendo en viejos estereotipos, en lugares comunes, tan frecuentes como  decepcionantes; sobre todo, para las mujeres de la Iglesia. Muchas de ellas, quedaron doloridas.

Luego, el regate. También en el asunto de las mujeres Francisco ha roto los esquemas habituales, yendo más allá de la división conservadores - progresistas, y, mientras confirmaba la tradición, la superaba.

La iglesia es “femenina”, ha dicho. “Una iglesia sin las mujeres es como el Colegio Apostólico sin María”. Pero el papel de la mujer en la Iglesia -ésta es la novedad- “no es solo la maternidad”, la mujer no es sólo “la madre de familia” y no es tampoco “la monaguilla, la presidenta de Caritas”. Es, más bien, la que ayuda a la iglesia “a crecer”. “La Virgen es más importante que los apóstoles”, ha recordado. De aquí, la necesidad de ir adelante, de una “teología de la mujer”, de una revisión de la doctrina, de la fe, de la teología, a la luz de estos versículos del Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen;  a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. Dios también se manifiesta en la mujer, en su ser, en su identidad y diversidad.

Francisco cita a Pablo VI y dice que hay que transitar por la senda que abrió con aquella “Carta a las mujeres” de 1965 con la que el Pontífice, que finalizó el Concilio Vaticano II, parece que quiso hacer un gesto reparador por la exclusión de representantes del sexo femenino en aquella magna asamblea. (Sólo participaron 25 mujeres y lo fueron únicamente como oyentes). En aquella carta -importante, por cierto- el papel de la mujer era el de madre, hermana, salvadora y consoladora del hombre. “Vosotras, las mujeres, siempre tenéis en vuestra dote la custodia del hogar, el amor originario, el cuidado de la cuna. Vosotros estáis presentes en el misterio de la vida que se inicia. Vosotras consoláis en la separación de la muerte. Nuestra técnica amenaza con hacerse inhumana. Vosotras reconciliáis a los hombres con la vida”.

No, estas palabras no son suficientes. Por eso, Francisco va también adelante y da un nuevo paso con respecto a aquel Dios que es padre pero que “también es madre” del Papa Luciani, que causó una enorme sensación en 1978. Dios, para Francisco, no es sólo madre. Ciertamente “también” es madre, pero, sobre todo, es mujer. El Papa sale de aquella exaltación de la maternidad que, frecuentemente, aparece en la Iglesia como instrumental, como un límite a la inteligencia, a la capacidad de elaborar doctrina por parte de las mujeres. Dios es mujer. Ésta me parece que es la novedad más importante, dicha con enorme sencillez en una rueda de prensa en el avión que sobrevolaba el Atlántico.

También “el genio femenino”, reconocido por Juan Paolo II como capacidad para mirar con ojos diferentes el mundo y transformarlo en muchas modalidades de relación, de amor, es asumido por el nuevo Pontífice con cierta originalidad. Es algo que puede transformar la iglesia que sólo puede crecer, dice, con la contribución de las mujeres. Por tanto, se les reconoce la capacidad de elaborar doctrina. De ser iglesia. La mujer no es sólo madre amorosa, hermana capaz de comprender, portadora de sentimientos, de cariño, de relaciones “geniales”, lo es también de pensamiento, de cultura filosófica. Es doctora de la iglesia. Es Catalina de Siena.

Y más aún, “el Papa del pueblo” se arriesga a dar un paso adelante con respecto de su predecesor, el filósofo Ratzinger, cuando en 2004, siendo todavía prefecto de la Congregación de la Fe, en la “Carta sobre la colaboración del hombre con la mujer” entusiasmó a las feminista con su elogio de la diferencia, con su reconocimiento de la diversidad femenina como elemento de riqueza, como repulsivo contra la neutralidad que esconde el dominio masculino. Francisco de aquella diversidad quiere hacer teología, ciencia de Dios. Y quiere hacerla, dice, de manera “profunda”. Precisamente porque Dios también es mujer, en la mujer está Dios y su voluntad se expresa en el modo de ser de la mujer.

¿Qué relación hay entre la iglesia de hoy y las palabras revolucionarias del Pontífice? ¿Cuál es la relación hombre-mujer en la iglesia actual? Lucetta Scaraffia en el Osservatore Romano recuerda que “si esta relación languidece, si no se vivifica y se reniega de ella, como ocurre en la actualidad, la iglesia no crece”. En el origen de la crisis, de la que Francisco es plenamente consciente, también se encuentra la ausencia de aquella relación de iguales en la diversidad negada “de facto” en nuestros días.

Ésta es la razón por la que esperamos (creyentes y no creyentes) otra palabra. Que nos diga, una vez excluido –y de manera definitiva- el sacerdocio femenino, una vez rechazado el camino secular de la igualdad y una vez exaltada (y, además, hasta el fondo) la diversidad, cómo es posible vivir en una iglesia en la que todavía hoy, incluso para las mujeres más respetuosas y comprensivas, que han dedicado su vida a ella, no es posible no catalogarla como misógina.


2 comentarios:

  1. Grata noticia para todas las mujeres que formamos la comunidad eclesial.
    Esperanzadora y esperada que promulga la obviedad en la Iglesia del siglo XXI. Reconocer que la diversidad enriquece, que las mujeres no es que formen parte, sino, tienen parte ayudará a afrontar los nuevos retos, a construir puentes que nos acerquen a posturas más realistas. El estilo del Papa Francisco, su forma de hacer y actuar es oxígeno. Gracias por todo ello.

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  2. Decir "Dios es mujer" es limitar tanto a Dios como identificarlo como varón. Creo que la teología de lo femenino debería apostar por otras formulaciones.

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Eskerrik asko.