lunes, 5 de junio de 2023

No-teísmo

Hace poco, acogiéndose a la hospitalidad de ATRIO, ha tenido lugar un Debate abierto sobre Fe y No-teísmo. Por problemas de horario no pude participar en la última consulta sobre ¿Qué sostiene hoy nuestra esperanza o motivaciones? pero he escuchado el mensaje inaugural de Santi Villamayor y quiero hacer a vuelapluma algunas reflexiones al respecto.


Fuente:    Atrio

Por Carlos F. Barberá

02/06/2023

 

El panel de la convocatoria comenzaba diciendo: “Hasta hace bien poco toda nuestra vida transcurría en torno a la idea de Dios como Ente Supremo, Creador, Redentor, Padre amantísimo y providente en la historia. Esa figura se ha desmoronado pero no hemos perdido el sentido de la incondicionalidad, de la sublimidad…”. Sorprende esa rotundidad: esa imagen se ha desmoronado. Acaso para algunos o para muchos pero no para millones que aún la veneran.

Mi impresión es la siguiente. Por razones personales o por no haber llegado a la mejor teología, algunos se han desprendido de la teología de la que vivieron y al hacerlo se han deshecho también de su imagen de Dios.

Hace poco más de 140 años Nietzsche anunció igualmente que Dios había muerto pero su inteligencia poderosa no dejó de ver las consecuencias. En resumen, el universo había perdido para siempre su dirección.

En la misma línea el ateísmo de Sartre concluyó que el “hombre es una pasión inútil”.

Y Camus apeló al mito de Sísifo para representar la condición humana, condenada a reemprender eternamente tareas que se hunden una y otra vez.

Pero estos nuevos no-teístas no se conforman con que Dios ya no exista y pretenden buscar sucedáneos, a mi modo de ver contradictorios.

Santi Villamayor plantea la “necesidad de reinvención de la divinidad”. Está claro que es ése un vano intento. Ya san Agustín dijo: “Si crees haberlo conocido, no es Dios”. Puesto que Dios es el misterio absoluto sólo podrá decirse algo de El si El mismo lo quiere revelar. Fuera de eso, es un vano intento.

¿Qué es lo que hacen los no-teístas? revisten del manto de lo sagrado diversas realidades: la persona humana, la Naturaleza, la realidad social. Pero ¿en virtud de qué la persona humana es sagrada? ¿o la naturaleza, un conjunto de materias orgánicas e inorgánicas? Ya Hariri en su Sapiens ha defendido que, desaparecido el Dios creador, los seres humanos son productos diferentes por evolución y carecen por tanto de derechos salvo el de vivir y buscar el placer.

¿Y qué decir de la esperanza? Se rechaza la esperanza en otra vida (aunque para miles y miles de personas es la única) y se la sustituye por “escuchar el misterio del presente y construir felicidades”, “una armonía y fraternidad entre las personas y el planeta” como si no hubiera terremotos, incendios, inundaciones y no existieran personas como Putin, Xi Jimping, Kim Jonk-Un, Ortega, Maduro, Obiang, Erdogan, Trump)

Por otro lado es bien contradictorio apelar constantemente a la ciencia, eminentemente secularizadora y hablar de “todos los seres sagrados”.

En toda esa serie de contradicciones no podía faltar la alusión a un mundo no dual, cuando la experiencia primaria y más importante para casi todos los seres humanos es la relación de su yo con otros tus que aportan compañía, acuerdo, amor.

Finalmente se anima a “abandonar la imagen del Dios Ente Supremo, conservando sin embargo la sublimidad que caracteriza a toda la realidad”. Pero, fuera del Espíritu de Dios ¿quién dice que toda la realidad es sublime? ¿Es que este Santi no ve todos los días las noticias?

En definitiva estos no-teístas parecen unas buenas personas que, a la búsqueda de una trascendencia que no existe sin Dios quieren tapar con el manto de lo sagrado un mundo que es profano y todo queda al final es unas palabras bonitas y unos sentimientos estéticos o fraternales.

Los que no hemos renunciado a Dios seguimos ofreciendo un esquema bien sensato y comprensible: Desde el comienzo de la creación Dios, que es amor, quiere compartir su vida con el ser humano. Lo hace por medio de su Hijo que compartiendo la vida y la muerte humanas, expande por toda la creación su Espíritu. Por eso todos los hombres y mujeres son hijos de Dios, dejados libres, autónomos pero no dejados de su mano. Su tarea es amarse y ayudar a hacer mejor el mundo que se les ha confiado y un día esa riqueza, a veces tan oculta, tan transida de dolor y sufrimiento, se verá en todo su esplendor.

Cada una de esas afirmaciones sencillas requiere largas explicaciones. Una buena teología, no la que los no-teístas han abandonado.

 

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