sábado, 24 de febrero de 2024

¿Qué podemos esperar de la segunda asamblea sinodal en Roma?

Fuente:     ATRIO

Por   Olga Consuelo Vélez Caro

23/02/2024

Recordemos que Olga Consuelo Vélez es una teóloga colombiana que. a pesar de los pesares, sigue esperando algo de las reformas iniciadas por Francisco, sin renunciar al realismo crítico. La semana pasada los problemas de edición nos impidieron publicar un artículo suyo que se encuentra también en RD: Desmasculinizar a la Iglesia, pero ¿cómo?, que recomiendo. Hoy publicamos este, que nos acaba de enviar, a tope de esperanza y realismo. AD. 

Se puso en marcha la etapa final del sínodo y ya sabemos las fechas de realización, en Roma, de la segunda sesión presencial. Esta será del 2 al 27 de octubre, precedida por dos días de retiro espiritual. Además, Francisco ha dispuesto que los Dicasterios de la Curia Romana, desde sus competencias específicas, colaboren con la Secretaría General del Sínodo, estableciendo grupos de estudio –utilizando el método sinodal– sobre algunos de los temas que surgieron en la primera sesión.

Los grupos de estudio se conforman de mutuo acuerdo entre los dicasterios y la secretaria del sínodo y está última llevará la coordinación general. Fueron nombrados seis consultores para la secretaría que se suman a los 10 ya nombrados anteriormente, quedando compuesto por 12 varones y 4 mujeres. De los últimos nombramientos hay dos teólogas latinoamericanas, bien conocidas en nuestro contexto: María Clara Bingemer y Birgit Weiler.

Pero surgen varias dudas. Según noticias que se escuchan, una de las comisiones estudiará la sinodalidad de la iglesia. Quedó evidente en la pasada asamblea que no todos los obispos ni todos los laicos estaban de acuerdo con la propuesta de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia. No ha bastado el documento de la Comisión Teológica Internacional sobre el tema ni la multitud de webinars, charlas y cursos que han ido ofreciendo a lo largo de este tiempo, para asumirla y caminar en esa dirección. En una entrevista que le hicieron hace poco a Rafael Luciani, teólogo participante del sínodo, respondía sobre este punto anotando que la cuestión está más en “el miedo a replantearse lo que significa el poder en la Iglesia y esto supone el ejercicio de la autoridad, no se trata de negar la autoridad en cualquier institución, que es necesaria. El problema es cómo se ejerce y en la iglesia se ejerce para servir, no para tener poder sobre los demás y hacer lo que la persona quiera”. Lo cierto, es que de nuevo será objeto de estudio, lo que llevamos tres años estudiando.

Otro tema será el diaconado femenino. Algunas noticias recientes decían que el Papa está muy abierto a este tema. El haber invitado a tres mujeres a la reunión con su consejo de obispos, parece mostrar su apertura a las cuestiones de la mujer. Incluso la religiosa que coordinó el encuentro, Sor Linda Pocher, salesiana, afirmó que Francisco está “muy a favor del diaconado femenino”. Ahora bien, la pregunta que queda es a favor ¿de qué tipo de diaconado femenino? Según se dice en muchas instancias no se está hablando del diaconado que reciben los varones sino otro tipo de diaconado de servicio a la comunidad. Todo eso puede ser muy positivo, pero lo cierto, confirmado por la misma hermana Linda, es que los ministerios ordenados son un tema cerrado para Francisco e, incluso, desapareció su formulación en el documento final de la anterior reunión sinodal. De hecho, en este documento se consignaron las diversas posturas frente al diaconado, los que lo encuentran inaceptable y los que lo ven necesario; sin embargo, la frase más extraña es sobre los que piensan que dar el diaconado a las mujeres “sería expresión de una peligrosa confusión antropológica, acogiendo la cual, la Iglesia se alinearía con el espíritu del tiempo”. Ojalá expliquen esa frase porque ¡qué confusión antropológica tiene ese sector de Iglesia que identifica sexo con ministerio ordenado! En este sentido, hace poco el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina afirmó que “la materia” del sacramento del Orden era el varón. Parece que lo que estudiamos sobre sacramentos donde nos enseñan que la materia de ese sacramento es la “imposición de manos”, es desconocido en altos ambientes vaticanos.

No sé qué otras comisiones se crearán, estaremos atentas a las noticias. Ahora bien, quiénes estarán en las comisiones, hacia dónde orientarán la reflexión solo lo saben los mismos que están en los altos cargos vaticanos y a los que no les conviene demasiado desinstalarse.

A la segunda sesión del sínodo se llegará sin que las iglesias locales hayan sido consultadas de nuevo y hayan enviado sus aportes. De lo que conozco no se ha hecho absolutamente nada y los aportes han de enviarse a mediados de mayo. Con certeza las conferencias episcopales de cada país mandarán las reflexiones que ellas mismas hagan o que tomen de sus más cercanos colaboradores no de ninguna consulta hecha al pueblo de Dios y, menos de personas que estén más alejadas de la Iglesia como fue la intención inicial. Esperemos que algunos lugares sí hayan realizado el proceso.

También se llegará con un camino sinodal interrumpido y cuestionado. La Iglesia alemana que se había adelantado al sínodo propuesto por Francisco y que concluyó su experiencia con la decisión de crear un comité compuesto por clero y laicado para tomar decisiones sobre temas álgidos, fuera de haber sido puesta bajo sospecha durante todo el proceso y de que el mismo Francisco hubiera escrito el año pasado prohibiendo la creación de un comité sinodal, ahora recibe una carta firmada por el secretario de Estado Parolin y los cardenales Fernández y Prevost pidiendo detener el proceso que se llevaría estos días de aprobar los estatutos de dicho Comité sinodal.

No es fácil el camino sinodal. Demasiados miedos, demasiados retrocesos, demasiados argumentos para no desinstalarse, demasiadas reuniones para no avanzar casi nada. Ahora bien, casi nunca los cambios vienen de arriba para abajo porque se necesita demasiada apertura al Espíritu de Dios para desinstalarse a sí mismo y perder los privilegios alcanzados. Hay que continuar remando de abajo hacia arriba. Seguir construyendo sinodalidad en nuestros espacios locales –casi siempre al borde de las estructuras eclesiales– y seguir hablando “a tiempo y a destiempo”. Toda militancia por una causa ha costado demasiado tiempo, trabajo, descalificaciones, exclusiones, rechazos y hasta pérdida de la propia vida. Pero ¡cuántos cambios se han logrado a nivel social en muchos aspectos! y ¡cuántos a nivel eclesial! Más lentos, más tímidos, bien retrasados pero algún día llegan. Por eso seguimos acompañando el camino sinodal, aunque las expectativas sean bien pocas. Algún día, desde abajo y, por la fuerza de los hechos, lo conseguiremos.

 

 

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